"Ventana abierta"
P. Leonardo Molina García. S.J.
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, VALENCIA… ¿EL FIN DEL MUNDO?
José Luis Sicre
Fe Adulta
Domingo 33. Ciclo B
En el siglo I, sobre todo en las décadas en las
que se escribieron los evangelios, ocurrieron cosas parecidas. Un terremoto en
Asia Menor que destruyó doce ciudades en una sola noche (año 61). Otro
terremoto en Pompeya y Herculano (año 63). Incendio de Roma (año 64). Rebelión
de los judíos contra Roma, guerra que durará hasta el año 70 y terminará con el
incendio de Jerusalén y de su templo. Nuevo terremoto en Roma (año 68). Guerra
civil, con tres emperadores en un solo año: Otón, Vitelio y Vespasiano (año
69). Erupción del Vesubio (año 79).
Estos fenómenos provocaron en muchos
sectores cristianos la
certeza del fin del mundo. Y los tres evangelistas sinópticos (Mateo,
Marcos y Lucas) consideraron fundamental incluir un largo discurso de Jesús a
propósito de este tema. Su idea fundamental es tranquilizar los
ánimos, y consolar anunciando la vuelta de Jesús. Este convencimiento de que la vuelta de Jesús era inminente recorre todo el
Nuevo Testamento, desde su primer escrito, la carta de Pablo a los
Tesalonicenses, hasta el último, el Apocalipsis, que termina con las
palabras: «Ven, Señor Jesús».
El fragmento de Marcos
seleccionado para este domingo se centra en las señales que precederán al fin del mundo y el momento en
el que tendrá lugar, insistiendo en que lo fundamental es la vuelta de Jesús.
Aquí radica el punto débil de las lecturas de hoy. En el siglo I, algunos
cristianos podían estar convencidos de que el fin del mundo y la vuelta de
Jesús eran inminentes. Hoy día, salvo los Testigos de Jehová (y ellos mismos
han tenido que actualizar sus cálculos), nadie lo cree.
Por consiguiente, cabe el peligro de convertir
la homilía en una conferencia sobre la mentalidad cristiana del siglo I a
propósito de las grandes desgracias. Sin embargo, en medio de ese lenguaje
anticuado, las lecturas encierran gran dosis de esperanza y consuelo, muy
necesarias hoy día.
Tres años terribles (169-167 a.C.): el origen del movimiento
apocalíptico.
Los años 169-167 a.C. fueron especialmente
duros para los judíos. El 169, Antíoco Epífanes, rey de Siria, invadió
Jerusalén, entró en el templo y robó todos los objetos de valor, después de
verter mucha sangre. El 167, un oficial del fisco enviado por el rey mata a
muchos israelitas, saquea la ciudad, derriba sus casas y la muralla, se lleva
cautivos a las mujeres y los niños, y se apodera del ganado. Al mismo tiempo,
Antíoco, obsesionado por imponer la cultura griega en todos sus
territorios, prohíbe a los judíos ofrecer sacrificios en el
templo, guardar los sábados y las fiestas, y circuncidar a los niños [como si a
nosotros nos prohibieran celebrar la eucaristía y bautizar a los niños];
y manda contaminar el templo construyendo altares y capillas
idolátricas, y sacrificando en él cerdos y animales inmundos.
Estos acontecimientos
provocaron dos reacciones muy distintas: una
militar, la rebelión de los Macabeos; otra teológica, la esperanza
apocalíptica, que encontramos reflejada en la 1ª lectura de hoy.
Apocalipsis significa “revelación”, “desvelamiento de algo oculto”. La
literatura apocalíptica pretende revelar un secreto escondido, que se refiere
al fin del mundo: momento en que sucederá, señales que lo
precederán, instauración definitiva del Reino de Dios. Es una literatura
de tiempos de opresión, de lucha a muerte por la supervivencia, de búsqueda de
consuelo y de unas ideas que den sentido a su vida. La única solución consiste
en que Dios intervenga personalmente, ponga fin a este mundo malo presente y dé paso al mundo bueno futuro, el de
su reinado.
La respuesta del libro de Daniel
El pequeño fragmento
del libro de Daniel recoge algunas de estas ideas. Se anuncia al profeta que habrá
un tiempo de angustia como no lo ha habido nunca; pero, al final, se salvará su
pueblo, mientras que los malvados serán castigados. Todo esto no puede ocurrir
en este mundo, el autor está convencido
de que este mundo no tiene remedio. Ocurrirá en el mundo futuro, cuando
unos resuciten para ser recompensados y otros para ser castigados. Entre los
buenos el autor destaca a los doctos, a los que enseñaron a la multitud la
justicia, que brillarán como las estrellas, por toda la eternidad. Con ello
deja clara su opción política y religiosa: la solución no está en las armas,
como piensan los Macabeos.
Una década fatal (60-70 d.C.)
Además de los datos que hemos indicado al
comienzo, la comunidad cristiana sufre toda clase de problemas. Unos son de
orden externo, provocados por las persecuciones de judíos y paganos: se les
acusa de rebeldes contra Roma, de infanticidio y de orgías durante sus
celebraciones litúrgicas; se representa a Jesús como un crucificado con cabeza
de asno. Otros problemas son de orden interno, provocados por la aparición de
individuos y grupos que se apartan de las verdades aceptadas. La primera carta
de Juan reconoce que “han venido muchos anticristos”, no uno solo (1 Jn 2,18),
y que “salieron de entre nosotros”.
La respuesta del evangelio de
Marcos
En este ambiente tan difícil, el evangelio de Marcos también ofrece esperanza y consuelo mediante
un largo discurso (capítulo 13). La lectura de este domingo ha seleccionado
algunas frases del final del discurso, a propósito de los interrogantes
principales de la apocalíptica: las señales del fin del mundo el momento en el
que ocurrirá. En medio, la gran novedad: la venida gloriosa del Señor.
Las señales del fin y la venida
del Señor
Las señales no acontecen en la tierra, sino en
el cielo: el sol se oscurece, la luna no ilumina, las estrellas caen del cielo.
Pero lo que ocurre no provoca el pánico de la humanidad. Porque la desaparición
del universo antiguo da lugar a la venida gloriosa del Señor y a la salvación
de los elegidos. Indico algunos detalles de interés en estos versículos.
1) A Dios no se lo menciona nunca. Todo se
centra, como momento culminante, en la aparición gloriosa de Jesús.
2) De acuerdo con algunos textos apocalípticos
judíos, se pone de relieve la salvación de los elegidos. Esto demuestra el
carácter optimista del discurso, que no pretende asustar, sino consolar y
fomentar la esperanza, aunque no encubre los difíciles momentos por los que
atravesará la Iglesia.
3) A diferencia de otros textos apocalípticos,
que conceden gran importancia a la descripción del mundo futuro, aquí no se
hace la menor referencia a ese tema, como si pudiera descentrar la atención de
la figura de Jesús.
El momento del fin
La parte final contiene tres afirmaciones
distintas: 1) vosotros podéis saber cuándo se acerca el fin (parábola de la
higuera); 2) el fin tendrá lugar en vuestra misma generación; 3) el día y la
hora no lo sabe más que Dios Padre.
La segunda es la más problemática. Si se
refiere a la caída de Jerusalén no plantea problema, porque tuvo lugar el año
70. Pero, si se refiere al fin del mundo, no se realizó. A pesar de todo, es
posible que así la interpretasen muchos cristianos, convencidos de que el fin
del mundo era inminente. Así pensó Pablo en los primeros años de su actividad
apostólica.
Pero al lector debe quedarle claro lo que se
dice al final: nadie sabe el
día ni la hora.
Una omisión incomprensible
El discurso no
termina ahí. Añade una exhortación
capital: «¡Atención, estad despiertos!». Lo importante no es discutir o calcular,
sino mantener una actitud vigilante, esperando contra toda esperanza. Los miles
de personas que están ayudando de forma muy sacrificada a las víctimas de
Ucrania, Gaza, Líbano, Valencia… nos enseñan cómo debemos responder a las
múltiples tragedias de nuestro mundo.
P. Leonardo
1. Cuando celebramos la
eucaristía, sabemos que el centro, (previos pasos, saludos, pedir perdón y
enseñanza) es cuando proclamamos: ¡Anunciamos
tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor, Jesús! Luego,
rezamos el Padrenuestro con la invocación central de ¡venga a nosotros tu reino! Luego, eso es lo que comemos y agradecemos.
2. ¡Ven, Señor Jesús! Me estremezco. Miro alrededor. en mi mundo y mundo
global y me desanimo (lo cita muy bien Sicre)
3. Miro el programa de Jesús: ¡Convertíos, el reino de
Dios está cerca, creed el evangelio ¡ Jesús está en medio de nosotros y
continuamente me está y nos está llamando a una sociedad de paz, amor,
justicia, libertad y verdad…
4. Y analizo, cómo está cada uno de esos puntos…y es para echarse a temblar. Y
ver cómo terminó ese proyecto, esta oferta; en el fracaso total.
5. Y al final, sin embargo, desde la cruz convenció al buen ladrón y al pagano
centurión, y los que salieron dándose golpes de pecho…
6. Y…cambiaron del enfoque de sus vidas(al final, ver al Dios fiel)
7. Jesús nos está invitando cada día a luchar por
extender el reino,
aceptar la cruz cada día y ver
el triunfo en el horizonte como recompensa.
8. Total, que estamos invitados a trabajar con esperanza. A pesar del
pesimismo actual. Jesús también lo tuvo: cansancios y agobios…pero aguantó y,
al final, ganó.
9. Esa es nuestra confianza-esperanza, capacidad de lucha y seguridad
10. Ven, Señor, Jesús!
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