"Ventana abierta"
HOY, EL RETO DEL AMOR ES, ESCUCHAR CON MUCHA ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS QUE SE PROCLAMA
Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases
un feliz día.
“INCLINA TU OIDO A LAS PALABRAS DE MI BOCA"
Estábamos en la Misa. Era un día de diario y por tanto, no
había mucha gente en ella. Todo transcurría siguiendo el rito de la Eucaristía.
Pero al llegar el momento de las lecturas, un señor que estaba atrás de la
iglesia, se levantó y aplicó su oído a uno de los altavoces que, hay en el
lateral de la nave central. Y, allí, estuvo escuchando en silencio. Cuando las
lecturas acabaron, se volvió a su sitio.
Este gesto me sorprendió, porque primero, no tuvo respetos
humanos para que la gente pensara que estaba un poco sordo. Y, segundo, me
admiró el interés que tenía por escuchar la Palabra de Dios y no perderse ni
una sola. ¿Podía esta Palabra quedar sellada a quién tanto se afanaba por
entenderla? Dice un salmo: “Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro
corazón... Como cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras”.
Nosotros, también endurecemos nuestro corazón a Dios, cuando
no escuchamos su Palabra, o lo hacemos con desdén y pereza. Esta Palabra
que, fue dicha para nosotros, requiere que la acojamos con amor y la pongamos
en práctica, para recibir de Ella, gracias tras gracia.
Pero esta voz de Dios que, la dice claramente a nuestros
oídos, está escondida y debemos hacer gestos como este señor, para descubrir
donde tiene su morada. Y, su morada no es otra que el Corazón de Cristo, desde
donde fue pronunciada.
Otra imagen de la vida de Jesús me evocó este hombre pegado
al altavoz. Y, es el episodio de Zaqueo. Este señor se parecía también a él
porque, casualmente era bajo de estatura. Zaqueo, “quería ver a Jesús”, quería
tenerle a la vista porque ya lo tenía en el corazón. Y, se subió a un árbol por
donde tenía que pasar él. Jesús, al llegar a este lugar, levantó la vista y lo
miró con amor: “Zaqueo, baja enseguida porque hoy tengo que hospedarme en tu
casa”. Y, ante la alegría de tener a Jesús consigo, renunció en sus bienes.
Tener a la Palabra hospedada en su casa, colmaba toda su
vida. Y, Jesús le aseguró que, en ese momento, había recibido la salvación porque
buscó en Jesús lo que los hombres no podían darle con sus palabras, porque las
de Jesús, son de vida eterna.
Hoy, el reto del amor es, escuchar con mucha atención la Palabra de Dios que se proclama en la misa y esperar de ella la salvación segura.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial.
Sólo se permite un uso para actividades de evangelización
siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.
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