"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
¡AY DE VOSOTROS, SED PUROS!
27 « ¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por
fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de
toda inmundicia!
28 Así también vosotros,
por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía y de iniquidad.
29 « ¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y
adornáis los monumentos de los justos,
30 y decís: "¡Si nosotros
hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte
con ellos en la sangre de los profetas!"
31 Con lo cual atestiguáis
contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.
32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! (Mt. 23, 27-32)
Está bien parecer bueno y justo, si ello
concuerda con mi realidad de serlo en verdad. Podemos
vivir engañándonos y trabajar con ahínco por guardar una buena
imagen, pero “el Señor escruta y sondea el corazón”. Siempre
hemos de trabajar nuestro ser, la verdad y sinceridad en nuestra vida
y esto, aunque hacia afuera no reluzca nada más que la simplicidad y
la pobreza, pero esto es lo que soy yo a los ojos de Dios. Pues
lo que aparece grande y perfecto en mí, no es mío, es de Él que se
quiere glorificar en su criatura. ¡Al Señor la alabanza y el
honor y a nosotros la humildad y la gratitud a Dios por todos sus
dones que pone en nosotros, sin mérito alguno!
Jesús, en su Palabra nos muestra que
aborrece la doble cara, la hipocresía. Y así la denuncia duramente en
estos judíos piadosos, en su
apariencia. Jesús es “la Verdad”, ¿cómo podrá hacer
consorcio con la mentira de los que usurpan a Dios su gloria
queriendo aparecer como buenos, como derecho y propiedad?
Estos escribas y fariseos sabían de memoria
la Ley y todas las prescripciones que ellos añadieron para
hacerla “más pura y limpia” a los ojos de los hombres.
Pero ¿Dios veía bien que la criatura “enmendara la plana al Creador?
La Ley que nos dio es santa y para que se haga
santa en nosotros, necesita nuestra humildad y obediencia, mirando
tan sólo al que nos la promulgó.
No son nuestros
deseos, ni nuestros pensamientos felices los que me harán puro a
los ojos de Dios. Sólo una conciencia recta que no se desvíe de
los mandamientos de Dios y, el testimonio de nuestro pensar bien
y obrar mejor, son los que podrán presentarse a los ojos
de Dios. Él ve el corazón. Y sí éste es blanco
reluciente por fuera, pero dentro alberga hipocresía y
maldad, Dios lo abomina porque es como querer engañar a Dios,
burlarse de ÉI.
¡Señor, enséñanos a estar siempre en tu
presencia, desnudos y sin vergüenza, (Tú nos creaste el cuerpo y el
alma), que no andemos escondiéndonos de Ti como hizo Adán porque
prefirió desobedecer a Dios: “seréis como dioses”! Nuestra
humildad y amor incondicional a quien todo nos lo ha dado y adornado con tantos
dones y bienes y, en el colmo del derroche de su amor, nos ha ofrecido el ser
sus hijos, ¡no nos piden más que seamos pues agradecidos y le adoremos también
en el colmo de nuestra humildad y abajamiento! ¡Pues, no hacemos nada
extraordinario porque Jesús nos precedió en el colmo de la locura, “renunciando
a su condición divina, por amor nuestro, y se rebajó haciéndose
hombre y pasando ignorado, como un hombre cualquiera, y sometiéndose
a la muerte y una muerte horrible de cruz!
¡Este es el colmo grandioso de nuestra fe que no nos cansaremos de repetir, de orar y adorar tan gran Misterio! ¡Señor, haznos perfectos adoradores y tu Luz nos llenará el alma de Luz y de Amor! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
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