"Ventana abierta"
TESTIMONIO DE UN TAXISTA
Web católico de Javier
Me sorprendió gratamente. En un mismo día de trasiego por
Madrid, en el que hube de tomar varios taxis, vi que en dos de ellos había
colgado un rosario en lugar preferente y muy visible. Pregunté a los taxistas
por qué llevaban allí el rosario. Las respuestas no se hicieron esperar:
¿Dónde quiere usted que lo lleve? me dijo uno.
No, si me parece muy bien. Pero sospecho que esto le habrá
costado aguantar alguna que otra sonrisita irónica, le contesté.
Pues mire qué le digo. Ciertamente, algunos gamberros han
comentado entre sí en el asiento de detrás mi ocurrencia. Piense que lo llevo
ahí más de diez años, y en tanto tiempo han subido al taxi miles de personas,
de todas las ideologías y educaciones. Pero le aseguro que si alguno me hubiera
dicho a mí directamente algo contra el rosario o contra la Virgen, se hubiera
acordado para toda su vida. No me gusta que se juegue con las cosas sagradas y
tengo derecho a pensar como quiera y a no esconder mi fe y mi devoción a la
Virgen. Yo no me meto con nadie. Y el que se meta conmigo por mi fe, «no le
arriendo las ganancias». Lo menos que haría sería decirle: bájese usted y tome
otro taxi que no lleve rosario. ¿Ofendo yo a alguien con llevarlo?
Así me gusta, hombre. Que la Virgen acoja con su bondad de
Madre el buen corazón y la valentía que demuestra.
El otro taxista me explicó que se había encontrado el rosario en la parte trasera del coche, sin duda olvidado por algún cliente. Y lo puso en el lugar de honor del taxi. Así, si alguna vez vuelve a subir el que lo perdió, lo reconocerá y se lo podré restituir. Y mientras tanto, ahí va haciendo algún bien: a mí me recuerda muchas cosas buenas y, a los que suban, les dice que en este taxi se ha de respetar al Señor y a la Virgen. Ah, y conste que por esto no soy más santo que los demás. Pero, esto sí, ganas no me faltan y por lo menos doy testimonio de mi fe.
Texto de Fr. José A. M. Puche, O.P
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