"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL SEGUNGO DOMINGO DE ADVIENTO (C)
“Una voz grita en el desierto: Preparad el
camino del Señor, allanad sus senderos”.
La liturgia continúa su recorrido por el
Adviento y nos hallamos en el segundo domingo. La liturgia para el primer
domingo nos traía como tema principal la espera de la segunda venida del Señor,
el “mañana”, el sentido escatológico del Adviento. Por eso la liturgia nos
invitaba a estar “vigilantes”, en espera.
En esta segunda semana el tema de las lecturas
es la venida del Señor en el tiempo presente, el “hoy”. La liturgia de este
domingo nos invita a la conversión, que es la nota predominante de la
predicación de Juan el Bautista en el Evangelio que leemos hoy (Lc 3,1-6) y se
proyectará hasta la tercera semana de Adviento. Durante esta semana la liturgia
nos exhorta a reflexionar sobre las palabras de Juan: “Una voz grita en el
desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”, porque Jesús
llega. Lucas nos quiere dejar saber que la actividad de Juan es el cumplimiento
de la profecía de Isaías, y para eso echa mano de un texto del profeta
(40,3-5): “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los
valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios”.
Y, ¿qué mejor manera de “preparar el camino”
que buscando reconciliarnos con el Señor? En aquél entonces Juan predicaba un
“bautismo de conversión para perdón de los pecados” como preparación para la
llegada del Salvador. Hoy, durante esta segunda semana de Adviento, la Iglesia
nos invita a acudir al sacramento de la reconciliación, que nos reconcilia con
Dios y nos devuelve la amistad que habíamos perdido por el pecado. De este
modo, cuando llegue la Navidad, estaremos en posición de unirnos
sacramentalmente con Jesús y nuestros hermanos en la Eucaristía, del mismo modo
que los discípulos de Juan Bautista estuvieron en disposición de recibir y
aceptar a Jesús cuando se hizo entre ellos.
Durante esta semana podemos buscar en los
diferentes templos que tenemos cerca, los horarios de confesiones disponibles,
para que cuando llegue la Navidad, estemos bien preparados interiormente,
uniéndonos a Jesús y a nuestros hermanos en la Eucaristía. No dejemos pasar
esta oportunidad que se nos brinda. El momento es AHORA. Créeme, no te vas a
arrepentir. Entonces sentiremos el bálsamo sanador de la Misericordia de Dios y
podremos decir con el salmista: “Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos
parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares… El Señor
ha estado grande con nosotros, y estamos alegres…”
“Oh Dios, Padre nuestro: Ahora en nuestro tiempo sabemos cómo perforar montañas, y nivelar colinas para construir autopistas, pero hemos perdido el camino que nos lleva al corazón de los otros y hacia ti. Que tu Hijo venga a nosotros para hacernos lo bastante creativos y audaces para construir avenidas de justicia y amor que nos hagan encontrarnos los unos a los otros y encontrarte a ti, nuestro Dios vivo. Te lo pedimos en el nombre de aquél a quien esperamos y que nos espera, Jesucristo nuestro Señor” (Oración Colecta).
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