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Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

lunes, 9 de agosto de 2021

Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein. Lunes, 9 - Agosto - 2021

 "Ventana abierta"

Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein (1891-1942) monja, Carmelita Descalza, mártir

"Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios". Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1 de mayo de 1987.

¿Quién fue esta mujer?

Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ".

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.

Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".

En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ".

En 1933 la noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo último que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ".
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.

"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo" (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo...".

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) solamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: "La ciencia de la Cruz".

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".

Junto con otros muchos judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".

Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo".

https://www.vatican.va

BEATA TERESA BENEDICTA
DE LA CRUZ
(EDITH STEIN)

http://carmelnet.org

Su vida

Nació en Breslavia -hoy Wroclaw- capital de la Silesia, una región de Alemania que pasó a Polonia después de la Segunda guerra mundial, el 12.10.1891.

Sus padres, Sigfred y Auguste, dedicados al comercio, eran judíos. Edith fue la última de once hijos. Su padre murió el 1893 y su madre hubo de cargar con la dirección de la serrería y la educación de sus hijos.

La pequeña Edith escribió de sí misma que ella de niña era muy sensible, dinámica, nerviosa e irascible, pero que a los siete años ya empezó en ella a madurar un temperamento reflexivo.

En 1913 ingresó en la universidad de Gottingen y se dedicó al estudio de la fenomenología. Aquelío era su vida: sus libros, sus compañeros, y, sobre todo, el célebre profesor E. Husserl. Durante este tiempo llega a un ateísmo casi total.

Estalla en 1914 la primera Guerra Mundial y Edith trabaja como enfermera en un hospital de cuatro mil camas. A esta obra se entrega de lleno.

El estudio de fenomenología hecho con seriedad le lleva al conocimiento profundo de la Iglesia católica y se bautiza el 1.1.1922. El Dios o el Absoluto llena toda su alma: "Cristo se elevó radiante ante mi mirada; Cristo en el misterio de la Cruz'. Su encuentro definitivo fue en 1921 leyendo la Autobiografía de Santa Teresa.

Al ser bautizada el 1.1.1922 recibió el nombre de Teresa Edwig.

A sus 42 años, el 15.4.1934, fiesta del Buen Pastor, viste el hábito carmelita en el convento de Colonia.

Su familia rompe con ella. El 21.4.1935, domingo de Pascua de Resurrección, emite sus votos religiosos y tres años después, aquel mismo día, sus votos perpetuos. Su vida será ya una "Cruz" convertida en "Pascua".

Pronto se enrarece la atmósfera en Alemania. Los nazis odian al puebo judío. Ella presagia la suerte que le espera. Quieren salvarla haciendo que huya a Holanda. El 22.8.1942 miembros de las SS se presentan en el convento y apresan a Sor Bendicta y a Su hermana Rosa.

Después de varios tormentos, el 9.8.1942, en el horno de gas del "infierno de Auschwitz", moría la mártir de la Cruz, Sor Bendicta.

Fue beatificada el 1.5.1987 en Colonia. Su fiesta se celebra el 9 de agosto.

Su espiritualidad

Además de en su vida-siempre auténtica y generosa, tanto cuando era creyente y practicante judía como cuando se alejó de la fe, y, sobre todo, cuando se convirtió después y abrazó la vida del Carmelo- su espiritualidad se manifiesta, sobre todo, en sus maravillosos y profundos escritos. Estos son los principales: Ser infinito y eterno; La ciencia de la Cruz; Caminos para el conocimiento de Dios; Teresa de Jesús; El Misterio de Navidad; Las Bodas del cordero; La oración de la Iglesia; Ave Crux... Todas ellas arrancan del primer encuentro que tuvo con Cristo.

Amó muchísimo al Carmelo y a la Madre del Carmelo. Escribió sobre su vocación cosas preciosas...

Alguien ha escrito de la misión de Edith Stein:

"Su figura, su oración y su trabajo, su silencio y su pasión, su postrera marcha hacia el oriente, no desaparecerán fácilmente de la memoria de las generaciones venideras, irradiando siempre espíritu de fortaleza y despertando anhelos por ahondar en la fe, en la esperanza y en el amor".

Su mensaje

Que procuremos vivir con intensidad la sinceridad y honradez.

Que estemos dispuestos a oír la voz del Señor aunque haga cambiar nuestra vida.

Que nos enamoremos de la cruz como medio de salvación.

Que seamos fieles hasta el final aunque sea con el martirio.

Su oración

Señor, Dios de nuestros padres en la fe, infúndenos copiosamente la ciencia de la cruz, con la que enriqueciste de modo admirable a la Beata Teresa Benedicta en la hora del martirio; concédenos, por su intercesión, buscarte sin descanso a ti que eres la suma de la Verdad, y mantener con lealtad hasta la muerte la alianza eterna de amor, sellada con la sangre de tu Hijo para la salvación de todos los hombres. Amén.

From Los Santos Carmelitas by P. Rafael María López-Melús

Edith Stein

Mauricio Fomini

La vida como pasión

Nuestro tiempo, definido por muchos débil”, parece despojar al hombre de todo deseo profundo, del gusto de comprometerse para una razón más alta, para la pasión por la verdad. Decía Juan Pablo II, en la homilía del 11 de octubre de 1998, pronunciada con ocasión de la canonización de Edith Stein, compatrona de Europa:

“En nuestro tiempo, la verdad viene confundida frecuentemente con la opinión de la mayoría. Además, es convicción difundida que uno deba servirse de la verdad también contra el amor o viceversa. Pero la verdad y el amor tienen necesidad el uno del otro.

Casi para querer contradecir esta mentalidad dominante, la figura de Edith Stein ha sido un admirable connubio entre verdad y amor. Su vida es una invitación a encontrar los motivos fuertes, que dan a la existencia el sentido y los destinos últimos.

Edith Stein está vinculada de modo particular al Limburgo holandés, y ha dejado un signo indeleble en la pequeña ciudad de Echt: el convento carmelita de esta ciudad ha sido el lugar donde Edith ha trascurrido los últimos años de su vida, desde el 1 de enero de 1938 hasta el 2 de agosto de 1942, antes de su deportación a Auschwitz.

En busca de la verdad

Edith nace en Breslavia, que hoy pertenece a Polonia, el 12 de octubre de 1891, de una familia hebrea. A los 14 años atraviesa una primera crisis de crecimiento: rompe con la religiosidad beata y árida de su familia. Abandona la escuela y el estudio para la búsqueda de algo nuevo. Se traslada a Hamburgo, donde viene seducida por la fascinación de la idea nihilista de la muerte de Dios, proclamada por Nietzsche al principio del siglo. Se abre el período de su ateísmo. Dirá, refiriéndose a esto: “Plenamente consciente de lo que hacía y con libre decisión, dejé de rezar”.

Después de algunos meses, reanudará los estudios, pero no volverá a encontrar la fe perdida. Estudia y lee mucho. Una vez en la universidad, entra en la escuela filosófica de E. Husserl, padre de la fenomenología, brillando por su inteligencia y agudeza crítica.

La primacía del ser

La filosofía, sin embargo, además de sus méritos, le muestra también todos sus límites en la contestación a las preguntas que la tienen ocupada ya desde hace tiempo: “¿Cómo planeo mi vida? ¿Dónde encuentro a Dios?”. Estos interrogantes ya no admiten reenvíos o ulteriores especulaciones.

La respuesta que se le aparece con indudable certeza exige el paso del ámbito del conocimiento al de la existencia. En efecto, lo que la conduce a una fe madura son encuentros con personas concretas. Por ejemplo, el comportamiento de la viuda de Adolf Reinach –filosofo amigo suyo, precozmente desaparecido–, frente a la muerte del marido. Imaginaba hallar a una joven mujer anonadada por el dolor y la desesperación. En cambio, se encuentra ante el rostro, aunque marcado por el sufrimiento, con los rasgos luminosos y fuertes de quien posee la fe. Edith sabe leer más allá del fenómeno y capta la razón última que lo trasciende y lo explica. Dirá de aquella experiencia:

“Fue mi primer encuentro con la Cruz, mi primera experiencia de la fuerza divina que emana de la Cruz, y se comunica a quienes la abrazan.

Este proceso de descubrimiento de la fe, como relación personal, culmina con la lectura totalmente casual de la vida de santa Teresa de Ávila. Aquí, como escribe ella misma, se concluyó la larga búsqueda de la verdadera fe”. En Teresa de Ávila ve conjugados de manera admirable verdad y amor, y desde entonces su lema será:

“No aceptar nada como verdad que esté privado de amor. No aceptar nada como amor que esté privado de verdad. El uno sin el otro se vuelve una mentira destructiva”.

Pide el bautismo y el ingreso en la Iglesia católica.

Se siente atraída por la vida contemplativa, pero, antes de entrar en el Carmelo tendrá que esperar más de diez años, en el curso de los cuales desarrolla una intensa actividad de profesora, docente y conferenciante, revelando toda su pasión por el hombre y su historia.

La encienden los debates y las luchas por la emancipación femenina. Pero, muy pronto, descubrirá un fundamental error de enfoque en aquellas ciertamente generosas batallas. Las mujeres, ansiosas de liberarse de la prisión de los muros domésticos, reivindicaban la igualdad completa con el hombre, descuidando así el punto más importante: el de las características esenciales de la mujer, de las dotes y cualidades específicas femeninas.

El “genio femenino” del que habla Edith Stein está en el orden del amor. La mujer no puede encontrarse a sí misma, sino en el acoger el amor y donarlo a los demás. Es en el orden del amor donde viene medida su dignidad. Desde el punto de vista existencial, la forma de este amor se traduce en acogida, en disponibilidad y gratuidad en la relación interpersonal: es estar atentos al otro por lo que es. La mujer, si vive hasta el fondo la propia vocación, es portadora de una ontología ejemplar de la relación del hombre con Dios. Ella testimonia la primacía de la persona, la importancia del ser sobre el tener, sobre el parecer, sobre el hacer.

En 1933, Edith, a la edad de 42 años, entra en el Carmelo de Colonia. Pero, este paso no significó, como erróneamente se podría entender, una huida del mundo.

“Creo -dice Edith- que cuanto más uno está atraído hacia la intimidad con Dios, tanto más debe también salir de sí, ir hacia el mundo, para llevar en él la vida de Dios.

Se hace el modelo de la perfecta coherencia entre fe y conducta de vida. Para ella, es la primacía del ser la que va restablecida y afirmada: “Las personas en el mundo no tienen necesidad tan solo de lo que tenemos, necesitan de lo que somos”.

El martirio

El itinerario de vida de Edith Stein está íntimamente unido a la pasión que el pueblo hebreo vive, durante la Segunda Guerra Mundial. Es la cruz de Cristo, dirá, que ahora “viene puesta sobre las espaldas del pueblo hebreo” y “todos los que han comprendido esto tendrían que estar listos para tomarla sobre las propias espaldas en nombre de todos. Yo quería hacerlo, Él debía solo indicarme el modo de esto”.

Para esquivar las leyes raciales en Alemania, se traslada de Colonia al Carmelo de Echt, en los Países Bajos. Pero, la persecución embiste también a este país. También los hebreos bautizados vienen perseguidos. Es entonces cuando Edith Stein rechaza refugiarse en Suiza, como anteriormente, en el período de su enseñanza en Alemania, había rechazado emigrar por la propia seguridad en la América meridional. En cambio, se presenta al martirio junto con su amada hermana Rosa, refugiada también ella en el Carmelo de Echt. Al dejar el monasterio, Edith lleva de la mano a la hermana y dice solamente: “Ven, vamos por nuestro pueblo”.

El 9 de agosto de 1942 muere en las cámaras de gas de Auschwitz.

Teresa, la bendita de la Cruz.

Este es el nombre de aquella mujer que ha empezado su camino espiritual con la convicción de que no existe absolutamente ningún Dios, y ha terminado su vida llevando la cruz de aquel Dios rechazado.

Buscó para encontrar; luchó para ganar; murió para vivir.

Mauricio Fomini

Las citas están tomadas de E. Stein, Storia di una famiglia ebrea. Lineamenti autobiografici: l’infanzia e gli anni giovanili, I-II, Edizioni Martello Libreria, Milano 1997.

(Traducido del italiano por Luigi Moretti)

24/03/2021

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