"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES CAMBIAR DE ZAPATOS
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
CON MIS ZAPATOS
Hace ya tiempo, una amiga nos comentó que, desde
siempre, ha sufrido mucho... ¡¡porque le arden los pies!! Ella es muy calurosa,
a lo que se añaden problemas de circulación... y lo pasa francamente mal.
Mientras la escuchaba, recuerdo que sentí mucha compasión,
pero, ay, sinceramente, ¡no me parecía para tanto, y hasta me daba un poco de
envidia!
Resulta que a mí me sucede justo al contrario: soy muy
friolera y siempre tengo los pies completamente escarchados. Una cosa
exagerada, te lo aseguro. Hay momentos en que siento que me enfermo del frío
que tengo en los pies... así que el calor me parecía una opción mucho más
llevadera. Hasta ayer.
No me preguntes por qué, pero, de pronto, se me
empezaron a calentar los pies más y más... ¡sentía que los tenía sobre ascuas!
¡Y me duró muchísimo tiempo! Tras la experiencia, doy la razón a nuestra amiga:
¡¡es horrible, realmente desagradable!!
Dicen que “antes de juzgar el camino de alguien, camina
un día entero con sus zapatos”. Y, ciertamente, qué distinto es imaginar cómo
es... ¡a sentirlo!
Pues esta experiencia es la que quiso vivir Jesucristo:
¡Él es hombre verdadero! Sabe lo que es sentir en su piel el frío o el calor,
pero también conoce la explosión de alegría de una carcajada o el zarpazo
amargo de la tristeza. Cristo ve el mundo con ojos de hombre, ¡ama con corazón
de hombre!
Por eso Él te entiende de verdad. No porque lo ha oído o
lo ha visto... sino que lo ha vivido contigo. Comprende lo que sientes, pues te
ama tanto ¡que ha querido ser igual a ti, para que nada de lo tuyo le sea
extraño! Se ha puesto a caminar a tu lado, y sueña con que, poco a poco, tú
también puedas “caminar con Sus zapatos”: ¡y amar como Él ama, dejándole poner
en tu corazón Su amor!
Hoy el reto del amor es cambiar de zapatos, ¡aunque sin necesidad de volver a tu armario! Te invito a que, en algún momento que vayas caminando, te hagas consciente de que Cristo acompaña tus pasos. Y, cuando alguien necesite que le escuches, dedícale ese rato con todo tu corazón. Igual no puedes “ponerte en sus zapatos”, ¡pero puedes acompañar su camino un rato! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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