"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. (1)
“Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas”.
La lectura evangélica
de hoy (Mc 2,23-28) nos presenta a Jesús, un sábado, atravesando un campo con
sus discípulos, quienes arrancaban espigas mientras caminaban para comerse los
granos. Éste último detalle no surge explícitamente de la lectura, pero el evangelio
paralelo de Mateo (12,1-8), dice que los discípulos “desgranaban” las espigas
para comerse los granos porque “tenían hambre”.
Los fariseos que observaban la escena les critican severamente: “Oye, ¿por
qué hacen en sábado lo que no está permitido?” Al decir eso se referían a la
prohibición contenida en Ex 20,8-11 que ellos interpretaban de manera estricta,
considerando una transgresión lo que los discípulos hacían. Los fariseos
pretenden utilizar las escrituras para condenar a Jesús, pero Jesús demuestra
tener un vasto conocimiento de las escrituras. Eso lo vemos a lo largo de todos
los relatos evangélicos. Por eso les riposta citando el pasaje en el que el
mismo rey David hizo algo prohibido al tomar los panes consagrados del templo
para saciar el hambre de sus hombres (1 Sam 21,2-7).
Esta observancia estricta del sábado, la circuncisión, la pureza ritual,
fueron fomentadas por los sacerdotes durante el destierro en Babilonia para que
no se perdieran esas tradiciones, y para distinguir al pueblo judío de todos
los demás. Esto dio margen al nacimiento del llamado “judaísmo”. Estas
prácticas llegaron al extremo de controlar todos los aspectos de la vida de los
judíos. La observancia de la Ley, por la ley misma, por encima de los hombres.
Es por eso que Jesús dice: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre
para el sábado”. El amor, la misericordia, están por encima de la Ley. Jesús es
Dios, es el Amor. Por tanto, termina diciendo Jesús que “el Hijo del hombre es
señor también del sábado”.
Dar cumplimiento a la ley no es suficiente (la palabra cumplimiento está
compuesta por dos: “cumplo” y “miento”). Estamos llamados a ir más allá. Si
aceptamos que Jesús es el dueño del sábado, y que Él nos invita a seguirle
(como lo hicieron los discípulos en la lectura), todo está también a nuestro
servicio, cuando se trata de seguir sus pasos. De ahí que “el sábado se hizo
para el hombre y no el hombre para el sábado”.
El Evangelio de ayer nos hablaba de la necesidad de guardar el “vino
nuevo” en “odres nuevos”. De eso se trata el mensaje de Jesús. No podemos
permitir que la observancia de los ritos y la interpretación estricta de los
preceptos nos impidan practicar el amor y la misericordia (“Misericordia
quiero, que no sacrificio” – Mt 12,7; Cfr. Os
6,6). A eso se refería el papa Francisco cuando dijo: “Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar puertas abiertas y no fiscales de la fe”.
Para seguir a Jesús no es necesario que nos convirtamos en “beatos” ni que nos apartemos del mundo. No podemos vivir un ritualismo artificial que raye en la hipocresía. Ese es el cristiano del siglo 21… ¡Atrévete!
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