"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JESÚS, NOS BUSCA Y NOS ENCUENTRA
1Todos los publicanos y los pecadores se
acercaban a él para oírle,
2 y los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»
3 Entonces les dijo esta
parábola.
4 « ¿Quién de vosotros que
tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va
a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?
5 Y cuando la encuentra, la
pone contento sobre sus hombros;
6 y llegando a casa,
convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque he
hallado la oveja que se me había perdido."
7 Os digo que, de igual
modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que
por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.
8 « O, ¿qué mujer que tiene
diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca
cuidadosamente hasta que la encuentra?
9 Y cuando la encuentra,
convoca a las amigas y vecinas, y dice: "Alegraos conmigo, porque he
hallado la dracma que había perdido."
10 Del mismo modo, os digo,
se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se
convierta.» (Lc. 15, 1-10)
¿Cómo
es que se le acercan a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo y
para estar con Él? ¿No será que se muestra ante todos con una mansedumbre y una
humildad que contrasta altamente con la altivez y lejanía de los fariseos?
Éstos, ante el éxito de Jesús, sobre todo entre todos los que ellos desprecian:
los pecadores y los publicanos, no pueden menos de sentirse a disgusto, porque
Jesús, en su actitud, está atentando y quebrantando la Ley, la Ley de Moisés
que es santa y norma de vida para ellos. No es que Jesús desprecie la Ley, es
que va mucho más allá de ella y la deja inservible. Y por si no fuera
suficiente con sus obras, usa de su Palabra para explicarles las verdaderas
fiestas que se celebran en el cielo, cuando un pecador se arrepiente y vuelve
al Señor: ¡Hasta los ángeles de Dios hacen fiesta y alaban doblemente al Señor,
por los pecadores recuperados de su vieja condición!
Y
dos parábolas muy bellas ilustran este desvelo por hallar la oveja perdida y la
moneda preciosa que se extravió. Y es que Jesús mismo es ese “Buen Pastor” que
no descansa y se exponen a todos los riesgos y peligros por encontrar a esa
oveja que se le perdió. “Él no retuvo su condición divina, sino que se despojo
de esa su situación gloriosa y rodeado de sus bienaventurados: “las noventa y
nueve ovejas fieles” que sólo saben de adorarlo y darle gracias. Al contrario,
bajó a nuestro valle oscuro por el pecado, e hizo toda clase de “industrias”,
para atraer al pecador a su Amor. Nunca, el pecador camina en su oscuridad
solo, siempre va “el Buen Pastor” a su lado, provocándole con santas
insinuaciones, sobre todo con su Amor, que es el que acaba derritiendo y
quemando esos corazones alejados de Él y enfangados en el mal. Él no fuerza
nunca, sólo insinúa y muestra el camino atractivo y feliz hacia el Bien. Y,
cuando “la oveja perdida” se rinde y se deja coger por Jesús, Él la abraza y la
roza con sus mejillas, queriendo transmitirla todo el calor de su Corazón.
Y ante esta aventura divina que los mismos cielos se pasman, de que todo Dios
se abaje ¡tanto, tanto!, todos los seres creados se rinden en adoración y amor,
porque nuestro Creador, no sólo nos hizo con su Amor, sino que su Gloria está
en que en el Último Día, recapitulará todas las cosas en Él, y el primero al
hombre, hecho a su semejanza. Entonces” todo será Todo en todos”.
¡Dios
mío, qué gran vocación y esperanza nos trae nuestra fe!: “Seremos semejantes a
Él, ¡porque lo veremos tal cual es”! ¡Cara a cara en su Gloria! ¡Y nuestra
alegría será colmada con una medida llena y rebosante!
¡Señor, que, tu Espíritu Santo nos arrastre a Ti, ¡para ser encontrados por Ti! ¡Qué Él, no se canse, una y otra vez, de gritarnos: “¡Ven, ven a Jesús y serás feliz”! ¡Porque en ese encuentro, sólo sabremos adorarle y darle gracias!¡Qué así se haga en nosotros, como deseamos!...
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