"Ventana abierta"
LA VIRGEN DE LA PIEDAD
Cuando voy al Vaticano, cuando entro en San
Pedro, siempre hago mi primera parada en te el altar de la Virgen, de la
escultura de Miguel Ángel que se encuentra cerca de la puerta a la derecha, es
la que llamamos "La Piedad" de Miguel Ángel.
María Desolada, María que sostiene al Hijo
muerto en sus brazos sobre sus rodillas; es como si en esa entrada con esa
cercanía a la puerta, nos quisiera decir la Iglesia que aquel edificio está
sostenido, está apoyado por la fe en un Dios Hombre llegando al extremo máximo
a que pueda llegar el amor humano.
Pues bien, esa imagen, esa imagen espectacular
de Miguel Ángel, esa "Piedad" realmente es para nosotros una
auténtica lección:
1º. En primer lugar tiene un anacronismo, el
anacronismo de que la Virgen es casi tan joven como el Hijo, cuando en realidad
debía de ser bastante mayor; pero ese anacronismo es un símbolo, el símbolo de
que el amor de una madre nunca envejece, aunque la madre tenga ochenta años y
el hijo sesenta, sigue siendo aquella mujer joven, que le acunó por primera vez
tantos años atrás entre sus brazos, el amor de una madre es siempre joven, una
madre es siempre joven para un hijo.
2º. En segundo lugar me llama la atención
ese gesto de la mano de María alzado al aire suavemente, como si estuviera
preguntándole a Dios lo que momentos antes le había preguntado el Hijo antes de
morir: "Padre, ¿por qué le has abandonado? ¿Por qué, has permitido su
muerte? Pero no es una pregunta de desesperación, de crisis de fe, es una
pregunta que se compagina con el apoyo que da al Hijo muerto.
El Hijo, Jesús, que está sostenido sobre las
rodillas de la Madre, a esas rodillas seguramente Jesús se subió tantas veces
cuando era un Niño, en esas rodillas debió poner su cabeza cuando era un
adolescente y, ahí en Nazaret, se preguntaba cuándo llegaría la hora de
marcharse a la vida pública, de empezar a recorrer os caminos para evangelizar.
Nunca tuvo Jesús un trono mejor -aunque hubiera encontrado una coronación que
no tuvo y que no buscó- una coronación como Rey en un trono de oro y de piedras
preciosas, nunca habría encontrado un trono mejor que las rodillas de su madre,
nunca hay un puesto mejor para colocarse, porque nunca hay nada tan noble, ni
que te dé tanto amor.
"María Desolada", María que lleva
entre sus brazos, sobre sus rodillas el cuerpo muerto del Hijo.
Me recuerda hoy a tantas madres del pasado, del
presente, del futuro, tantas madres que experimentan el fracaso de sus hijos,
que experimentan el hijo en la droga que no puede salir de ella, el hijo con el
sida, el hijo en el paro... cuántas veces vienen a decirme, a pedir: ¡Padre, un
trabajo para mi hijo, un trabajo para mi hijo!
Cuántas veces se encuentran con el hijo al
final ya quizá de su vida con un fracaso matrimonial, con una depresión, quizá
no han sabido transmitirles el mayor de los tesoros, que es el tesoro de la fe,
que se dan cuenta de que el hijo se va a enfrentar, se está enfrentando a las
cruces de la vida sin la ayuda y el consuelo de la fe en Dios.
María, la Madre eterna que sostiene al Hijo más
allá de toda esperanza.
Eso es, queridos amigos, lo que representa esa
imagen de "La Piedad" de Miguel Ángel, ante la cual tendríamos que
estar permanentemente en contemplación.
Quiero invitarles a ustedes a que acudan
a ver a la "Virgen del Camino" en León, que también lleva Ella al
Hijo muerto entre sus brazos. O que vayan a visitar a nuestra Señora de
las Angustias en Navalmoral de la Mata, también representa otra
"María del Descendimiento", y que allí, ante esas imágenes, o ante
cualquier otra imagen de la "Virgen de la Piedad", de la Virgen con
el Hijo muerto entre sus brazos, le prometan ustedes a Cristo que no le van a
abandonar, aunque haya pocos motivos de esperanza, aunque tengan la impresión de
que el final ha llegado y que ya no hay nada más por lo que luchar, que no van
a hacer como aquellos que huyen ante la cruz, que van a hacer en cambio como
María que sostiene al Hijo más allá incluso de la muerte. Recuerden que la
muerte no es el final, que la vida continúa más allá de la muerte y que podemos
hacer algo por los seres queridos que ya no están entre nosotros; primero que
mientras hay vida, hay esperanza, que incluso aunque la muerte y el fracaso
haya llegado, la vida continúa, hay otra vida más allá de la muerte y podemos
seguir ayudando a aquellos a los que hemos amado tanto, al final el amor es el
que vence a la muerte.
¡Que Dios nos ayude a conseguirlo como María!"
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