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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 30 de enero de 2020

Gota de humor: Consulta al médico

"Ventana abierta"

Evangelio: San Marcos 4, 21-25. En aquel tiempo dijo Jesús al gentío: "Se trae una lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?... 3ª. Semana del T.O. Jueves, 30 - Enero - 2020

"Ventana abierta"

HOY EL RETO DEL AMOR ES HACER MEMORIA DE JESUCRISTO, DE SU ACCIÓN EN TU VIDA. Jueves, 30 - Enero - 2020

"Ventana abierta"


HOY EL RETO DEL AMOR ES HACER MEMORIA DE JESUCRISTO, DE SU ACCIÓN EN TU VIDA

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

CUANDO TU TRABAJO DEPENDE DE UN BOTÓN...

Es una sensación terrorífica. Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez. Llevaba toda la tarde trabajando un documento en el ordenador. Sé que, mientras se trabaja, hay que estar pendiente de darle a guardar de vez en cuando... pero yo me centro en lo que estoy haciendo, y se me olvida. Y esos despistes pueden salir muy caros.
Fue al final de la tarde cuando me di cuenta de que no había guardado ni una vez. Inmediatamente di al botón correspondiente... y el ordenador decidió bloquearse.
Aparece el temible cartel de “No responde”... la pantalla toma un color blanco... yo con taquicardias...
En esos momentos fui consciente de las horas que llevaba en ese proyecto. Si en un instante se perdía, ¡me iba a dar un patatús!
“Guardado”, notificó de pronto el ordenador.
¡¡Uuuuuuuffff, qué alivio!!
Ya en la oración, todavía con un poco de susto en el cuerpo, me vino a la mente la frase de un salmo: “No olvidéis las acciones del Señor”.
Fue entonces cuando caí en la cuenta de las horas y horas que Cristo dedica en cada uno de nosotros, en cuidarnos, en ir abriéndonos caminos en el mar. Cambios de planes, “coincidencias”, la palabra exacta en el momento oportuno... ¡hace auténticas filigranas por nosotros!
Dicen los Evangelios que María, al ver las acciones de Dios, las guardaba en su corazón. ¿Y tú? ¿Das alguna vez a “guardar” en tu corazón, o sigues trabajando sin más?
Todos los detalles, acontecimientos, en los que hemos visto actuar a Jesucristo, son un precioso tesoro que no debemos olvidar. Son luces en el camino que demuestran de forma concreta lo mucho que Cristo te ama, lo mucho que le importas: ¡Él pelea a tu favor!
Y, tan grande es su amor, que incluso promete que “aunque ellos se olviden, yo no te olvidaré” (Is 49, 15).
Hoy el reto del amor es hacer memoria de Jesucristo, de Su acción en tu vida. Te invito a que, en tu oración, recuerdes al menos tres acontecimientos en que viste al Señor obrando en tu historia. ¡Refresca la memoria de tu corazón! Cristo te ha cuidado tanto hasta este momento... ¡y seguirá haciéndolo! ¡Feliz día!
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Saludo: Buenas noches

"Ventana abierta"

Saludo: Buenos días

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miércoles, 29 de enero de 2020

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Miércoles, 29 - Enero - 2020.

 "Ventana abierta"

P. José Luis Miguel González

Sacerdote católico y agustino (OSA).

Para que puedas contar y grabar en la memoria. La vida se hace historia. JMCS.

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2020.

Papa Francisco: “Toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.

En la memoria litúrgica de San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia, fundador de la Orden de la Visitación y patrono de la prensa católica, se hizo público, como todos los años, el tradicional Mensaje del Santo Padre con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. En esta ocasión se titula: “Para que puedas contar y grabar en la memoria. La vida se hace historia”.

El Papa Francisco dedica su Mensaje de este año con motivo de la LIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales al tema de la narración, puesto que – como él mismo explica – “para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos”.

A lo largo de cinco puntos el Pontífice explica la importancia de los relatos que deben estar a la altura de la humanidad a la que Jesús la elevó, puesto que “toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse”.  Y añade que “no hay historias humanas insignificantes o pequeñas”, porque “después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.

Tejer historias

Teniendo en cuenta que “el hombre es un ser narrador”, el Papa recuerda que “los relatos nos enseñan; plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos”. Sí, porque como escribe: “El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad, sino que también es el único ser que necesita ‘revestirse’ de historias para custodiar su propia vida”. Y, de hecho, “sumergiéndonos en las historias” – escribe Francisco – “podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida”. A lo que añade:

“El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio, nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal”

No todas las historias son buenas

Naturalmente Francisco sabe que no todas las historias son buenas. De hecho muchas “nos narcotizan” – escribe – “convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices”. Y añade que “casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos”. A lo que pone de manifiesto que “en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”.

“Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”

Por otra parte, el Pontífice al referir que en nuestra época, “en la que la falsificación es cada vez más sofisticada y alcanza niveles exponenciales” (el deepfake), “necesitamos sabiduría para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos”.

“Necesitamos valor para rechazar los que son falsos y malvados. Necesitamos paciencia y discernimiento para redescubrir historias que nos ayuden a no perder el hilo entre las muchas laceraciones de hoy; historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos, incluso en la heroicidad ignorada de la vida cotidiana”

La Historia de las historias

Tras reafirmar que la Sagrada Escritura “es una Historia de historias”. Francisco escribe que “a través de su narración Dios llama a las cosas a la vida y, como colofón, crea al hombre y a la mujer como sus interlocutores libres, generadores de historia junto a Él”. Y recuerda que “no nacemos realizados, sino que necesitamos constantemente ser ‘tejidos’ y ‘bordados’”; porque “la vida nos fue dada para invitarnos a seguir tejiendo esa ‘obra admirable’ que somos”.

Y en este sentido, el Pontífice destaca que la Biblia “es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad”, en cuyo centro está Jesús, dado que “su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”. Por otra parte, al recordar que el título de este Mensaje está tomado del libro del Éxodo, que constituye un relato fundamental, en el que Dios interviene en la historia de su pueblo, el Santo Padre agrega textualmente:

“De hecho, cuando los hijos de Israel estaban esclavizados clamaron a Dios, Él los escuchó y rememoró: ‘Dios se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob’ (…). De la memoria de Dios brota la liberación de la opresión, que tiene lugar a través de signos y prodigios”

El Dios de la vida se comunica contando la vida

El Papa Francisco no deja de recordar que Jesús hablaba de Dios no con razonamientos abstractos, sino con parábolas y narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Y explica que de este modo “para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma”. Por esta razón no es causal que “también los Evangelios sean relatos”, dado que mientras nos informan sobre Jesús, nos “performan” y conforman a Él:

“El Evangelio de Juan nos dice que el Narrador por excelencia – el Verbo, la Palabra – se hizo narración: ‘El Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado’”

En punto de su Mensaje el Santo Padre escribe que ha querido utilizar el término “contado” porque en lengua original puede traducirse como “revelado” o “contado”.

“Dios se ha entretejido personalmente en nuestra humanidad, dándonos así una nueva forma de tejer nuestras historias”

Una historia que se renueva

El Papa Francisco recuerda que “la historia de Cristo no es patrimonio del pasado”, sino que “es nuestra historia, siempre actual”. Además “nos dice que no hay historias humanas insignificantes o pequeñas”, porque “después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.

“En la historia de cada hombre, el Padre vuelve a ver la historia de su Hijo que bajó a la tierra. Toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse”

El Pontífice escribe que “re-cordar significa efectivamente llevar al corazón, ‘escribir’ en el corazón. Por obra del Espíritu Santo cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio”.

Como las Confesiones de Agustín. Como El Relato del Peregrino de Ignacio. Como la Historia de un alma de Teresita del Niño Jesús. Como Los Novios, como Los Hermanos Karamazov. Como tantas innumerables historias que han escenificado admirablemente el encuentro entre la libertad de Dios y la del hombre. Cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios.

Una historia que nos renueva

Hacia el final de su Mensaje el Papa escribe que “en todo gran relato entra en juego el nuestro”, dado que al leer la Escritura, las historias de los santos, y también otros textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el “Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios”.

Cuando rememoramos el amor que nos creó y nos salvó, cuando ponemos amor en nuestras historias diarias, cuando tejemos de misericordia las tramas de nuestros días, entonces pasamos página. Ya no estamos anudados a los recuerdos y a las tristezas, enlazados a una memoria enferma que nos aprisiona el corazón, sino que abriéndonos a los demás, nos abrimos a la visión misma del Narrador.

Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil; aunque la crónica de los acontecimientos permanezca inalterada, cambian el sentido y la perspectiva. Contarse al Señor es entrar en su mirada de amor compasivo hacia nosotros y hacia los demás. A Él podemos narrarle las historias que vivimos, llevarle a las personas, confiarle las situaciones. Con Él podemos anudar el tejido de la vida, remendando los rotos y los jirones. ¡Cuánto lo necesitamos todos!

“Nadie es un extra en el escenario del mundo y la historia de cada uno está abierta a la posibilidad de cambiar. Incluso cuando contamos el mal podemos aprender a dejar espacio a la redención, podemos reconocer en medio del mal el dinamismo del bien y hacerle sitio”

No se trata, pues, de seguir la lógica del storytelling, ni de hacer o hacerse publicidad, sino de rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas.

El Papa concluye su mensaje invitando a encomendarse a esa mujer “que tejió la humanidad de Dios en su seno” y, tal como dice el Evangelio, “entretejió todo lo que le sucedía”. Y lo hace con una oración en la que pide ayuda “a aquella que supo deshacer los nudos de la vida con la fuerza suave del amor”:

Oh María, mujer y madre, tú tejiste en tu seno la Palabra divina, tú narraste con tu vida las obras magníficas de Dios. Escucha nuestras historias, guárdalas en tu corazón y haz tuyas esas historias que nadie quiere escuchar. Enséñanos a reconocer el hilo bueno que guía la historia. Mira el cúmulo de nudos en que se ha enredado nuestra vida, paralizando nuestra memoria. Tus manos delicadas pueden deshacer cualquier nudo. Mujer del Espíritu, madre de la confianza, inspíranos también a nosotros. Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro. Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos.

Fuente: Vatican news. Ciudad del Vaticano.

Evangelio: San Marcos 4, 1-20. En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago... 3ª. Semana del T.O. Miércoles, 29 - Enero - 2020

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Rincón para orar. PARÁBOLA DEL SEMBRADOR. Miércoles, 29 - Enero - 2020

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Rincón para orar


Sor Matilde 


PARÁBOLA DEL SEMBRADOR


1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.
2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:
3 « Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.
4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.
5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;
6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento. »
9 Y decía: « Quien tenga oídos para oír, que oiga. »
10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.
11 El les dijo: « A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,
12 para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone. »
13 Y les dice: « ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador siembra la Palabra.
15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.
16 De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,
17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida.
18 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra,
19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
20 Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento. » (Mc. 4, 1-20)
Cuando leemos en la Biblia que Jesús les habló en parábolas, nos imaginamos algo con mucho colorido y con una enseñanza moral buena… ¡Muy buena! ¡Vio Jesús lo que había dicho y era muy bueno!...
He aquí la primera parábola de Jesús: la de “El sembrador”… En verdad que este hombre lleva un tesoro cargado a sus espaldas, un saco lleno de granos de trigo o de otra semilla preciosa, porque “la semilla” es la Palabra de Dios… Para todos está disponible; a todos reclama; en todos quiere hacer su morada… Pero ¡ay, no todos la reciben, no sólo con alegría, sino que no la acogen con constancia, ni la rumian y dan vueltas en su corazón, exprimiéndola, hasta dar fruto!… María, es el modelo que nos enseña cómo abrir las puertas a la Palabra. En Ella, germinó y dio el fruto del ciento por uno, porque llegó a concebirla en su seno por la apretada escucha y la dio a luz al mundo, esclareciendo todo lo que estaba en tinieblas…
Los discípulos, con distancia abismal de la Virgen María, recibieron a Jesús, la Palabra verdadera, en un “parto doloroso”, lleno de incertidumbres, dudas, negaciones e inconstancias hacia la Palabra y la fueron dando a luz en sus corazones, ¡hasta el día en que dieron el ciento por uno!… No olvidemos que Jesús velaba con su oración para que esto fuera posible: “Yo he rogado por ti, Pedro (y por cada uno de nosotros) para que tu fe no se apague”.
Si recorremos el paso a paso de la Palabra, encontramos a Judas, un amado discípulo del Señor, que “se dejó robar la Palabra por Satanás y se perdió al borde del camino”… También Pedro sucumbió ante la persecución a la Palabra y negó hasta que la conocía o la había recibido… La oración de Jesús y el poder de la conversión de Pedro, le restituyó para abrazar la Palabra hasta dar fruto… Y los otros apóstoles se aferraban a sus deseos de poder y disfrute de los bienes de este mundo. “Discutían quién era el primero” y “¡que nos sentemos a tu derecha, en tu Reino!” y “¿qué nos va a tocar, a nosotros que lo hemos dejado todo por seguirte?”. Estos ahogos a la Palabra fueron sofocados por Jesús, hasta que esta se hizo fuerte en sus corazones…
¿Desesperaremos nosotros cuando veamos a cuántas manipulaciones sometemos a la Palabra?… ¡No, nuestra ancla de salvación es la confianza y fe en Jesús que, si ha muerto por nosotros cuando todavía éramos pecadores, ¿no nos dará todo en Cristo que, a la derecha del Padre, intercede por nosotros para que su Palabra no se pierda y llegue a producir el ciento por uno?!...
¡Confiar y abandonarnos es lo que espera Jesús, para tenernos junto a Sí eternamente! ¡Bendita sea su preciosa Palabra!…

HOY EL RETO DEL AMOR ES ENTREGARLE A CRISTO TUS ETIQUETAS. Miércoles, 29 - Enero - 2020

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HOY EL RETO DEL AMOR ES ENTREGARLE A CRISTO TUS ETIQUETAS

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

HANDMADE

Ayer por la mañana estábamos sor Teresita y yo comenzando a decorar unas piezas de porcelana. Pero, antes de eso, teníamos que quitar de la base las típicas pegatinas que vienen de fábrica, ya que luego, al cocer, pueden dar problemas.
¡Vaya etiquetas! No había manera de quitarlas: primero intentábamos despegarlas tal cual, después añadíamos alcohol, y frotábamos y frotábamos... Luego, viendo que tampoco, volvíamos a añadir alcohol y rascábamos un poco los restos con una cuchilla... Hasta que al final lográbamos quitarla....
En todo ese proceso yo creo que tardamos más que en decorarlas... y, cuando ya estábamos acabando, le decía a sor Teresita que aquello era como cuando nos ponen o nos ponemos una “etiqueta”... ¡lo que nos cuesta quitárnosla de encima!
Y es que es cierto, porque ¡cuántas etiquetas se nos pegan, y cuántas nos pegamos nosotros mismos...! Hay etiquetas de todo tipo: del lugar de nacimiento, de nuestra inteligencia, de nuestra forma de ver la vida, de nuestro estilo de vestir, de nuestra belleza... que nos culpabilizan y nos marcan, e incluso son capaces hasta de predeterminar en nosotros una forma de actuar...
Sin embargo, nada de eso nos define. Únicamente nos define el Señor. Porque, ¿quién podrá decirle que nos ha hecho mal, a Él, que nos ha creado? Él nos soñó y conforme a ello nos dio forma, no a todos iguales, sino a cada uno en particular, y así somos únicos e irrepetibles. Y Él nos ha dado una dignidad que nos hace dignos de ser amados.
Lo que realmente nos define es Su Amor. Y “aún no se ha manifestado lo que seremos”... pues esa es nuestra tarea de la vida, ir dando con el sueño del Señor para mí, con la misión que Él ha pensado, con el camino que Él quiere hacer conmigo...
Hoy el reto del amor es entregarle a Cristo tus etiquetas. Deja en Él todas esas etiquetas que no logras quitarte de encima; Él las despegará de ti, y te recordará al corazón que, si hay una etiqueta en tu vida, pone esto: “¡Handmade with my Love!” (¡Hecho a mano con mi Amor!).
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Saludo: Deseo para ti, dulces sueños

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Linda actuación de un burrito

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Galería Pavos reales

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Saludo y canción: Buenos días. "Qué sería de mí..."

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martes, 28 de enero de 2020

Papa Francisco: La oración se concentra en una palabra: “Abba”, Padre. Martes, 28 - Enero - 2019

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Papa Francisco: La oración se concentra en una palabra: “Abba”, Padre
Por
Redacción (NJ)-



Continuando las catequesis sobre el “Padre nuestro”, hoy partimos de la observación de que, en el Nuevo Testamento, la oración parece querer alcanzar lo esencial, hasta el punto de concentrarse en una palabra: “Abba“, Padre.

Hemos escuchado lo que escribe San Pablo  en la Carta a los Romanos: “No recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor, antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar:”¡Abba, Padre!” (8.15). 

Y a los Gálatas, el apóstol dice: “La prueba de que sois hijos es que  Dios, ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:”¡Abba, Padre!” (Gal 4,6). 

Retorna dos veces la misma invocación, que condensa toda la novedad del Evangelio. Después de haber conocido a Jesús y de escuchar su predicación, el cristiano ya no considera a Dios como un tirano a quien temer, no le tiene miedo sino que siente que su confianza en él florece: puede hablar al Creador llamándolo “Padre”. La expresión es tan importante para los cristianos que a menudo se ha mantenido intacta en su forma original: “Abba“.


Es raro que en el Nuevo Testamento las expresiones arameas no se traduzcan al griego. Debemos imaginar que en estas palabras arameas, haya quedado “grabada” la misma voz de Jesús: han respetado el idioma de Jesús. En la primera palabra del “Padre Nuestro” encontramos inmediatamente la novedad radical de la oración cristiana.

No se trata solo de usar un símbolo –en este caso- la figura del padre, vinculada con el misterio de Dios; se trata, en cambio, de tener,  por así decirlo, traspasado a nuestro corazón todo el mundo de Jesús. 
Si llevamos a cabo esta operación, podemos rezar con verdad el “Padre nuestro”. Decir “”Abba” es algo mucho más íntimo, más conmovedor que  llamar a Dios “Padre” simplemente. Por eso alguno ha propuesto que se tradujese esta palabra original aramea Abba con “Papá”. En vez de decir, “Padre nuestro” , decir “Papá”. 


Nosotros seguimos diciendo “Padre nuestro”, pero con el corazón estamos invitados a decir “Papá”, a tener una relación con Dios como la de un niño con su papá, que lo llama “papá”. De hecho, estas expresiones evocan afecto, calidez, algo que nos proyecta en el contexto de la infancia: la imagen de un niño completamente envuelta en el abrazo de un padre que siente una infinita ternura por él. Y por eso, queridos hermanos y hermanas, para rezar bien hay que llegar a tener un corazón de niño. No un corazón autosuficiente: así no se puede rezar bien. Como un niño en brazos de su padre, de su papá.

Pero seguramente son los evangelios los que mejor nos introducen en el sentido de esta palabra. ¿Qué significa esta palabra para Jesús? El “Padre nuestro” toma significado y color si aprendemos a rezarlo después de haber leído, por ejemplo,  la parábola del padre misericordioso en el capítulo XV de Lucas (cf. Lc 15, 11-32). Imaginemos esta oración pronunciada por el hijo pródigo, después de sentir el abrazo de su padre que  lo había esperado durante mucho tiempo, un padre que no recuerda las palabras ofensivas que él le había dicho, un padre que ahora hace que entienda, sencillamente, cuánto lo extrañaba. Descubrimos entonces cómo esas palabras cobran vida, se fortalecen. Y nos preguntamos: ¿es posible que Tú, oh Dios, conozcas solo amor? ¿Tú no conoces el odio? No, contestaría Dios, yo conozco solo amor. ¿Dónde está en ti la venganza, la demanda de justicia, la rabia por tu honor herido? Y Dios contestaría: Yo conozco solo amor.


El padre de esa parábola tiene, en su forma de hacer, algo que recuerda mucho el alma de una madre. Son las madres, sobre todo,  las que excusan a sus hijos, las que los cubren, las que no interrumpen la empatía con ellos, las que los siguen queriendo, incluso cuando ellos ya no se merezcan nada.
Basta con evocar esta sola expresión, Abba, para que se desarrolle una oración cristiana. Y San Pablo, en sus cartas, sigue este mismo camino, y no podría ser de otra manera, porque es el camino que enseñó Jesús: en esta invocación hay una fuerza que atrae todo el resto de la oración.


Dios te busca, aunque tú no lo busques. Dios te ama, aunque tú te hayas olvidado de Él. Dios vislumbra en ti una belleza, aunque  pienses que has desperdiciado todos tus talentos en vano. Dios no es solo un padre, es como una madre que nunca deja de amar a su criatura. Por otra parte, hay una “gestación” que dura siempre, mucho más allá de los nueve meses de la física; es una gestación  que genera un circuito infinito de amor.

Para un cristiano, rezar es simplemente decir “Abba“, decir “papá”, decir “Padre”, pero con la confianza de un niño.
Puede ser que a nosotros también nos suceda que caminemos por sendas alejadas de Dios, como le pasó  al hijo pródigo; o que precipitemos en una soledad que nos haga sentirnos abandonados en el mundo; o, también,  que nos equivoquemos y estemos  paralizados por un sentimiento de culpabilidad.. En esos momentos difíciles, todavía podemos encontrar la fuerza para rezar, recomenzando de la palabra “Padre”, pero dicha con el sentimiento tierno de un niñoAbba”, “Papá”. 

Él no nos ocultará su rostro.  Acordaos: quizás alguno lleva dentro cosas difíciles, cosas que no sabe cómo resolver, tanta amargura por haber hecho esto  y esto… Él no nos ocultará su rostro. Él  no se encerrará en el silencio. Tú dile “Padre” y él te contestará. Tú tienes un Padre. “Sí, pero yo soy un delincuente. ¡Pero tienes un padre que te ama!. Dile, “Padre”, empieza a rezar así  y en el silencio nos dirá que nunca nos ha perdido de vista. “Pero, padre, yo he hecho esto…”. “No te he perdido nunca de vista, lo he visto todo”. Pero he estado siempre allí, cerca de ti, fiel a mi amor por ti”. Esa será la respuesta. Nunca os olvidéis de decir “Padre”. Gracias.

Saludo: Buen día. Hola, ¿cómo estás?

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Saludo: Buenas noches

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Santo Tomás de Aquino. Martes, 28 - Enero - 2020

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Santo Tomás de Aquino


Dominicos 

Nos falta una medida para comprobar los pasos que Tomás ha dado en su itinerario hacia Dios. La única medida es su obra de fraile predicador, de teólogo, el reflejo de su experiencia de Dios. Toda ella ha sido fruto del propósito de servir a Dios en la orden dominicana.

Presbítero dominico, doctor de la Iglesia,
patrono de las escuelas y estudios católicos
Roccasecca (Italia), 1225 - Fossanova, 7-marzo-1274 (Canonizado: 18-julio-1323)

Santo Tomás de Aquino es uno de los grandes santos que Dios ha dado a su Iglesia. Merece ser conocido, venerado, invocado. Su lección de vida y doctrina cristiana no debe caer en el olvido. La Iglesia del tercer milenio lo necesita como guía espiritual. Quienes tienen familiaridad con su obra y le tienen devoción lo designan como «el más santo entre los sabios y el más sabio de los santos».

Existencia Teotrópica: Buscador de Dios

Hemos de limitarnos, como en los senderos abiertos en los bosques, a indicar mediante algunas flechas y signos, las huellas de los pasos históricos de Tomás, que es un apasionado buscador de la verdad, y por ello de Dios. Su itinerario tiene una meta, es atraído por Dios, por ello es teotrópico. Desde el año 1225, en que nace, hasta el 7 de marzo de 1274, en que muere, Tomás se esfuerza por ser y por hacerse santo. Tiene conciencia de que es siempre más lo que recibe, que lo que él mismo añade, pero es muy profunda su intuición de la libertad y de su peso, como de la colaboración con Dios en su itinerario de creatura racional. 

Vale para su existencia la descripción que él hace del itinerario cristiano del hombre: un movimiento que se dirige a Dios: De motu rationalis creaturae in Deum (ST I, 2 prol.). Como en el itinerario de Parménides hacia la verdad, Tomás, al cruzar los umbrales de la existencia, hace sus opciones, dice no a muchas cosas, y dice sí a Dios, a quien se consagra para ser santo.

La herencia de tres familias

En el camino existencial de Tomás es decisiva la herencia recibida de tres familias complementarias: la de Aquino, la benedictina y la dominicana. Tomás se educa en un ambiente de familia noble, pero rechaza adoptar su estilo de vida; se forma en la vida cristiana y en las letras en la escuela benedictina de Montecasino, pero prefiere hacerse mendicante en la Orden de Predicadores. Y dentro del carisma dominicano, opta por la total dedicación a la teología sapiencial.

La familia de Aquino, en la cual nace Tomás, es de las notables del imperio de Federico II. Tomás viene al mundo en el castillo que la familia tiene en Roccasecca, probablemente en el año 1225. Su padre, Landolfo, no ostenta título nobiliario, pero sí ejerce un cargo importante, es militar de rango, miles judiciarius. La madre, Teodora, es también de noble origen. La última redacción de la biografía de Tocco constata que es de la familia Rossi Caracciolo de Sicilia. Los hermanos son ocho, tres varones: Aimo, Reginaldo y Landolfo, y cinco mujeres: Marotta, Teodora, María, Adelasia y otra de la cual no conocemos el nombre, porque murió siendo niña al caer un rayo en la torre del castillo. En la familia ha recibido la primera educación humana y cristiana, la que sella al hombre para toda la vida.

Otra herencia de valor incalculable es la de haber tenido la fortuna de formarse desde niño con los benedictinos en Montecasino. Allí permanece, a poca distancia de
la familia, pero separado de ella, desde 1230 a 1239, de los cinco a los catorce años. El proyecto de la familia es loable y ambicioso. El padre lo lleva a la abadía, paga 20 onzas de oro, y deja al monasterio la renta de dos molinos, a cambio de la formación del hijo. La escuela de los monjes educa en las letras a los hijos de los nobles, e inicia en la vida monástica a los oblatos. El abad en ese momento es el monje Sinibaldi, de la familia de los Aquino. Un día Tomás podría ser el abad del monasterio más poderoso de Occidente y con ello la familia obtendrá un alto prestigio y una protección segura. Día a día en esa alta colina de Montecasino recibe Tomás el cultivo de su espíritu, vive interno en el colegio, entre compañeros de su edad y monjes que los forman. La anécdota más significativa, narrada por el biógrafo padre Caló, es la de Tomás, interrogando una y otra vez a los monjes, para que le digan quién es Dios: Dic mihi, quid est Deus?

En 1239 Tomás dejó Montecasino para ir a Nápoles, donde tuvo la fortuna de proseguir sus estudios en la primera universidad civil de Occidente, el Studium generale de Federico II, con los maestros Martín y Pedro de Irlanda, bajo cuya dirección conoció obras de Aristóteles, glosado por los comentadores árabes. En esta ciudad Tomás conoció el carisma dominicano, visitó a los frailes predicadores, se hizo amigo de fray Juan de San Julián, y tuvo una nueva experiencia de Dios, que cambió el rumbo de su existencia. Es probable que hayan sido tres los motivos que le llevaron a tomar esa decisión: la vida apostólica del carisma de Domingo apoyada en la gratia praedicationis, el estudio como principal observancia, y la pobreza mendicante. Por ello decide dejar la vida benedictina y opta por hacerse dominico. […]

En 1245 Tomás llega a París, con el hábito dominico que le ha dado el prior Tomás de Lentini en Nápoles, entra a formar parte de la comunidad de Saint Jacques y se incorpora a su ritmo de vida religiosa, de estudio, de apostolado. Allí es novicio, profesa, frecuenta la escuela de Artes y tiene la fortuna de ser discípulo del maestro Alberto de Colonia (San Alberto Magno 6,15 de noviembre)). Tres años más tarde éste le lleva consigo a Colonia, donde se abre un Studium generale, en el cual completa sus estudios de teología, recibe la ordenación sacerdotal y se inicia como bachiller en la enseñanza.

Tomás se manifiesta en la convivencia fraterna amante del silencio, de la reflexión, de la oración. Los compañeros le llaman humorísticamente el 'buey mudo»: bos mutus sicilianus. Alberto descubre su talento al conocer las Reportationes que ha hecho de sus dos cursos más novedosos: el de la Ética de Aristóteles, y el de Divinis Nominibus del pseudo Dionisio. Se conservan en la Biblioteca de Nápoles ambos preciosos manuscritos. Hoy podemos hacer una comparación entre el texto del maestro y la Reportatio del discípulo, y tenemos que confesar que, en precisión, penetración y claridad, el discípulo ha ido más allá del maestro. En estos años de formación Tomás ha asimilado el carisma de los predicadores que se centra en la palabra de Dios, oída, contemplada, celebrada, anunciada al pueblo: Hablar con Dios y hablar de Dios, había propuesto Santo Domingo de Guzmán a sus hermanos.

Magisterio e itinerancia

A la etapa de formación sigue la de comunicación. En 1252 Tomás vuelve de Colonia a París, en la flor de sus 27 años y se incorpora a la Universidad, como bachiller sentenciario en la cátedra del maestro Elías Brunet de Bergerac. Desde su primera lección Tomás da pruebas de su gran ingenio. Su trabajo es iniciar a los estudiantes en la lectura de la Biblia, y de la obra del maestro de las Sentencias, Pedro Lombardo. […]
En las lecciones de Tomás no hay repetición, todo es nuevo. Todo lo pone de relieve en un texto célebre: En sus lecciones Tomás introducía nuevos artículos, resolvía las cuestiones de una manera nueva y más clara con nuevos argumentos. En consecuencia, quienes le oían enseñar tesis nuevas y tratarlas con métodos nuevos, no podían dudar que Dios se los había aclarado con nueva luz; porque ¿se pueden enseñar nuevas opiniones, cuando no se ha recibido de Dios una nueva inspiración? (Tocco: Ystoria, 15, 236). […]

Los años de Tomás bachiller son el tiempo propicio para las grandes intuiciones del pensador integral. No sólo se ocupa de glosar los textos de la escuela. Desciende a la arena de la polémica antimendicante y descubre el valor del trabajo mental, que precede, acompaña y supera al trabajo manual, defiende la legitimidad de una orden dedicada al estudio de la verdad, porque a los predicadores ya no se les da el Espíritu Santo como en los primeros tiempos de la Iglesia se daba a los apóstoles. Tomás cultiva a la par las tres sabidurías y en todas ellas deja la huella de su genio juvenil y creador. 

Fruto de sus reflexiones y lecturas es la primera filosofía cristiana, expuesta con sencillez de catecismo en el opúsculo De ente et essentia, dedicada a los hermanos, ad fratres et socios, que deben trabajar en la teología. Debido a su influjo y al del maestro Alberto, la orden dominicana adopta un programa de estudios que implica la filosofía. De la prohibición vigente de no «leer» libros de los gentiles en las escuelas cristianas, se pasa al deber de conocerlos y de dialogar con ellos.

En esta época el ritmo de la vida intelectual y espiritual acelera la marcha. Tomás adopta un estilo de vida que ya no abandonará. Es muy breve el espacio que dedica al sueño, dimidiam horam (media hora), dice Tocco. La noche es el tiempo de la oración intensa, de la lectura en silencio, de la reflexión rigurosa. La jornada diaria alterna los actos de la comunidad y los de la enseñanza. La erudición que Tomás posee cuando escribe su Comentario a las Sentencias es envidiable.

Pero lo que sorprende es la madurez sapiencial de su discurso, la claridad, la fidelidad a la verdad revelada y al magisterio eclesial.

La vida no se detiene. La de Tomás es como la de un torrente en crecida. El año 1256 es decisivo en la vida del joven profesor, ya bien conocido en París no sólo en las aulas, sino en todos los centros de la cultura, y hasta en el palacio del rey Luis de Francia, donde un día, invitado a comer, abstraído en sus pensamientos, dio un puñetazo en la mesa, porque había encontrado la posible solución al problema del mal, que coincide con el problema de Dios. Era el problema de los maniqueos. El papa Alejandro IV se interesa por su promoción y pide al rector que le admita a los ejercicios que se requieren para el ingreso en el magisterio de teología. 

Tomás se resistía, por sentirse poco preparado y por saber que necesitaba dispensa de edad. En la primavera de ese año, Tomás realizó los complicados ejercicios de la Incoeptio, y aunque no fue admitido en el claustro de profesores hasta el mes de agosto siguiente, ya en septiembre de 1256 dio comienzo a los tres ejercicios del maestro: leer, predicar, disputar. No podemos seguirle paso a paso en sus múltiples actividades. Nos basta indicar el horizonte en que se mueve. 

Tomás conjugará en su existencia magisterio e itinerancia, monotonía de la vida exterior que tiende a repetir, y creatividad sorprendente, 15.000 km del homo viator (hombre en camino) y otros tantos artículos del maestro.

Inicia el magisterio en las aulas de París con su famosa lección titulada Rigans montes(Sal 103, 13) en la primavera de 1256. Y es maestro regente durante tres años, hasta 1259. La mejor aportación de estos años está condensada en las 28 Quaestiones Disputatae de Veritate. Nada semejante en calidad se había visto en el pasado teológico. Tomás penetra a fondo en la cuestión de la verdad. Basta leer el primer artículo en el cual Tomás presenta la síntesis de las nueve definiciones en uso acerca de la verdad, y opta por el concepto de adecuación entre el entendimiento y la realidad. 

Deja París en 1259 y pasa a Italia. Enseña, predica, dirige un Estudio en Roma. En este tiempo escribe su obra más original: la Summa contra Gentes, o Liber de Veritate catholica contra errores infidelium.

El período más largo de esta época es el que pasa en Orvieto, cerca de la corte papal. El papa Urbano IV estima mucho al maestro Tomás y le encomienda un trabajo arduo: una glosa de los Evangelios a través de las sentencias de los Padres. La llama Catena aurea. Es un monumento de erudición y penetración en el Evangelio. De esta época es también el Oficio del Corpus. Tomás ha comprendido que la Eucaristía es el misterio más alto confiado a la Iglesia. El milagro de Bolsena y la traslación de los corporales ensangrentados a la nueva catedral de Orvieto, han sido la ocasión para que el teólogo Tomás se revele en toda su grandeza componiendo el oficio, con lecturas, himnos, secuencia y música. Todavía hoy la Iglesia no ha encontrado quien exprese mejor que Tomás la devoción a la Eucaristía. En toda la Iglesia sigue vigente su oficio. La tradición hace de Orvieto uno de los lugares donde Jesucristo habló a Tomás: Has escrito bien de mí, Tomás ¿qué premio deseas? —¡Nada deseo sino a ti, Señor!(Tocco: Ystoria, 53).

De este período italiano es su decisión de escribir una obra que recoja con estilo sapiencial, breve, profundo, la teología católica, como sustituto de los libros de las Sentencias. Mientras dirigía en Roma el Studium de la orden, después de un ensayo de comentar de nuevo la obra de Pedro Lombardo, se decide a escribir la Summa Theologiae. En la Suma puso alma y corazón, la pretendía breve, pero le fue creciendo entre las manos a medida que la componía. Se vio obligado a dedicarle la mayor y la mejor parte de su tiempo, pero pudo más que él. Al final, casi a punto, la dejó sin terminar.

De 1268 al 1272 volvió a la cátedra de París, con su trabajo habitual de maestro, de escritor, de predicador. La orden le reconoce su valor y le asigna secretarios para aliviarle el peso. En tres frentes desarrolla su actividad: defensa de la vida religiosa, la asimilación de Aristóteles frente a los averroístas que capitanea Siger de Brabant, y la Summa Theologiae. 

Finalmente, Tomás vuelve a Italia y se establece en Nápoles en 1272. Regenta la cátedra de Teología, predica en adviento y cuaresma al pueblo, dicta a todas horas a cuatro y cinco secretarios, tiene abiertas al mismo tiempo obras de comentarios a la Escritura, al filósofo (Aristóteles) y a petición de fray Reginaldo, su querido socio, escribe el Compendio de Teología para los muy ocupados, que no disponen de tiempo para largas lecturas. El 21 de enero ofrece una comida extraordinaria para la comunidad en la fiesta de Santa Inés, agradecido al favor que le ha hecho curándolo de las fiebres tercianas. Cuando todo parecía marchar sobre ruedas, le llega la orden del papa Gregorio X, que lo convoca para que participe en el concilio que se celebrará en el mes de mayo en Lyón, para tratar de la unión con los griegos. El papa le pide que lleve su libro, mal titulado Contra errores graecorum. Tomás, maestro y horno viator, acepta la invitación, pero no podrá cumplirla.

Nos falta una medida para comprobar los pasos que Tomás ha dado en su itinerario hacia Dios, tanto en la huida de los vicios, cuanto en el cultivo de las virtudes, de modo especial las cristianas, y en el desarrollo de las gracias especiales, que le han llovido del cielo. La única medida es su obra de fraile predicador, de teólogo, el reflejo de su experiencia de Dios. Se puede afirmar que toda ella ha sido fruto del propósito de servir a Dios en la orden dominicana. Tomás ha dado la medida del ideal del dominico teólogo, que ha unificado las tres sabidurías.

El grano y la paja

A partir del día 6 de diciembre de 1273, Tomás no ha vuelto al Scriptorium. Allí quedan colgados los organa scriptionis (los instrumentos de la escritura). En la misa de San Nicolás le ha ocurrido algo extraño, probablemente místico y al mismo tiempo cerebral. Tomás ha quedado como fuera de sí. No se siente con fuerzas para proseguir su trabajo. Cuando fray Reginaldo le insta para que vuelva a dictar a los secretarios, a dar lecciones, a finalizar la obra, Tomás se resiste, confiesa que no puede, que hay algo que se lo impide. Ante las nuevas insistencias, un día le dice la causa: Reginaldo, no puedo, ante lo que ya he visto, lo que he escrito me parece paja: mihi palea videtur (Tocco: Ystoria, 37, 347). La expresión es auténtica. La interpretación exacta sólo Tomás podría darla. Su obra no sólo es inmensa. Hoy la medimos contando más de ocho millones de palabras, más de 500 cuestiones disputadas, más de diez mil artículos en sólo la Summa Theologiae. Podemos comparar esta obra en extensión con otras, pero en densidad, en sabiduría, en cultura profunda, no admite comparación. Hay en ella paja, que el viento de la historia llevará, pero ¿puede decirse que todo es «paja»? Esta expresión sólo recobra un sentido aceptable, cuando se tiene en cuenta que Tomás ha querido dar respuesta a la pregunta ¿quién es Dios? Y la verdad es que la respuesta a esa pregunta sólo Dios, que se comprende a sí mismo, la puede dar. El misterio de Dios, su santidad, está en que es superior a todo cuanto podamos conocer de él. 

La «paja» sólo tiene sentido en relación con la espiga y el grano.
Con todo Tomás, obediente al papa, se pone en camino hacia Lyón para participar en el Concilio Ecuménico. Cabalga en un mulo. En un recodo del camino su cabeza da un golpe contra un árbol atravesado, cae al suelo, y se siente molesto. Hace una visita en Maenza a la sobrina Francesca, descansa pero no mejora, pierde el apetito, desea arenques como los de París y por ventura llega un pescador con ellos a la plaza, pero Tomás no tiene apetito. Decide recogerse en la abadía de Fossanova y presiente que allí será el final de su camino. 

Convive con los monjes alguna semana del mes de febrero, reposa, ora, canta, explica la Escritura. Se dispone para el gran paso: confiesa sus pecados y de rodillas recibe el viático. El teólogo abre su alma ante el encuentro con Dios. Es edificante oírle. Tocco nos transmite sus palabras, que van más allá de la «paja»: Te recibo, precio de la redención de mi alma, y te acojo viático de mi peregrinación. Por tu amor yo he estudiado, he vigilado, he sufrido: Yo te he predicado y te he enseñado; jamás he dicho nada contra ti, y si lo he hecho ha sido por ignorancia, y no quiero obstinarme en mi error; si he enseñado algo acerca de este sacramento o de los otros, lo someto al juicio de la santa Iglesia romana, en cuya obediencia yo salgo ahora de esta vida (Tocco: Ystoria, 58, p. 379).

Tomás cierra sus ojos en el alba de la mañana del 7 de marzo de 1274. Desde el púlpito fray Reginaldo describe su itinerario de virtud en virtud hasta el encuentro con Dios a quien buscaba. Vuelve a Dios, con la inocencia de un niño, con la aureola de un maestro. Cuando su cuerpo recibe sepultura en la iglesia junto al altar mayor, ya queda envuelto con el buen olor de Cristo y con la fama de santidad.

Fr. Abelardo Lobato, O.P.
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.