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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

martes, 28 de julio de 2020

REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA DÉCIMO SEPTIMA SEMANA DEL T.O. (2) 28 - Julio - 2020

"ventana abierta"


De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA DÉCIMO SEPTIMA SEMANA DEL T.O. (2)  


“¡Señor, ¿dónde estás?, no nos ocultes tu rostro!”

El evangelio de hoy (Mt 13,36-43) es la explicación que el mismo Jesús nos brinda de la parábola de la cizaña que leyéramos el décimosexto domingo, y comentáramos en nuestra reflexión para ese día.

Como primera lectura, la liturgia nos sigue presentando al profeta Jeremías (14,17-22). Este cántico de Jeremías es una invocación desgarradora, una plegaria penitencial invocando la ayuda y misericordia de Dios ante dos tragedias que enfrentaba el pueblo judío. Por un lado, una sequía devastadora que llevaba varios años arropando al país, con la consecuente hambruna y miseria, y por otro lado las guerras en las que Yahvé parecía haber abandonado a su pueblo, con la inminencia de una invasión y la subsiguiente deportación. Ante este cuadro Dios guarda silencio: “desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país”. Tal parece que el grito colectivo es: “¡Señor, ¿dónde estás?, no nos ocultes tu rostro!”

A ese grito desesperado le sigue un acto de contrición: “Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti”. Finalmente hace lo que nosotros solemos hacer, le reclamamos nuestros “derechos” bajo la alianza que nosotros mismos hemos incumplido: “recuerda y no rompas tu alianza con nosotros”. El profeta, a nombre del pueblo lo intenta todo, inclusive pedirle a Dios que, si no por ellos, al menos por su propio prestigio, para que otros pueblos no piensen que su Dios es “flojo”. Y en una oración que nos evoca la oración del profeta Elías a Yahvé en el monte Carmelo que puso fin a una gran sequía, a diferencia de los profetas de Baal que no pudieron (Cfr. 1 Re 18,20-46), Jeremías exclama: “¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?”

El cuadro que nos presenta Jeremías no dista mucho de nuestra situación actual, aunque en diferente contexto. Nos sentimos atribulados por la pandemia que nos arropa y no parece tener fin, con la consecuente estrechez económica que parece arropar al mundo entero, todo ello unido a una violencia que parece seguir escalando fuera de control, al punto que “tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país”. Y muchos se preguntan dónde está Dios… Y le reclaman…

Pero somos nosotros los que nos hemos alejado de Él, los que le hemos echado de nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, nuestras escuelas, nuestras instituciones, nuestros gobiernos, y hasta de nuestras iglesias. ¡Y tenemos la osadía de preguntar qué nos pasa!

Parece que no entendemos, o no queremos admitir, que ese aparente “silencio de Dios” es provocado por nuestro alejamiento como pueblo. Todavía estamos a tiempo. Si nos convertimos y volvemos al Señor, Él saldrá a nuestro encuentro, se echará a nuestro cuello, nos besará y nos recibirá de vuelta en su Casa (Cfr. Lc 11-32). Entonces comprenderemos que Él nunca nos ha abandonado, que las “desgracias” que nos aquejan no son “castigos” suyos, sino de nuestra propia hechura. De nosotros depende. Él está siempre ahí, esperando que le reconozcamos. Y se nos abrirán los ojos de la fe; entonces seremos consolados y fortalecidos hasta que todo termine, en Su tiempo…

Jesús, ¡en Ti confío!

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