LA PUREZA LEGAL
38 Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer.
40 ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?
41 Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros. (Lc. 11, 37-41)
Si el hombre no está limpio por fuera y por dentro es un hombre manchado. El hombre sólo puede ordenar y purificar lo de fuera, pero lo de dentro, es de Dios, que sondea nuestras entrañas y el corazón. Vivir fuera y no dentro es lo que nos hace impuro, pues del corazón salen las buenas y las malas obras; las buenas y las malas palabras; el amor y el desamor hacia Dios y hacia los hombres. Vigilar lo de dentro, nuestros deseos e intenciones y encaminarlos al bien, nos acerca a Dios. Vivir de apariencias, es vivir en la mentira y Jesús quiere que seamos hijos de la verdad. Jesús es la Verdad y vivir de Él y para Él, es mantener puro el corazón, pues el que se acerca al Espíritu de Dios, se hace uno con Él. Y entonces sí que podemos decir que: “seréis como dioses”, resplandecientes de la luz que habita dentro.
Asomémonos al interior de nuestra alma y contemplaremos cosas maravillosas: allí la gracia de Dios se pasea por ella, con tal de que no le pongamos obstáculos a este paso continuo del Espíritu en nosotros.
Nuestro recipiente es pobre y no puede contener tanta riqueza como es el Amor de Dios, pero el Señor sabe esto y aún así, y precisamente por esto, nos envía su Espíritu para que nos purifique.
Digamos con el salmón 50: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu Rostro, no me quites tu santo Espíritu”…
¡Qué así sea haga, como nuestro corazón desea y como sobre todo, lo desea Dios, pues su Palabra es poderosa y eficaz y nos ha mandado orar de esta manera! …
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