"Ventana abierta"
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es María, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos.
SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO
ÁNGELUS
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA
María Santísima, desde el momento de la anunciación, tuvo la resolución profunda, permanente y eficaz de consagrar su vida a la persona y a la obra de su Hijo y cooperar con amor a la salvación de los hombres.
Su voluntad estuvo siempre unida a la de Dios y la llama de su fervor ardía en presencia de Jesucristo, como la llama de un candelabro delante de un Sagrario.
Así fue el Corazón de María y así debe de ser tu corazón.
VIRGEN FELIZ PORQUE CREÍSTE QUE EN TI SE CUMPLIRÍA LA PALABRA DE DIOS, HAZME QUE NO DESEE YO OTRA COSA QUE HACER SU VOLUNTAD.
Padre Nuestro
Ave María...
Gloria...
♡VIGILIA DE LA ASUNCIÓN DE MARIA♡
Es la Asunción de Nuestra Señora a los cielos
la coronación de todas sus fiestas y recuerdos, el fin de su destierro y la
entrada triunfal en el imperio de su Hijo, que son los cielos, como soberana y
emperatriz. Qué alegría de ángeles, qué tristeza en los apóstoles, qué
hermosura de Virgen, qué júbilo en los cielos, qué vacío en la tierra. Hasta
ahora vivió en ella aquella vara de Jessé y rosa de Jericó para hacer dos veces
el oficio de madre, siendo siempre virgen. La primera vez real y verdaderamente
con aquel Niño concebido por milagro que después de haber llevado nueve meses
en su seno, salió de él sin romperlo ni mancharlo, como el rayo del sol sale
por un cristal y nació en Belén y vivió en Nazaret.
Era Hijo de Dios y María su madre fue por ello
elevada a una dignidad superior a todos los ángeles, cual es ser Madre de Dios.
La otra maternidad es figurada con relación a la Iglesia. Esta sociedad fundada
por Nuestro Señor Jesucristo y fortalecida y vivificada por el Espíritu Santo,
acababa de nacer cuando el Hijo de Dios subió a los cielos, y por no dejarla en
un punto huérfana de padre y madre, ahí quedó la Santísima Virgen en torno de
la cual se reunían los apóstoles, y a quien miraban los recién convertidos como
un ser extraordinario, que tocaba la esfera de lo divino.
Cuentan de San Dionisio Areopagita que, al
encontrarse con ella en Éfeso en los últimos días que vivió con el discípulo
amado, le sobrecogió de tal manera, que la hubiera adorado como diosa, de no
saber que era persona humana.
Cuando la Iglesia se extendía ya por todo el
mundo y en las ciudades más famosas como Roma, Alejandría, Atenas, Antioquía
era adorado el Hijo de la Virgen subió ésta al cielo a sentarse a su lado como
reina de cielos y tierra.
VIGILIA DE LA SOLEMNIDAD DE LA
ASUNCIÓN DE MARÍA
Invoquemos al Espíritu Santo para que nos
acompañe en esta Vigilia de oración:
Canto: Quien me da la vida
Introducción
María se nos presenta hoy como la criatura
llena de gracia, amada de Dios, exaltada sobre todos los seres creados, y a la
vez, su glorificación anticipa el destino de la Iglesia, la comunidad de los
redimidos por su Hijo Jesús.
La Madre de Jesús goza de la gloria de su Hijo.
La que no conoció pecado ha sido elevada al cielo para gozar del triunfo de
Jesús sobre la muerte. Sin embargo, la Asunción de María no hace que se desentienda
de la comunidad humana. Ella sigue siendo nuestra Abogada, mediadora ante su
Hijo en favor nuestro.
El triunfo de María es la coronación de la
humildad de la sierva del Señor, la verdad cumplida del Evangelio: el que
arriesga su vida, la gana.
Hoy es un día emblemático para sostener la
esperanza, porque una mujer de nuestra raza ha sido coronada de gloria. En ella
nos sentimos todos nosotros exaltados, pero a la vez es una propuesta de forma
de vida enamorada de Dios, o si cabe decirlo en sentido evangélico, una vida
testigo del amor divino, que se derrama en nuestro corazón.
Lectura bíblica: 1Cro 15, 3-4.
15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a
todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había
preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas se echaron los varales a los
hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por
orden del Señor.
David mandó a los jefes de los levitas
organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos
acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el
centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y
sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo
al pueblo en nombre del Señor.
Palabra de Dios.
Reflexión
El Arca era el signo de la presencia de Dios en
medio de su Pueblo; en su interior se guardaba su Palabra, reseñada en las
Tablas de la Ley. Se menciona hoy este pasaje porque María es el Arca de la
Nueva Alianza, en cuyo seno habitó el Hijo de Dios, el Verbo, la Palabra de
Dios hecha carne, durante nueve meses, y con su Asunción a los Cielos encontró
su morada definitiva en el seno de la Trinidad Santísima.
El Arca del Antiguo Testamento estaba construida con materiales preciosos, revestida de oro en su interior; en el caso de María, Dios la llenó de dones incomparables, y su belleza era reflejo de esta plenitud de gracia con que había sido adornada. Así correspondía a la nueva morada de Dios en el mundo.
No olvidemos hoy que el Arca era para los
judíos un lugar privilegiado donde Dios escuchaba sus oraciones: mi Nombre
estará allí, se lee en el Libro de los Reyes. María, Arca de la Nueva Alianza,
es también el lugar privilegiado donde Dios escucha nuestras plegarias. Con la
ventaja de que Ella suma su voz a la nuestra. Acudir a Nuestra Señora no solo
es el mejor medio para ser atendidos por Dios, sino que Ella misma, desde el
Cielo, intercede y endereza nuestras súplicas cuando no andan del todo bien
encaminadas.
Madre nuestra, Tú que estás en cuerpo y alma
tan cerca de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo, no nos dejes de
tu mano.
“Madre mía, llévame hasta el trono de la Trinidad
Santísima y dile a Jesús que me haga hostia con Él” (Beato Manuel González).
Preces
Presentemos nuestra oración a María que
intercede por nosotros ante su Hijo. Respondemos cantando:
Madre Inmaculada, intercede por nosotros.
I. María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú
siempre fuiste fiel a la voluntad de tu Hijo. Tus intereses eran los intereses
de Dios. Ayúdanos a asemejarnos cada vez más a ti.
II. María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú
fuiste dichosa por haber concebido a Jesús. Ayúdanos a caer en la cuenta de que
Él está siempre presente en nuestra vida y enséñanos a hacer vida su Palabra en
nosotros.
III. María, Madre de Dios y Madre nuestra, en
todos los momentos de la vida de tu Hijo te mantuviste a su lado. Fortalece
nuestra fe para ser fieles a Dios incluso en las situaciones más difíciles.
IV. María, Madre de Dios y Madre nuestra,
durante la espera pentecostal animaste la comunidad de discípulos que habían
perdido al maestro y se sentían desorientados. Tu presencia los sostuvo en la
fe y la esperanza. También nosotros queremos ser fuente de ánimo para todas
aquellas personas que viven a nuestro lado.
V. María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nadie
como tú conoce a Dios, y nadie como tú nos conducirá a él. Necesitamos acudir a
ti porque tú eres el mejor camino para llegar a Jesús. Necesitamos que nos
ayudes a renovar nuestro corazón. Tú que eres la nueva Eva haznos a nosotros
criaturas nuevas.
2. La esperanza del Cielo.
La Asunción de Nuestra Señora nos llena de
alegría y nos alienta en ese camino que nos falta por recorrer hasta llegar al
Cielo. Ella nos da ánimo y fuerzas para alcanzar la santidad a la que por
vocación hemos sido llamados
“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta?
¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia,
a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que
nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas
que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es
ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas
de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas,
personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para
nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de
esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo;
Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo
carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros.
Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y
amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla
sobre nosotros y guíanos en nuestro camino” (Spe Salvi, 49).
Acción de gracias
Jdt 13, 18-19
Tú eres el orgullo de nuestra raza.
El Altísimo te ha bendecido, hija,
Más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador del cielo y tierra.
Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
Que tu alabanza estará siempre en la boca de todos
Los que se acuerden de esta obra poderosa de
Dios.
En este momento de silencio, dejemos que esta
Palabra resuene en nuestro interior y haga brotar nuestra acción de gracias a
Dios por todo aquello con que nos ha bendecido, nos ha elevado, nos ha acercado
a Él a lo largo de este año. Espontáneamente podemos compartirlo, intercalando
el canto:
Muchas gracias, María, oh Madre, muchas
gracias.
Oración final
María, reconociendo su pequeñez de criatura y
la grandeza de la vocación a la que fue llamada, acogió en su corazón la
Palabra de Dios y de Ella brotó un himno de gratitud, bendición, alabanza al
amor de Aquel que hizo en su vida grandes cosas. Que nuestra vida sea, como la
de María, toda ella un Magníficat.
Porque te has complacido, Señor, en la humildad
de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de
tu Hijo y la has coronado en este día de gloria y esplendor; por su
intercesión, te pedimos que a cuantos has salvado por el misterio de la
redención nos concedas también el premio de tu gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Amén.
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.
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