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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 30 de julio de 2023

Ángelus. "EL PERDÓN QUE DA JESÚS Y MARÍA". Cap. 58º. Tercer Milenio de la Mano de María. Domingo, 30 - Julio - 2023

  "Ventana abierta"

ÁNGELUS
EL PERDÓN QUE DA JESÚS Y MARÍA
P. Santiago Martín 
Franciscanos de María


En el día especial del 31 de diciembre, el último día del año de 2000, celebrábamos que estaba a punto de comenzar el año 2001, el primero de un nuevo Siglo, de un nuevo Milenio.

Quisiera hoy seguirles hablando de la Virgen María. Quisiera hacerlo situándola allí donde terminé la vez pasada.
Si ustedes recuerdan habíamos visto a la Virgen llegando al Calvario, llegando ya adonde se encontraba su Hijo a punto de ser crucificado. Seguramente la Virgen cuando llegó, precisamente por llegar un poco más tarde que los demás, aquello que vio en primer lugar fue una muralla humana, una barrera formada por personas, algunos de ellos curiosos pero muchos otros enemigos de Cristo, una muralla humana llena de odio.
El Evangelio lo describe diciendo: "que alrededor de la cruz estaban los fariseos, los sacerdotes, los escribas, todos aquellos que habían buscado durante tanto tiempo acabar con Jesús. Estaban allí gozando de su victoria, insultando al Árbol caído y diciéndole: "¡Si eres el Hijo de Dios, por qué no bajas de la cruz y entonces te creeremos!". 
Esto fue lo primero que vio a Virgen María, antes probablemente incluso de poder abrirse paso entre esa muchedumbre y poder llegar cerca de la cruz.
La Virgen vio una muralla de odio, una muralla de odio no sólo contra su Hijo, una muralla de odio que le hacía daño a Ella misma, porque ese odio intentaba entrar en el corazón de María. 
Hay que comprender lo que debe de ser el sentimiento de una Madre, que ve cómo ofenden, como insultan, cómo torturan, cómo matan a su Hijo. 
¿Quién debió de ser capaz, sino Ella la Inmaculada, de vencer al odio y no dejar que el odio echara raíces en su corazón. Si hubiera caído en la tentación, probablemente todo se habría terminado, pero María no se dejó arrastrar por el odio.
Seguramente que antes incluso de que su Hijo en la cruz dijera aquello de "¿Padre, perdónales, que no saben lo que hacen!" Ella lo había dicho ya en su corazón.
La Inmaculada se suma al misterio redentor de Jesús, perdonando, no solamente lo que le hacen a su Hijo, sino lo que le hacen a Ella misma.
Y de eso precisamente es de lo que quiero hablarles ahora, del perdón.
En aquel año 2000 estuvimos terminando un año, estuvimos terminando un siglo y un milenio, queridos amigos, ¿lo terminaríamos enterrando las viejas heridas? ¿De qué serviría empezar una vida nueva, como al día siguiente que dijimos: ¡Año nuevo, vida nueva! ¿De qué serviría empezar una vida nueva con un historial de venganzas, con un historial de afrentas?
Juan Pablo II en ese Año Jubilar quiso hacer ese gesto extraordinario de pedir perdón, de pedir perdón por los errores y pecados de la Iglesia en el milenio que terminaba, no sólo de la Iglesia en cuanto a la jerarquía, los obispos o los sacerdotes, sino la Iglesia  en cuanto al conjunto de los fieles.
Creo que aquel gesto fue auténticamente profético, fue ejemplar y deberíamos hacerlo todos.
Tendríamos que empezar a partir de aquel Año Nuevo, a partir de ese momento, diciéndonos a nosotros mismos: "¡Estoy dispuesto a perdonar, y diciéndoles a los demás: "¡Estoy dispuesto a pedirte perdón!" No decirle al otro te perdono, porque a lo mejor eso incluso puede resultar extraño y hasta ofensivo; pero sí diciéndole a aquellos otros, sobre todo con los que vivimos, con los que tenemos viejas cuentas, diciéndoles:"¡Te pido perdón. Lo siento. Quiero empezar de nuevo!".
A veces nos consideramos muy agraviados, enormemente ofendidos... ¿Más que la ofensa que sufrió Cristo? ¿Más que la ofensa que padeció la Virgen María?
Si Cristo perdona a sus asesinos, si la Madre perdona a los asesinos del Hijo, por mucho que nos hayan hecho daño a nosotros, no será nunca tanto como daño le hicieron a Ellos. Aprendamos de Ellos a perdonar.

Les invito a ustedes a que acudan a un lugar muy especial, a un Santuario de la Virgen que se levanta en una montaña rodeada de un bosque de encinas bellísimo, me refiero al Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar, es un lugar especial, porque creo que allí deberíamos ir a perdonar a los que nos han hecho daños, y a pedir perdón también por el daño que nosotros hemos hecho, todo; no solamente las heridas propias, sino las heridas de la historia, las heridas que han hecho a los nuestros, todo.
Que entráramos en aquel nuevo milenio, en el que ya estamos inmersos, desde el 2001, diciendo como María, como Jesús:
"¡Perdónales que no saben lo que hacen!".
 O diciendo, como nosotros podemos decir:
 "¡Padre, perdóname, porque he pecado!".

Feliz día para todos.

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