"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
SANTO CUERPO Y SANGRE DE JESUCRISTO
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si
uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi
carne por la vida del mundo. »
52 Discutían entre sí los
judíos y decían: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? »
53 Jesús les dijo: « En
verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come mi carne y
bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre,
que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá
por mí.
58 Este es el pan bajado
del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma
este pan vivirá para siempre. » (Jn. 6, 51-58)
Este es el misterio puente entre el cielo y la tierra… Y
es que Dios vio nuestra imposibilidad de llegar a Él si Él mismo no se acercaba
a nuestra humanidad, pobre por el pecado, que ha desfigurado su imagen en cada
uno de nosotros: “tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su Hijo, en una carne
pecadora como la nuestra”, ¡pero perfecta, porque en Él es imposible que haya
pecado!... “Tomó su Cuerpo y nos dijo: “tomad y comed”… “tomó su Sangre y nos
dijo: “tomad y bebed”… Y desde entonces, por la acogida en la fe y en el amor,
nos hacemos como Él, dioses: “seréis como dioses”…
¡No, esto que nos resulta imposible se hizo posible “por
el excesivo Amor con que Dios nos ha amado”, que nos dijo: “comedme y bebedme
para tener vida eterna”!… ¡Que esto es “ser como dioses”!… ¡Qué condescendencia
divina!... ¡Qué inaudita misericordia!... ¡Qué abismo de generosidad!…
Y podemos pensar: “desde ahora todo es posible al que
cree”… ¡Pero no es tan fácil, porque el hombre ama mucho “su yo” y para recibir
a Jesús sólo puede existir un “Tú”!. Éste, supera infinitamente esta criatura
humana, “chispa del brasero de Dios”, que es su bella creación… ¡Se necesita
para comulgar una humildad loca por Dios, que no es más que “un amor a Dios
hasta el desprecio total de sí mismo”, sabiendo, con una certeza misteriosa,
que sólo así se me devolverá “un yo mismo”, centuplicado en gracias y dones
divinos: un ser divinizado que ha traspasado, de alguna manera, su ser de
creatura contingente…
Y esta donación de Amor se hizo “a golpe de un
arrebatado deseo”: “¡He deseado enormemente comer esta comida Pascual con
vosotros, antes de padecer!”. El “deseo de Dios” no es cualquier deseo, como
muchos de los nuestros, sino que es un “deseo divino” y todo lo que Dios quiere
es ya acto en sí y no potencia… ¡El ansia que Jesús tiene de comer con nosotros
el Cordero Pascual es “el ansia” que tiene de que todos los hombres coman su
Cuerpo y beban su Sangre, para ser salvos y llegar a vivir con Él eternamente!…
¿Tenemos nosotros este deseo fuerte de alimentarnos de
la Eucaristía, quitando rápidamente “el pecado que nos ata”, (¡aunque sea el
más leve!), para ya en amistad y diálogo con Jesús, poder entrar en comunión
con Él?...
¡Deseemos recibir al que es el “Verdadero Alimento” para
nuestra vida!… ¡Y al decir “desear”, no estamos hablando de “sentimientos” que
hinchan el alma, pero no sirven para la Unión!... ¡No, es “el deseo” que tiene
una fe robusta, que no admite duda o dilación alguna en sus actos, sino que se
lanza a Jesús, el objeto Amado y apartando los obstáculos de la razón, que se
interceptan en su camino, entra de lleno en la comunión plena con el Cuerpo y
la Sangre Preciosa de su Señor y su Dios!... ¡Y allí, reposa, “a su sabor”, su
esclava y criatura, en espera dichosa de su Voluntad Santa!… ¡¡Que así sea!!...
¡¡Mi Jesús y mi Dios!!…
No hay comentarios:
Publicar un comentario