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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

martes, 24 de septiembre de 2024

Cuento Infantil: "La vendedora de fósforos". Martes, 24 - Septiembre - 2024

"Ventana abierta"

La vendedora de fósforos

Era la noche de San Silvestre, el último día del año. Hacía un frío glacial y la nieve caía espesa, cubriendo a ciudad con su gran manto blanco... Misterio y silencio.

Una niña pobremente vestida, descalza y mal abrigada, recorría las estrechas calles buscando un rinconcillo donde guarecerse del frío. Era vendedora de fósforos.

Llevaba la cestilla llena y tenía que venderlos todos, si no su padre se enfadaría mucho. Sentada con los pies escondidos bajo la falda, esperaba que alguien le comprara fósforos.

Pero la gente, alegre, pasaba de largo sin verla. Era nochevieja, fiesta grande. Las mesas de las casas estaban llenas de cosas buenísimas... Ella, pobre, se moría de hambre.

Tenía las manos heladas de tanto mendigar que le compraran una caja de fósforos -¡Qué bueno sería encender un fósforo y calentarme los dedos! -pensó-.Y encendió uno.

Mientras duró la llamita, la niña soñó que estaba cerca de un fuego; ya no tenía tanto frío. Estiró los pies para calentárselos pero, ¡ay!, la llamita se había apagado.

Cuando encendía un fósforo pensaba en cosas que le hacían olvidar su dolor, por eso decidió encender otro. La llama iluminó una pared, y vio claramente el comedor de una cosa rica.

La mesa estaba puesta con todo lo mejor. Manteles blanquísimos, vajilla de la más fina porcelana, esbeltas copas de cristal, manjares exquisitos... y rodeada de niños felices.

El fósforo se apagó y la niña volvió a la realidad. La calle llena de nieve, el frío que le helaba los pies desnudos, y la gente que pasaba alegremente, indiferente a su dolor.

La vendedora encendió un tercer fósforo. De inmediato, se encontró bajo un maravilloso árbol de Navidad. Era altísimo, lleno de estrellas parpadeantes de múltiples colores.

Encendió otro. Una gran luz se propagó a su alrededor. El sueño no podía ser más fascinante: en el ramaje del árbol descubrió el rostro de su abuela.

¡Qué guapa estaba tan resplandeciente! Le sonreía dulcemente, y la niña fue encendiendo, uno a uno, todos los fósforos para retenerla junto a ella.

-Abuela -suplicó-, pídele al buen Dios que me deje ir contigo. La niña alargó hacia su abuela una mano blanca, blanca... La abuela la cogió. Y la niña cerró los ojos.

Prisionera de una mano amorosa, se sintió transportada hacia lo alto. Por el aire, la abuela parecía una estrella refulgente la niña, un lirio blanco recién cortado.

Cielo arriba..., atravesaron el vuelo de los pájaros, las nubes, las estrellas, y mucho más arriba, donde todo era silencio y misterio. Todavía subieron más y más...

Sintió cómo la mano de la abuela la abandonaba. Abrió los ojos y una radiante luz la cegó. Una calma dulce, dulce, penetró en su corazón. ¡Era el calor del Cielo!

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