"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
DIOS SE REVELA A LOS QUE SE VEN NADA
25 En aquel tiempo,
tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e
inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
26 Sí, Padre, pues tal ha
sido tu beneplácito.
27 Todo me ha sido
entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre
le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar.
28 « Venid a mí todos
los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
29 Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt. 11, 25-30)
Dios-Padre, esconde sus
tesoros y se los muestra a los pequeños. Como el Padre,
solo los niños saben jugar
al “escondite” y decimos: “¡pero este es un juego de los
pequeños! ¡Ya, por eso el Padre y los niños se entiende muy
bien, ellos, en la vida, “juegan”! ¡Igual que el Padre
que, dio a su Hijo, su “aprendiz”, el poder
jugar y, esto es Palabra de Dios
en (Prov. 8, 22-31): “Yo estaba junto a Él
como un aprendiz, Yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba
en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los
hijos de los hombres”.
Ahora ¿quién puede dudar de que Jesús
acertadamente da gracias a su Padre-Dios porque haya escondido todo
su Misterio a los sabios y entendidos y, se lo ha
revelado, el primero a su Hijo querido, “su Pequeño” y, le ha
dejado jugar con la tierra y gozarse con los que se han hecho como
niños? ¿Y, cuál es el tesoro que Dios Padre tiene reservado
para estos?, pues, “que te conozcan a Ti Único Dios
verdadero y a tu Enviado Jesucristo.
Porque en ÉI, están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y ciencia de Dios” (Col. 2, 3-4).
Conocer a Jesús, el Verbo
de Dios, es entrar en el Amor de la Trinidad,
porque allí, el Padre, ama y conoce
al Hijo; El Hijo, ama y conoce al Padre y, el Espíritu
Santo, es el Amor que conoce al Padre
y al Hijo y, Éstos, se conocen y aman en el Espíritu Santo.
Nada queda fuera del Santo Espíritu del Amor, por
esto, “Dios es Amor” y, quiere que entremos
en ÉI: “al que me ama, lo
amará mi Padre y lo amaré Yo y me manifestaré
a él”. Le daré a conocer y a saborear los tesoros de Dios,
esos que tiene escondidos para los pequeños.
Pero, tenemos que pedir con celo la
insistencia de ser pequeñitos, como Jesús que, se abajó hasta no
poder más. Pero, así como la humildad y la
mansedumbre, en Jesús, es un verdadero abajarse y
achicarse, nuestra invitación no es más que reconocer que
ante ÉI, somos nada, somos el “no ser” y además con pecado. De
ambos, nos libera la gracia de Dios, perdonándonos todos los
pecados y, atrayéndonos a Sí. Esta obra de amor, es
totalmente divina, sólo quiere que le dejemos obrar libremente, como Dios que
es.
“Aprender”, he ahí la clave de nuestra
santidad y, dejarle imprimir su Ser en nuestro pequeño
ser. ¡Oh Jesús, qué sublime y preciosa es la meta que
nos has puesto para conocerte y amarte! ¡Tú sabes bien y nos has
dicho que, “sin Mí, no podéis hacer nada”! ¡Pero, contigo, lo
podemos todo y aún, lo que supera nuestra pequeña capacidad!
¡Tú, te enamoraste de la obra de tus manos, por esto, quiste darle lo más, darte a Ti mismo con todos tus dones y secretos escondidos! ¡Húndenos en tu regazo divino porque queremos saciarnos del torrente de tus delicias y en tu Luz verte a Ti que, eres nuestra luz! ¡Que así sea! ¡Amén! ¡Amén!
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