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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 7 de junio de 2020

Meditando durante la pandemia del coronavirus. Domingo, 31 - Mayo - 2020

"Ventana abierta"


Meditando durante la pandemia del coronavirus


Aquí vengo, estimados amigos y amigas, a hacer una reflexión de todo lo acontecido desde que tuvimos conocimiento y después la certeza en enero o febrero de este terrible mal que ha azotado a tantos países a nivel global, en esta terrible pandemia que es archiconocida por todos, en la que nos hemos visto tan afectados, y que no por haber sido expuesta por activa y por pasiva por tantos, deja de ser tan dolorosa y sobrecogedora a todos los niveles, continuando aún expectantes ante los futuros acontecimientos que se ciernen sobre nosotros. Pero que Dios va a poner su mano con su Gran Poder -no nos quepa duda- por minimizarlos y los podamos superar.

Ha sido muy doloroso, y eso no lo podemos negar, todo nos ha sobrevenido como un ladrón, desolando al mundo, países que nos hemos visto envueltos en esta fatal catástrofe; comenzando por aquellos más vulnerables ante la adversidad, ensañándose especialmente con nuestros mayores, los ancianos, esos que ya les fallaban las fuerzas y no podían vencer la enfermedad que se cernía sobre ellos.

Después a tener en cuenta las familias, confinadas en sus casas sin poder acercarse a ellos tan desvalidos, darles un abrazo, decirles un te quiero, dedicarles la última caricia, coger sus manos para calmarles su dolor en el proceso crítico e inminente de su partida... y ofrecerles las postreras palabras de ánimo y de aliento que necesitaban oír, hasta su posterior fallecimiento.
Ha sido impotencia para unos y sufrimiento infinito para otros.



Al personal de hospital, Centros sanitarios, médicos enfermeros y auxiliares, que se desanimaban a causa de la impotencia ante tanto, infortunio, luchando hasta agotárseles las fuerzas por intentar salvar lo que era insalvable dada la precariedad con que nos sorprendió este contagio tan veloz y masivo. Intentando sanar a los enfermos con todos los medios disponibles, que hoy sabemos, eran insuficientes y precarios, provocando el llanto y la desolación a este gremio, mostrando sus corazones heridos y sangrantes a pesar del esfuerzo sobrehumano que ejercían en los enfermos, y que en el peor de los casos, se les esfumaban de entre las manos, dejándolos sin un hilito de esperanza para poderlos retener aquí, y poder comunicar a los familiares, que esperaban ansiosos alguna buena noticia.

Los aplausos están fenomenales, y yo me uno a ellos, es una bonita forma de darles ánimos a los que lo han dado todo para sanar a todo aquel que enfermó y que han tenido que atender, dejando familia, casa, seres queridos en definitiva, por temor a posibles contagios.


Sin olvidarnos de estos sacerdotes, esas manos consagradas y benditas que llevaban el alimento necesario también para las almas quebrantadas, con el auxilio de los sacramentos y su compañía en los momentos de angustia y zozobra, ocupando el lugar de las familias, al no poder estar junto a ellos, y no poder sentir el aliento de los suyos durante la enfermedad.

Esas misas y oraciones en las parroquias de todos los países no han dejado de sucederse día tras día, constantes y sin desmayo, desde que comenzó este terrible virus dentro y fuera de nuestras fronteras, esta pandemia que ha asolado nuestro mundo que creíamos intocable.


Ellos hicieron y lo siguen haciendo, salvar las almas como los sanitarios los cuerpos, aún a riesgo de sus propias vidas, y que muchos de ellos partieron al Cielo dando su vida por los hermanos, como Jesús, igual que otros tantos, haciendo el bien, en sus trabajos, profesiones y quehaceres diarios, ante esta plaga.


Los farmacéuticos pidiendo mascarillas ante la falta de ellas  y la dificultad para atender tanta demanda, falleciendo por el contagio algunos de ellos también.


Este "Dios con nosotros" quiso llevárselos con Él para enjugar sus lágrimas, darles su consuelo, su cariño y su aliento por toda la eternidad.

Igual que las Fuerzas del Estado, Ejército, Guardia Civil,  todos los Cuerpos de Seguridad y del Orden en general, que sobrepasaron todas las previsiones y expectativas, en llevar a cabo su labor de servicio al pueblo y que lo han hecho tan sumamente bien.

Hemos comprobado cómo han quedado reflejadas otras huellas de bondad, que han existido siempre, pero que tal vez hayan podido pasar desapercibidas para algunos, a pesar de lo mucho que han socorrido y continúan haciéndolo, pero que ahora ya sí que será reconocido por todos y permanecerán para la posteridad...


 Sacerdotes y Religiosas de distintas congregaciones que se multiplicaban, se multiplican, y se seguirán multiplicando mientras haya alguien que los necesite, en parroquias, hospitales, residencias, en todos los puntos de la geografía... para hacer llegar, con todos sus recursos, y sin faltar un solo día, los muchos o incluso a veces escasos, alimentos tan necesarios a las familias, que se han visto arrastradas a esta ruina tan temida como inesperada, y que son y continúan siendo muchas las que se ven abocadas a acudir, soportando interminables colas para que a sus hijos no les falte lo necesario para seguir adelante, como: el Banco de Alimentos, comedores parroquiales, Hermandades... Tantas instituciones como: Cáritas, Hnas. de la Cruz, Mensajeros de la Paz, Cruz Roja, Ayuda en Acción, entre otras... 
Y amén de tantas empresas solidarias que se han unido también con su esfuerzo y contribución a esta hermosa tarea.


Esa solicitud y asistencia de voluntarios, esas manos generosas que cada vez se alargan más, para llegar más y mejor a todos, que han incrementado las horas en el servicio y asistencia en los que se les requería y para lo que estaban siempre dispuestos, gastando su tiempo en favorecerles de algún modo, demostrando saber estar a la altura de las circunstancias y de lo que se esperaba de ellos.


Esos vecinos también, que ayudan a los mayores en sus necesidades cotidianas con compras o les van a la farmacia, para evitarles un posible riesgo. 
Llamadas telefónicas para acompañar, animar y alentar. Todo es válido siempre que sea para aliviar esa  ansiedad y pesadumbre que nos embarga.

 Los damnificados, también han mostrado por tanta amabilidad y esfuerzo hacia ellos, como mejor han sabido hacer, a veces con lágrimas en los ojos y agradecimiento en el corazón.

A todos los agricultores, pescadores, transportistas,  supermercados, desde los más pequeños de barrio hasta los de grandes superficies, reponedores y repartidores a domicilio, que no han dejado de abastecernos en nuestra alimentación y necesidades de aseo, limpieza, y de todo tipo en lo cotidiano.

Esta pandemia ha sabido sacar lo más hermoso del interior de cada uno, y aprender al mismo tiempo, la lección más amarga de nuestra existencia.
Sentimientos encontrados, tan maravillosos a veces, como dolorosos otras:

Tan maravillosos, porque ha conseguido sacar a la luz esos sentimientos que llevábamos y que estaban agazapados en nuestro corazón, que a lo mejor ni incluso sabíamos que existían, demostrando lo que la sociedad puede llevar a cabo en situaciones harto difíciles y arduas, sabiendo salir airosos de tan tremenda situación, en este mundo y en esta época que nos ha tocado vivir.

Tan dolorosos, porque Aunque algunas veces flaqueemos ante la adversidad de los acontecimientos que se nos presenten o nos apremien, siempre habrá una mano amiga y extendida hacia aquel que lo necesite, y ahora en mayor medida.

Cada gota de generosidad de unos, se transformaba y se continúa transformando también, en gota de dulzura para otros.
Nuestro agradecimiento incesante a cada acto de caridad de tantas personas y a cada una de ellas en particular.

Esto, como sabemos, aún no ha acabado por desgracia, pero con la ayuda de Dios y la unión de todos, conseguiremos salir adelante, no sin grandes y enormes esfuerzos por parte de unos y de otros; pero no perdamos la confianza y la esperanza, que como se suele decir, es lo último que se pierde. 


Que tu Espíritu Santo, Señor, que se nos fue prometido, ofrecido y dado en Pentecostés, no nos abandone nunca y esté junto a nosotros acompañándonos siempre hasta el final de los tiempos.
Dios mío escucha nuestras súplicas y atiéndelas, danos el aliento de tu Santo Espíritu Consolador que nos salve y regenere.


María, Madre nuestra, no nos desampares en las horas de la prueba e intercede a tu Hijo Jesús, como allá en las Bodas de Caná, que adelantó su hora porque Tú, su Madre, se lo rogaste.



San José bendito, Abogado de la buena muerte, que estés siempre presente en los que se fueron y desgraciadamente aún se siguen yendo, casi de puntillas, y sin el acompañamiento de los suyos, pero sí cercanos en su herido corazón que ese sí que no entiende de distancia y da un gran salto estando allí junto al ser querido como únicamente se les es permitido estar, en el pensamiento, en el alma y en la oración.


 Con la bendición de Dios para todos, me despido, no sin antes poner de manifiesto mis deseos de que todo esto pronto termine definitivamente y nos haya hecho más fuertes, como tantas veces hemos oído decir.


Mi  abrazo agradecido en la distancia, amigos y amigas, desde este blog "Seguir la Senda", y desde nuestra España al mundo entero.
¡Cuídense tod@s mucho!

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