"Ventana abierta"
EL LADRILLAZO
Web católico de Javier Olivares
Un joven y exitoso
ejecutivo paseaba a gran velocidad en su flamante automóvil eléctrico Tesla. Al
llegar a un cruce, redujo su velocidad por precaución, por si cruzaba la calle
algún chico sin mirar. De repente, sintió un estruendoso golpe en la puerta del
vehículo. Al bajarse, vio que un ladrillo le había estropeado la pintura,
carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto.
Giró en sentido
contrario para dirigirse a donde vio salir el ladrillo que acababa de afectar a
su precioso auto.
Salió del vehículo de
un salto y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia la pared
de un edificio, le gritó a toda voz: ¿Qué rayos fue eso? ¿Quién eres tú? ¿Qué
crees que haces con mi auto? Y muy enfurecido, continuó recriminándole al
chiquillo: !Es un auto nuevo y ese ladrillo que lanzaste va a costarte caro!
¿Por qué hiciste eso?
"Por favor, Señor,
por favor. ¡Lo siento mucho! no sabía qué hacer", suplicó el
chiquillo." Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía... las lágrimas
bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del
auto estacionado.
"Es mi
hermano", le dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo y
no puedo levantarlo". Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo:
"Puede usted, por favor; ayudarme a sentarlo en su silla? Se ha golpeado,
está en tierra y pesa mucho para mí solito". Soy pequeño.
Visiblemente impactado
por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó la saliva que se le
formó en su boca.
Indescriptiblemente
emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó
en su silla nuevamente sacando su pañuelo de seda para limpiar un poco los
cortes y la suciedad sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo especial.
Luego de verificar que se encontraba bien, miró; y el chiquillo le dio las
gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie...
"DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo.
El hombre vio como se
alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su
hermano, hasta llegar a su humilde casita. El ejecutivo no ha reparado aún la puerta
del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo; para recordarle
el no ir por la vida tan deprisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo
para que preste atención. Dios nos susurra en el alma y en el corazón. Hay
veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.
Escoge: Escucha el susurro... o el ladrillazo."
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