"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
JESÚS CURA EN GENESARET
53 Terminada la travesía, llegaron a tierra
en Genesaret y atracaron.
54 Apenas desembarcaron, le
reconocieron en seguida,
55 recorrieron toda aquella
región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él
estaba.
56 Y dondequiera que
entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas
y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron
quedaban salvados. (Mc. 6, 53-56)

Tan pronto como Jesús desembarcó en
Genesaret, un aluvión de gente enferma y necesitada acudió a Él para ser
sanados de sus males. Se corrió la voz de que Jesús estaba allí y de aldeas,
pueblos y plazas acudían con sus camillas, o sus muletas o sus demonios
pidiéndole ayuda. Nada ni nadie podía parar a esta gente que tenía el corazón
lleno de fe y de una esperanza que ya era posesión de su salud. Querían “tocar
siquiera el borde del manto”, porque ello suponía un cambio en su situación
penosa. Tocar algo de la pertenencia de Jesús. Quizás habían oído de la fe y la
curación de la mujer que padecía flujos de sangre desde hacía 12 años y cómo
tocando tan solo su manto, quedo curada…
Todos ellos eran pobres que reconocían su
necesidad e iban presurosos al Médico de Galilea pidiendo remedio…
Nosotros padecemos también muchas dolencias,
unas son públicas y otras secretas, ¿vamos también tan presurosos como estas
gentes para tocar a Jesús y poner a sus pies nuestro ser enfermo…? La
Eucaristía nos da ese contacto misterioso de cuerpo a Cuerpo. Cuando entramos
en comunión con Él, la sangre divina fluye por todo nuestro ser y no sólo sana
nuestro cuerpo, sino que nuestro espíritu queda inundado y absorbido por su
Luz, que es su Espíritu…
¿Tenemos avidez de este cambio…? Veamos que
donde se halla la soledad, entra la pertenencia a Otro que nos ama; donde la
oscuridad y las tinieblas, todo se llena de Luz y de risa de Dios; donde la
tristeza y la preocupación, aparece la alegría y la dependencia de Jesús, que
es seguridad en la Roca firme… Sólo nos falta un poco de fe, que el resto lo
hace Él con su fuerza poderosa, porque Él es Comunión y Luz y Alegría, Él es
todo y se ha hecho nuestro cuerpo para que seamos dioses y ya no mendiguemos
más a las puertas de nuestras miserias y enfermedades.
¡Jesús, ten piedad de nosotros que con nada
vinimos al mundo y saldremos de él, por tu gracia, plenos de divinidad y
eternidad…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario