"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
17 « No penséis que he venido a
abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18 Sí,
os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de
la Ley sin que todo suceda.
19 Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. (Mt. 5, 17-19)
La Ley, los Profetas y el Evangelio de
Jesucristo, forman un todo en crecimiento hasta llegar a Jesús, “el
que lo acaba todo en todos”. Gracia y Verdad son la
plenitud, ellas, son el fruto maduro de la Revelación de Dios a
los hombres.
Moisés, primero, promulgó
la Ley, recibida directamente de Dios en el Monte Sinaí, sobre
unas losetas de piedra. Y, esta Ley, a pesar de ser Palabra
de Dios, se daba un pueblo que no conocía al Dios Único, sino
que su inclinación, siempre recaía en los
ídolos, diosecillos que, colmaban, de momento, sus
deseos, dejándolos satisfechos. De aquí que, Moisés, les
amonestaba con prohibiciones y amenazas, a ver si poco a poco, iban
conociendo al Dios verdadero, Yahvé. Moisés, fue el verdadero
siervo en la casa de Dios que, acogía su Palabra con fidelidad y
la transmitía, con no menor obediencia. Pero, siempre tropezaba con
un pueblo de corazón de piedra que, muchas veces rechazaba a Dios, a
través de “Moisés, el hombre manso y lleno de Dios, porque hablaba
con Él, cara a cara, como un amigo con su Amigo”.
Y cuando Moisés acabó sus días, suscitó el Señor a
los Profetas, hombres no menos fieles que Moisés que, transmitían los
oráculos divinos a un pueblo no mejor dispuesto que el de sus padres. Los
profetas, eran rechazados, porque de continuo amonestaban a todos a
la conversión a Dios y la mayoría del pueblo no quería renunciar a sus gustos y
apetencias y en su pecado, llegaron a matar a algunos de ellos.
“Y Dios, por su gran misericordia y por el gran amor con
que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho
vivir con Cristo”. Pero, como Señor y Dios de todos estos antepasados
y mandados, también fue rechazado y no menos humillado su
Enviado, Jesús, haciéndole morir en una cruz. Éste, fue el
precio de nuestra Salvación y la plenitud de la gracia y
la verdad. Porque, a pesar del pecado del hombre, el plan
salvífico y amoroso de Dios sobre su criatura, se llevó a feliz
término en la Persona de Jesucristo, el Hijo de Dios. Dios, siempre
es fiel a sus promesas y esto, por encima de la fidelidad o infidelidad de
los destinatarios de la misma. Porque Dios, es
Gracia, es Don, es entrega por Amor. Sí que pide respuesta
afirmativa a su Amor, pero si esto no se da, Él, sigue
esperando porque su paciencia y confianza en el hombre, hecho a su imagen,
es infinita y no declina. Porque “la paciencia de Dios, no es
una impotencia a tratar con rigor, sino una voluntad de amar que
no se retira”, como decía nuestro querido Papa, Benedicto
XVI.
¡Somos criaturas privilegiadas pues, estamos firmes y seguros
de que el Amor nos rodea, ahora y siempre y Éste, sin fisuras o
titubeos! Porque el amor de Dios, es nuestra Roca de refugio
siempre abierto a mostrarnos “la Gracia y la Verdad
que, sólo nos vienen por Jesucristo”. La gracia, es un
hábito sobrenatural que nunca nos abandona, mientras nosotros, con
nuestras palabras y obras no lo rechacemos…
¡Jesús, que nunca abandonemos este clima de Verdad
en nuestras vidas, porque Tú eres también la Verdad
del Padre y nuestra Verdad que, nos
ama “excesivamente”!
¡Ven Señor Jesús, ábrenos para recibirte y seremos fieles a tanto Amor! ¡Amén! ¡Amén!
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