"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
A veces sucede que algunas cosas bellas
empiezan a morirse, y sufrimos por la nostalgia, pero no somos capaces de
renovarlas para que puedan renacer. El Espíritu Santo es el que siempre nos
mueve a renovar las cosas, a derramar vida donde todo se está muriendo. Él
puede darle un nuevo impulso a lo que se ha debilitado, pero para eso tenemos
que aceptar que lo haga como él quiera y que se cambie lo que tenga que ser
cambiado. Algo de eso descubrimos en lo que el Espíritu Santo hizo a través de
San Bernardo, a quien hoy recordamos. A los 20 años ingresó en una orden
contemplativa que tenía pocas vocaciones y comenzaba a extinguirse. Pero a los
25 años Bernardo se fue con un grupo de compañeros a fundar el monasterio de
Claraval. La vida cristiana era allí tan intensa y fervorosa, por el atractivo
estímulo de Bernardo, que en su monasterio llegaron a vivir 500 monjes, y desde
allí se fundaron numerosos monasterios. Salía a predicar con una fuerza
inagotable y siempre volvía rodeado de un grupo de personas convertidas que
querían entregarse a Cristo. También participaba activamente de todo lo que
pudiera afectar a la Iglesia, porque nada que tuviera que ver con Dios le podía
ser ajeno. Se le considera el mayor apóstol del siglo XII. Así, su orden
contemplativa, que estaba desapareciendo, volvió a vivir. En Bernardo se
descubre lo que es un hombre grande en manos del Espíritu Santo, cómo se eleva,
cómo se llena y se fortalece una vida donde el Espíritu Santo puede entrar sin
dificultades y asumir el control. Cuando se renuncia a ser el centro, el
dominador, el que todo lo controla, y se le otorga al Espíritu el señorío sobre
la propia vida, entonces brota una fecundidad sobrehumana. Cuando uno se libera
de la mirada ajena, y renuncia a vivir para el reconocimiento de los demás, se
adquiere la verdadera libertad interior. Nadie es más libre y más fecundo que
quien le permite al Espíritu Santo tocar y sanar su libertad.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 20 de agosto
"Amado Dios, en este nuevo día me acerco a
Ti con un corazón lleno de esperanza, pidiéndote que derrames tu Espíritu Santo
sobre mi vida. Sé que hay momentos en los que las cosas hermosas comienzan a
desvanecerse, y la nostalgia se apodera de mi corazón. Pero confío en que Tú,
Señor, eres quien puede renovar y revitalizar todo lo que está perdiendo vida.
Te pido que hoy, como lo hiciste con San Bernardo, renueves en mí el fervor y
la pasión por seguirte, que me impulses a revivir aquello que se está
debilitando en mi vida. Dame la sabiduría para aceptar los cambios que el
Espíritu Santo quiera realizar en mí, y la humildad para dejar que Él sea quien
guíe y transforme mi camino. Ayúdame a soltar el control, a no vivir para la
aprobación de los demás, sino para tu gloria. Que mi vida sea un testimonio de
tu poder, una vida que, al entregarse completamente a Ti, se llena de una
fecundidad sobrehumana. Que en este día y en los que vienen, pueda vivir con la
libertad interior que solo tu Espíritu puede dar. Te pido, Señor, que mi
corazón esté siempre dispuesto a recibir la renovación que necesitas hacer en
mí, para que mi vida refleje siempre tu amor y tu gracia.
Amén".
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