"Ventana abierta"
ÁNGELUS
PREPARATIVOS DE LA ÚLTIMA CENA
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Antes de concluir la etapa de la vida pública de Jesús y entrar ya a hablar de lo que supuso el final, la Muerte y después la Resurrección, y por lo tanto de concluir la etapa de la vida pública referida a la Virgen María, quisiera referirme, hablar, de lo que debió de ser probablemente el último momento, el último momento me refiero al momento de la Última Cena, porque ya después la despedida, el encuentro en el Calvario, ya pertenece a ese otro momento definitivo de la Salvación.
Y yo me imagino que la Virgen María estaba cerca, y estaba cerca porque si no, no le hubiera dado tiempo de venir desde el Norte, desde Nazaret hasta Jerusalén y estar allí el Viernes Santo.
Me imagino que el jueves Ella estaba cerca, estaba con su Hijo posiblemente en Betania, posiblemente se encontraba en casa de Lázaro, de Marta y de María, donde gozaba de la hospitalidad de esa familia. Por lo tanto María estaba con todos, con los apóstoles, con Jesús, con los amigos y, sin embargo, a María Jesús no la llamó a que fuera el Jueves Santo a participar en esa Última Cena, en la cual instituyó el sacerdocio y la Eucaristía.
Nos encontramos, por lo tanto, ante un hecho concreto que afecta a la Virgen, y que, tal y como están las cosas en este momento, para algunos podría considerarse como una ofensa o una discriminación contra la Santísima Virgen por ser mujer. María tuvo mucho más derecho que nadie a estar allí y a ser -entre comillas- "sacerdotisa", Ella era mejor que todos los apóstoles juntos, y sin embargo Jesús no la llamó.
Hay que recordar que, en aquella casa de Betania también había otras mujeres, por ejemplo entre otros también estaba María Magdalena seguramente, estaban las dos dueñas de la casa Marta y María; pero es que también había otros hombres, por ejemplo Lázaro y, sin embargo ni a él, ni a ellas, ni a otros hombres seguramente además que estuvieron allí, Jesús no los llamó.
Es un misterio ciertamente, porque no se trata de que el sacerdocio se da sobre la dignidad, sobre la santidad, porque en ese caso muchas mujeres tendrían más dignidad y más santidad que muchos hombres llamados al sacerdocio. Es un misterio que nosotros realmente no entendemos, pero que la Virgen María aceptó sin hacerse ningún problema, lo mismo que lo aceptó Lázaro, lo mismo que lo aceptaron las otras mujeres, ¿por qué? Porque Ella estaba segura: 1. De que lo que Dios hacía, lo que su Hijo hacía, estaba bien hecho. 2. Y en segundo lugar estaba segura de que ese sacerdocio, suponiendo que Ella hubiera sabido de que en eso iba a consistir aquella última cena, de que ese sacerdocio no era un derecho, sino que era un don, y los regalos, los dones no se reivindican, simplemente se aceptan y se agradecen.
Precisamente para aclarar estas cosas y para defender a la Iglesia en estos momentos tan difíciles, en los cuales se tergiversan las cosas y se le ataca tanto a nuestra Madre la Iglesia cuando tiene que expresar sus opiniones; es por lo que he fundado una revista, queridos amigos, se llama: "Católicos del siglo XXI".
Creo que el tema del sacerdocio femenino de la cual -entre comillas- la primera "víctima" hubiera sido María, a no ser porque no hay víctimas entre ninguna mujer por no ser llamada a él. Es un tema más que nos da una idea de lo mucho que está sufriendo la Iglesia en este momento a manos de determinados medios de comunicación que tergiversan las cosas y vuelven a la opinión pública contra ella, que es necesario que haya unos medios de comunicación que hablen y que presenten la doctrina de la Iglesia y las razones, no solamente, en nuestro Señor Jesucristo para hacer lo que hizo, sino también de la Iglesia para mantenerse fieles a aquello que Jesucristo hizo.
Como modelo, como lugar adonde podemos acudir, adonde pueden ustedes acudir a honrar a la Santísima Virgen relacionado con este tema del que les estoy hablando, les invito a que vayan a la Catedral de Toledo a venerar a la Virgen del Sagrario, "María del Sagrario", es realmente sacerdotisa de otro sacerdocio, del sacerdocio común de los fieles, del sacerdocio en el cual tú le ofreces a Cristo, tu trabajo, tu sufrimiento, tu amor. Tú consagras ese amor y ese sufrimiento y ese pan distinto del eucarístico, ese pan sí que se lo puedes ofrecer al Señor. De ese sacerdocio real participamos todos los bautizados, hombres y mujeres.
Pidámosle a la Virgen del Sagrario que nos ayude a no reivindicar los favores, sino aceptarlos con gratitud y a estar siempre unidos a la Iglesia.
Feliz día para todos.
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