"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
SENTADA A LOS PIES DE JESÚS, ESCUCHÁNDOLE
38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,
40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»
41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» (Lc. 10, 38-42)
Jesús, también se hospeda en nuestra casa y allí, quiere, lo primero, ser escuchado. Quiere que su Palabra, se abra paso entre las mil ocupaciones del día. ¡Qué bien lo entendió María, la hermana de Lázaro y Marta! Ella, al llegar el Maestro a su casa, dejó todo y se sentó a sus pies. Y permanecía absorta en todo lo que salía de los labios de Jesús. Él, es la Palabra del Padre y quiere que le dediquemos tiempo para estar con Él y oír con devoción y acción de gracias, tantas cosas como quiere revelarnos del Padre: “mi Palabra no es mía, sino del Padre que me ha enviado”. Ella es luz para nuestro caminar y también nos trae la vida eterna...
¡Dediquemos, tiempo, sí, a las tareas materiales, que nos son necesarias, pero abramos nuestro corazón a “la mejor parte”, pues, lo demás pasará: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, dice el Señor”!... ¡Y esto, nos parece mentira que vaya a desaparecer, porque estamos rodeados de muchas cosas buenas que nos ofrece este mundo!… ¡Bueno, no exactamente desaparecerá! Sino que, todo lo bueno será transformado ante la Segunda Venida de Jesús a este mundo y todo lo hará nuevo, es decir, puro, sin el lastre de pecado y de maldad que rodea todo lo que “el Príncipe de este mundo” toca y quiere sojuzgar bajo sus pies... La gloria de Jesucristo, todo lo iluminará y aquellas horas en que buscamos su Rostro, sentados a sus pies, serán nuestro testimonio de una adhesión Él, que no tendrá parangón con nada. “La mejor parte”, quedará iluminada y Jesús la tomará como “suya” porque sólo de amor está rodeada…
Se dice que, la oración realmente comienza, cuando pasamos tiempo con Jesús. Pero el problema está, en dedicar tiempo para la oración... ¡Oh, bendita el alma que, siente una necesidad imperiosa de estar con Jesús!... Ella, nos podrá enseñar muchas cosas sobre el Reino de Dios. Y, lo primero, nos contará cómo consiguió dejar todo aparcado y dedicar al Señor algunos tiempos largos en el día... Pero, no es cuestión de “puños” o “voluntarismo”, sino que, es un don de Dios que, Él no niega a quién se lo pide... ¡Seamos ansiosos de esta oración de suplica que, el mismo Espíritu Santo provoca en nosotros!...
Los mismos apóstoles, le pidieron un día a Jesús: “Enséñanos a orar". Y Él, les fue recitando la oración del Padre-Nuestro... ¿Qué otra cosa podría decirles Jesús, para iniciarles en la plegaria, que no fuera: “Padre mío y Padre vuestro”?... Hacer presente al Padre en nuestra vida, nos llena el corazón de amor y de paz: Él, nos ha creado por amor; Nos ha regalado la filiación, por la que podemos decir: “¡Papá, mi Papá!” ... Cosa ésta que no ofreció a los ángeles… Y es que, nuestro Padre-Dios, nos ve a través de su Hijo Jesús y en Él, no puede menos que apreciarnos como hijos adoptivos suyos, en su Hijo...
¡Espíritu Santo, concédeme el espíritu filial que, me haga orar, una y otra vez: “¡Padre, Papá, mi Papaíto!” ...¡Qué así sea! ¡Gracias Jesús!..
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