"Ventana abierta"
EL ENIGMA, LA MOSTAZA Y EL CEDRO
José Luis Sicre Díaz
Domingo XI CICLO B
En el evangelio del domingo pasado vimos
cómo se formaba una pequeña comunidad en torno a Jesús: su familia, sus
hermanos, sus hermanas y su madre.
Inmediatamente después introduce Marcos
una serie de parábolas contadas por Jesús. Algo que el lector
esperaba desde hace tiempo, porque el evangelista ha insistido en que Jesús
enseñaba, pero no decía qué enseñaba. De ese largo discurso (34 versículos), la
liturgia ha elegido dos parábolas (una que solo se encuentra en Marcos, y la conocida
del grano de mostaza) y el final del discurso.
El campesino y la tierra (1ª parábola)
Lo que dice la primera parece una
tontería: que el campesino siembra y luego se olvida de lo que ha sembrado
hasta llegar el momento de la siega; la que trabaja es la tierra, es ella la
que hace crecer los tallos, las espigas y el grano. Eso lo saben todos los
galileos que escuchan a Jesús. ¿Dónde radica la novedad de esta parábola? En
que Jesús compara la actividad del campesino con lo que ocurre en el reino
de Dios. También aquí la semilla termina dando fruto sin que el campesino
trabaje, mientras duerme.
Quedan preguntas difíciles de responder:
¿quién es el campesino? ¿Es Jesús? No parece lógico, porque el campesino de la
parábola no sabe lo que ocurre. ¿Son los apóstoles y misioneros que anuncian el
evangelio, y éste da fruto, aunque ellos no se den cuenta? ¿Quién es la tierra?
¿Es cada cristiano, en el que la semilla va dando fruto mientras el que ha
sembrado duerme?
La explicación hay que buscarla en otra línea:
la parábola habla del proceso misterioso por el que crece el reino de Dios, la
comunidad cristiana, semejante al de la simiente que crece sin que el campesino
intervenga ni se dé cuenta. Cuando uno piensa en la forma misteriosa en que la
simiente plantada por Jesús y sus discípulos en una región remota y sin
importancia del imperio romano ha terminado produciendo fruto en todos los
países del mundo, el sentido de la parábola resulta más claro. Es una
invitación a confiar en la acción misteriosa de Dios en la iglesia y en cada
uno de nosotros, renunciando a considerarnos los protagonistas de la historia,
y a pensar que todo depende de lo que hacemos.
Sin embargo, parece que la parábola
resultó demasiado extraña y difícil de entender, y quizá por eso Mateo y Lucas
(por motivos pastorales, como ahora se dice) no la copiaron.
La mostaza y el cedro (2ª parábola y
lectura de Ezequiel)
La segunda comparación es más clara y de
enorme actualidad, sobre todo en muchos países occidentales, donde el
cristianismo parece andar de capa caída. Jesús compara a la comunidad
cristiana, el reino de Dios en la tierra, con la semilla de mostaza; algo
diminuto, pero que, al cabo del tiempo, se convierte en árbol y puede acoger a
los pájaros del cielo. No hay que desanimarse si la iglesia es un arbolito
pequeño, poco mayor que las hortalizas.
Quien conoce el Antiguo Testamento,
advierte que esta parábola recoge una comparación de Ezequiel modificándola
radicalmente. Este profeta se dirige a los judíos de su tiempo, desanimados por
tantas desgracias políticas, económicas y religiosas. Para infundirles
esperanza, compara al pueblo con un árbol. Pero no con el modesto arbolito de
la mostaza, sino con un majestuoso cedro, del que Dios arranca un esqueje para
plantarlo «en un monte elevado, en la montaña más alta de Israel».
Todo es grandioso en Ezequiel; en el
evangelio, todo es modesto. Pero el resultado es el mismo; en ambos árboles
pueden anidar los pájaros. La comparación de Ezequiel recuerda la imagen de una
iglesia universal dominante, grandiosa, respetada y admirada por todos. La de
Jesús, una comunidad modesta, sin grandes pretensiones, pero alegre de poder
acoger a quien la necesite.
Final
Marcos ha querido cerrar su discurso con
una nota sobre el modo de enseñar de Jesús, sin caer en la cuenta de que se
contradice. Comienza diciendo que hablaba en parábolas para acomodarse al
entender de su auditorio. Pero la gente no debía de entenderlas, porque sus
discípulos tenían necesidad de que se las explicara en privado. Podemos decir,
resumiendo mucho, que Jesús utilizaba dos tipos de parábolas: las muy fáciles
de entender (hijo pródigo, buen samaritano…) y las que pretendían que la gente
pensase; si ni siquiera los discípulos encontraban la respuesta, él se la
explicaba (estas son la mayoría).
El destierro y la patria (2 Corintios
5,6-10)
El tiempo ordinario nos devuelve también a
la problemática realidad de la segunda lectura, sin relación con la primera ni
con el evangelio. Un inciso que dificulta más que ayuda. Eso no significa que
no contenga mensajes importantes.
El breve fragmento de la segunda carta a
los Corintios nos permite conocer los sentimientos más íntimos de Pablo. La
conversión supuso para él un cambio radical con respecto a la persona de Jesús.
De perseguirlo pasó a estar tan entusiasmado con él que, por su gusto,
preferiría morir para estar con el Señor. Su situación le recuerda a la de
tantos contemporáneos suyos, que por motivos políticos eran desterrados, lejos
de Roma o de otra ciudad importante. Él también se siente desterrado, lejos del
Señor. Y le gustaría morir, porque solo con la muerte se puede volver a la
verdadera patria y estar cerca del Señor. (Siglos más tarde santa Teresa diría
algo parecido: «Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero porque
no muero».) Pero Pablo acepta la realidad. En el destierro o en la patria,
debemos esforzarnos por agradar a Dios.
José Luis Sicre
De mi cosecha; para reflexionar en grupo
P. Leonardo
Acoged la semilla del reino de Dios.( Marcos 4,
1-9)
[En otra ocasión se puso a enseñar a
orillas del lago. Se reunió en torno a él tal gentío que tuvo que subirse a una
barca que estaba en el agua y sentarse en ella, mientras toda la gente quedaba
en tierra, junto al lago. [Les enseñaba
muchas cosas con parábolas, les decía instruyéndolos: —¡Atención! Salió un sembrador a sembrar. Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino; vinieron las
aves y se las comieron. Otras cayeron en terreno
pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad brotaron enseguida; [pero, al salir el sol se
abrasaron, y como no tenían raíces se secaron. Otras cayeron entre cardos: crecieron los cardos y las ahogaron, y
no dieron fruto. Otras cayeron en tierra fértil:
brotaron, crecieron y produjeron: unas treinta, otras sesenta, otras cien. Y añadió: —Quien tenga oídos para oír que escuche.
Guía de
lectura. Necesitamos acoger desde muy dentro la llamada de Jesús a
colaborar con Él abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Como hacía
junto al lago de Galilea, Jesús va a sembrar también hoy en nuestro grupo su
Palabra. Nuestra primera actitud ha de ser acoger en nosotros la
semilla del reino. Poco a poco esa semilla germinará y crecerá. Nuestra vida se
irá transformando: nos convertiremos en colaboradores del reino de Dios
Acercamiento al texto evangélico
• El
escenario. Jesús está enseñando a la muchedumbre, no congregada en la
sinagoga, sino «ante el mar de Galilea». ¿Te sugiere algo? No proclama
abiertamente la Palabra, sino que empieza a enseñar por medio de parábolas ¿Por
qué?
• «Escuchad». ¿Qué
dice Jesús antes de narrar la parábola? ¿Qué dice al concluir? ¿Por qué pide
tanta atención a la parábola? ¿Qué puede ser «tener oídos para oír»?
• El sembrador.
¿A quién puede representar? ¿Qué te llama la atención de su modo de
sembrar? ¿Sembraba así Jesús?
• El fracaso
de la siembra. ¿Se debe a la semilla? ¿Al sembrador? ¿Al tiempo poco
favorable? ¿A la mala calidad de la tierra?
• Las
causas del fracaso. ¿Por qué fracasa lo sembrado a lo largo del camino?
¿Por qué queda estéril lo sembrado en terreno pedregoso? ¿Por qué no llega a
dar fruto lo sembrado entre abrojos?
• La
tierra buena. ¿Qué tiene esta tierra para que la semilla sembrada en ella
dé fruto? ¿Te parece una buena cosecha?
• Mensaje
de la parábola. Con la ayuda del comentario vete concretando a qué personas
se refiere la parábola al hablar de cada terreno. ¿En qué ter nos vemos los
miembros de este grupo?
Conversión
personal. ¿Con qué actitud interior escucho yo el Evangelio de Jesús en
mi lectura .personal, en el encuentro del grupo, en la celebración litúrgica?
¿En qué clase de terreno me veo mejor retratado?
¿Acostumbro a
meditar los relatos evangélicos para captar bien las palabras le Jesús y
aprender a vivir de sus gestos? ¿Qué puedo hacer para alimentarme mejor del
Evangelio?
Conversación con
Jesús. ¿Acoges lo que Jesús está sembrando en ti? ¿Qué resistencias encuentras
en tu corazón? Habla directamente con él.
Colaboración en el proyecto de Jesús~
Dónde se escucha el Evangelio de Jesús en nuestra sociedad? ¿Cómo escuchan los cristianos el Evangelio en la celebración, la predicación, la lectura personal, la familia, los grupos? ¿Dónde se acoge la siembra en tierra buena?
• ¿Cómo podemos
contribuir a que las parroquias y comunidades cristianas valoren más y se
alimenten mejor del Evangelio de Jesús?
• ¿Cómo podemos
mejorar entre todos la escucha del Evangelio en nuestro propio
grupo? ¿Cómo reavivar nuestra fe en la presencia de Jesús sembrador entre
nosotros?
Sugerencias para la oración
• Un lector o
lectora lee pausadamente la escena de Jesús predicando en el lago a la
muchedumbre. Luego hacemos silencio. Jesús está en medio de nosotros. Lleva ya
mucho tiempo sembrando su Evangelio en este grupo. Pedimos perdón por nuestras
resistencias a acogerlo.
Petición de perdón al Sembrador
Estás cerca,
estás siempre, estás esperándonos y no nos detenemos. Perdón, Señor, por
nuestra falta de atención. Respetas nuestra libertad, caminas junto a nosotros,
sostienes nuestras vidas y no nos enteramos. Perdón, Señor, por nuestra falta
de apertura. Nos ayudas a conocernos como hijos, nos animas a entrar en
el reino y no te hacemos caso. Perdón, Señor, por nuestra falta de acogida. Nos
amas con ternura, quieres lo mejor para nosotros, nos ofreces tu presencia y no
te lo agradecemos. Perdón, Señor, por nuestra ingratitud. Por nuestras dudas y
vacilaciones, por nuestra búsqueda de seguridad, por nuestro olvido de ti.
Perdón, Señor, por nuestra falta de fe
Leemos en
silencio esta plegaria. Luego, cada uno hace su invocación con alguna frase:
Cuando mi pecado me desaliente, ayúdame a creer que tú no dejas nunca de
sembrar en el barro de mi mediocridad. Cuando el sufrimiento me deje sin fuerzas,
ayúdame a creer que tú estás sembrando en mí una secreta fecundidad.
Cuando la muerte cercana me dé miedo, ayúdame a creer que el grano que
muere es semilla de una espiga dorada. Cuando la desgracia de los oprimidos me
entristezca, ayúdame a creer que nuestro amor solidario es semilla de justicia
y libertad. Cuando vea a tus seguidores infieles a nuestra misión, ayúdame a
creer que tú siembras en el corazón de nuestras contradicciones. (INSPIRADA EN
M. HUBAUT)
• Para orar
en el silencio del corazón: Espíritu de Jesús, tú siempre vienes y nos revistes
con tu paz. Y, cuando permanece en nosotros la alegría que brota de tu
evangelio, nos aporta un aliento de vida. (H. ROGER DE TAIZÉ)
Canto: sois la
semilla que ha de crecer… sois antorcha.
1. Jesús es
el Gran Sembrador de la Buena Noticia.
2. Pide nuestra
acogida.
3. Toda su vida fue
una siembra, generosa. Abundante.
4. Pide terreno
abonado: poco, inmerecido, pero no importa: Él siembra.
5. Y si algo nos
pide es que nosotros también seamos sembradores, a la manera de Jesús.
6. No importa la
edad, las cualidades, las posibilidades: ¡hay que sembrar!
7. El
cristiano sale a sembrar. Humildemente,
confiando en que es Él el que nos va transformando, sin que apenas nos demos
cuenta.
8. Fíjate si es Bueno Dios que hasta la
semilla caída en la carretera, APROVECHA a los pájaros. Nunca se
desperdicia.
9. Hay que prepararse para sembrar, siempre y
en todo lugar…
Y esto es BUENA NOTICIA. Y maravillosa tarea…
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