"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
QUIÉN NO ESTÁ CONTRA MI, ESTÁ CONMIGO
39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (Mc. 9, 38-40)
En
este Evangelio aparece un hombre que, entusiasmado con
Jesús, quiere hacer los milagros de curación que Él hace. Y se
pone con toda ilusión y confianza a echar demonios en
su Nombre. Él sabe que, este poder no es
suyo, sino que procede de pronunciar el Nombre de Jesús
con fe...
Y lo
primero que vemos en este hombre es su preocupación por sus hermanos y en este
caso, los endemoniados. No quiere que sigan bajo esta posesión
diabólica, cuando pueden
quedar curados tan sólo pronunciando “el Nombre de
Jesús” que es salud y salvación. Y este amor hacia el
otro, le lleva a acercarse al Señor y hasta a hablar bien del
Maestro... Jesús alaba a este hombre que
no ha seguido “el camino normal” de su
seguimiento, sino aquél que le ha inspirado el Espíritu
Santo: saltando todas las mediaciones, va directo a Jesús y a la gracia
que Él reparte entre todos sus oyentes.
Este
romper la lógica humana no es comprendida por sus discípulos que
quieren reducir a “este seguidor” al silencio, de palabra y
de obra. Y buscan como aliado de este, “su buen
obrar”, al Maestro... Todavía no han asimilado que Jesús ha venido
para todos y no para un grupito de privilegiados. Juan no se ha dado cuenta de
que, “de los nuestros” y “de los otros”, es seguir todavía
en el Antiguo Testamento que distingue los judíos de los paganos. Jesús ha
venido para “hacer de los dos pueblos, uno sólo,
derribando el muro que los separaba: el odio”... Dios ama a
todos los hombres porque son suyos: a los que hablan bien de Él y a
los que,sin hacer esto, tampoco hablan mal. Todos caen bajo el poder
de su misericordia y a cada uno lo va atrayendo a Sí, sin hacer
violencia a su corazón, que, en la hora de Dios, le
confesarán, como su Señor y su
Dios... Pero, “al que en este mundo confiese al Hijo del
Hombre y a sus Palabras, ante esta generación descreída, Él lo
confesará ante su Padre del cielo, cuando venga en
su Gloria”... ¡Es esta una gran promesa y muy consoladora,
porque esperamos con fe este momento en que comenzará nuestra
bienaventuranza: ¡vivir ya, por toda la eternidad, junto a Jesús
y a su Padre Dios y con la fuerza del Espíritu Santo, porque hemos
creído en Él y lo hemos confesado como
el Único Salvador!: “bajo el cielo, no se nos ha dado
otro Nombre que pueda salvarnos”: ésta es nuestra fe, a la
que nos adherimos con la fuerza que nos da el Espíritu
Santo,para que hagamos esta confesión con la firmeza de la gracia y la alegría
en el Señor...
¡Señor,
creemos y sabemos que Tú, eres el Hijo de Dios, el Santo que
había de venir!... ¡Sostennos firmes en esta nuestra fe y
confianza!... ¡Amén, Amén!
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