"Ventana abierta"
La Buena Semilla
El Señor dijo a Moisés… He aquí que yo estaré
delante de ti allí sobre la peña… golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y
beberá el pueblo.
Éxodo 17: 5-6
Todos bebieron la misma bebida espiritual;
porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
1 Corintios 10: 4
El agua de la roca (1)
Al principio de su travesía por el desierto, el
pueblo hebreo experimentaba los cuidados de su Dios todopoderoso. Pero la sed
los desanimó. Entonces acusaron a Moisés de haberlos liberado de su esclavitud
en Egipto para matarlos de sed en el desierto (Éxodo 17: 3). En su
angustia Moisés clamó a Dios, y él respondió con amor y gracia. Dijo a Moisés
que golpease la roca con su vara. Moisés obedeció, el agua brotó y todo el
pueblo pudo beber, así como también su ganado.
El Nuevo Testamento, segunda parte de la
Biblia, nos enseña que esa roca es una imagen de Jesucristo: él fue “herido” al
morir en la cruz, soportó el juicio que nosotros merecíamos. Por su sacrificio
nos da la vida. Este pasaje del Antiguo Testamento declara: “Nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados… Por la rebelión de mi pueblo
fue herido” (Isaías 53: 4- 5, 8).
Jesucristo fue herido en nuestro lugar, debido
a la ira de Dios contra el mal, pues su justicia debía ser satisfecha. Si
aceptamos que nuestros pecados causaron la muerte de Cristo, podemos aceptar
luego su gracia que nos da la vida eterna, como un agua viva. Jesús nos invita:
“El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente” (Apocalipsis 22: 17).
(mañana continuará)
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