"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El Evangelio nos enseña a amar como Jesús amó y nos pide que amemos hasta el extremo. Pero es imposible lograr eso con nuestras propias fuerzas. Nuestros sentimientos y nuestras necesidades nos llevan a estar siempre pendientes de nosotros mismos, pensando en nuestros propios intereses.
Sólo el Espíritu Santo puede sacarnos fuera de nosotros mismos, para dar la
vida por los hermanos si es necesario. Sólo el Espíritu Santo puede darnos esa
capacidad tan bella. Así lo vemos en el martirio de San Maximiliano Kolbe, que
hoy celebramos.
En el campo de concentración de Auschwitz no sólo murieron muchos hermanos
judíos.
También fueron sacrificados por los nazis algunos cristianos, entre ellos el sacerdote Maximiliano Kolbe. Él evangelizaba con todos los medios posibles, incluyendo las publicaciones y la radio, y soñaba con producir películas cristianas. También estuvo evangelizando cinco años en Japón. Luego, de regreso en Polonia, los nazis destruyeron su imprenta y lo llevaron preso al campo de concentración.
Con su ejemplo y su palabra consolaba cada día a los demás presos, les ayudaba a rezar, apaciguaba los ánimos alterados. Su vida pudo culminar de esa manera porque toda su existencia fue una entrega generosa, gota a gota, y lo preparó para pensar en los demás hasta entregar la vida.
Su testimonio más elocuente y singular fue la ofrenda de su vida en lugar de otro prisionero. Cuando llevaban a morir al sargento Gajowniczk, Maximiliano escuchó que tenía cinco hijos, y se ofreció para morir en su lugar. Entonces lo sometieron a morir de hambre junto con otros nueve presos. Maximiliano fue acompañando a cada uno a morir en paz. Finalmente, murió también él.
Aquel sargento asistió años después a la beatificación del que le había salvado la vida. A lo largo de la historia encontramos pocos testimonios de amor fraterno tan bellos y generosos como el de Maximiliano.
Éste es sin duda el aspecto del Evangelio que él ha reflejado más clara y luminosamente: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15,13). "Lo que les mando es que se amen los unos a los otros" (Juan 15,17). Ese fruto de amor fraterno que el Espíritu Santo quiere realizar en nosotros, se produjo con abundancia en la entrega total de Maximiliano.
Sería bueno pedirle insistentemente al Espíritu Santo que cure nuestros egoísmos y comodidades para que seamos capaces de amar de ese modo tan luminoso.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 14 de agosto
"Amado Señor, en este día quiero elevar mi corazón a Ti, pidiéndote que el Espíritu Santo me guíe y me transforme. Sé que me llamas a amar como Tú amaste, a entregar mi vida por los demás, pero reconozco que con mis propias fuerzas no puedo lograrlo.
Hoy, al recordar el ejemplo de San Maximiliano Kolbe, te pido que cures en mí todo egoísmo y comodidad, y que me hagas capaz de amar de manera plena y generosa. Él fue capaz de dar su vida para salvar a otro, reflejando el amor más grande que nos enseñaste en el Evangelio. Permíteme, Señor, ser un reflejo de ese amor en mi vida diaria.
Espíritu Santo, te ruego que me llenes con tu gracia, para que pueda salir de mí mismo y pensar siempre en el bienestar de mis hermanos. Que pueda encontrar la fortaleza en Ti para consolar a los que sufren, para acompañar a los que están en necesidad, y para dar testimonio de tu amor en todo momento.
En este nuevo día, Señor, ayúdame a vivir con generosidad y entrega, inspirado
por el ejemplo de aquellos que han dado todo por amor a Ti y a sus hermanos.
Que tu Espíritu me guíe y me capacite para amar sin límites.
Amén".
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