"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
¿Quién dices tú que soy yo?
27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los
pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus
discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
28 Ellos le dijeron: «Unos,
que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.»
29 Y él les preguntaba: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.»
30 Y les mandó
enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
31 Y comenzó a enseñarles
que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los
sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.
32 Hablaba de esto
abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
33 Pero él, volviéndose y
mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mí vista,
Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»
34 Llamando a la gente a la
vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
35 Porque quien quiera
salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el
Evangelio, la salvará. (Mc. 8,27-35)
De acá para allá se mueve Jesús con sus discípulos… Pero
en este caminar, su Palabra es siempre activa... Y un día, el pregunta a sus
seguidores: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Y le cuentan que hay diversidad
de opiniones: Juan Bautista, Elías o uno de los profetas... Todos se remiten a
lo conocido en la Escritura, sin aventurarse a la escucha del Espíritu Santo
que es quién solo puede decir quién es Jesús... He aquí la ambigüedad de la
opinión humana que no sale de lo que para él es comprensible...
Esto, a Jesús, le deja decepcionado porque no han
captado la irrupción del Reino en su Persona... Y ahora les pregunta a sus íntimos:
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Y Pedro, el impulsivo, lleno del
Espíritu Santo, le confiesa: “¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!”. Pedro no
sabe lo que dice y lo que esta palabra implica, pero está seguro porque el
Espíritu de Jesús le da esta firmeza. “Esto no te lo ha revelado nadie de carne
y hueso, sino mi Padre que está en el cielo”... Y los demás apóstoles se unen a
Pedro acogiendo su confesión...
Y detrás de ellos, Jesús nos pregunta directamente: ¿Y tú, N.N. quién dices que
soy Yo?”... “¡No respondas enseguida, no te precipites en contestar, a no ser
que mi Espíritu, te mueva la lengua y el corazón!... ¡Piensa primero, hurga en
tu vida, que está clavada en tu corazón y contempla: ¿cuándo me viste, que
clamando a mí, te salvé, te libré de “tus fosas" y de tus pecados y todo
terminó en alabanzas y acciones de gracias que gritaste a todos?” ...
Antes de decir a Jesús quién es para mí, hay todo un
camino de conversión y reconocimiento: ¡Que en ningún momento yo me he podido
salvar a mí mismo!; ¡liberar de tantas “prisiones” que me tenían encerrado!;
¡pasar de la muerte, de una vida en mí mismo, a la alegría de la resurrección
en un mundo nuevo y limpio de estas tendencias malsanas que ahogan mis ansias
de amar y ser bueno!... ¡Él, y sólo Él, Jesús, el Hijo de Dios, siempre vigiló
sobre mi vida, y esto aunque a veces no lo sienta, pero ello es verdad: “Yo
estoy con vosotros todos los días ¡hasta el fin del mundo”!... ¡Esto es una
promesa y una realidad a experimentar en la vida y sobre todo en los momentos
de dificultad y de agobio!... ¡Él, es Él, el Único Señor de mi historia y de la
historia de todos los tiempos, esa que a veces, ingenua o insensatamente, ¡creo
que yo muevo sus hilos!... ¡Todo está en las manos de Jesús, el Hijo de Dios!...
Pero como estas manos son amorosas y pacientes, Él hace en mí y en todos y en
el mundo, mejor de lo que yo podría hacer o imaginar...
Sí, él es el “Dios con nosotros” y a favor nuestro,
porque ¿quién concibe que uno destruya o abandone la obra que hicieron sus
manos con tanto mimo y Amor?... Sí, Él es Jesús, Nuestro Señor y Nuestro Dios,
Nuestro Hacedor, Nuestro Hermano y Amigo, Nuestro Esposo, que no tuvo reparos
en asumir nuestra naturaleza humana y hacerse “uno de tantos”...
¡A Él la gloria y la alabanza y el poder y todo el Amor!... ¡Amén!… ¡Amén!...
No hay comentarios:
Publicar un comentario