"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
¿SABÍAS QUE...
...LOS MISTERIOS CONTINUARON EN LA VIDA DE DOMINGO?
Pues, sí, en esta etapa de su vida parece
que dejar preguntas sin resolver era su pasatiempo favorito.
El mes pasado estaban nuestros dos amigos
digiriendo la frustración que supuso la negativa del Papa a dejarles ir de
misioneros. Visto que las puertas de la aventura entre los cumanos se habían
cerrado, Domingo y su obispo pusieron rumbo a casa.
Sin embargo, algo debió de suceder en ese
momento. En lugar de dirigirse a España por el camino provenzal, el obispo y
sus compañeros subieron hacia el gran San Bernardo, en Borgoña, para ver el
monasterio del Císter, la abadía de Citeaux. La visita en cuestión suponía un
desvío de varios cientos de kilómetros... lo que a su vez significaban unas dos
semanas extra de viaje. No podía ser un simple capricho “porque nos pillaba de
paso”...
¿Por qué se desviaron? Nadie lo sabe.
Algunos dicen que el Papa había encargado a
Diego que trasmitiese un importante mensaje al abad del monasterio
cisterciense. Pudiera ser, pues el abad en cuestión era un hombre bastante
importante incluso en la política, y llevó a cabo varias misiones por encargo
del Papa en los años siguientes. Sin embargo, si el obispo llevaba un mensaje
secreto para él, lo guardó tan en secreto... que no existe ninguna prueba.
Otra hipótesis dice que el cambio de ruta
fue decidida por el obispo Diego, porque realmente quería visitar el Císter. El
Papa le había encargado volver a Castilla y seguir reformando la diócesis.
Aquella había sido la labor de su vida, y lo había hecho siempre con una
entrega total. Amaba su diócesis. Así pues, a decir verdad, el obispo Diego
asumió la negativa del Papa bastante bien. Volvió a entusiasmarse con su
proyecto en la diócesis. Y pensó que visitar el famoso monasterio podía
servirle de inspiración para continuar su trabajo.
¿Cuál de los dos motivos es el real? ¿Quizá
los dos?
Lamentablemente,
nunca lo sabremos. Lo que sí conocemos con toda seguridad es que el obispo...
¡se emocionó! La vida del Císter le impresionó tanto, ¡que pidió tomar el
hábito! Evidentemente era un gesto de hermandad, pero simbólico (¡tenía que
volver a su diócesis, no podía quedarse en el monasterio por mucho que le
gustase!). Habló con el abad y, a penas unos días después de su llegada, fue
recibido en la Orden y tomó el hábito.
Y aquí llega el siguiente misterio: Domingo
no siguió los pasos de su obispo.
Diego había sido para él un padre desde sus
25 años. Sentía un cariño inmenso por su obispo. Habían realizado mil labores
en la diócesis, y llevaban ya varios meses cabalgando juntos. Habían compartido
los sueños de la misión y la decepción de la negativa. Habían reído y llorado
juntos. Cada uno había sido el apoyo del otro. Se podría decir que eran “una
sola alma”. Pero, llegados a este punto del camino, Domingo no dio el paso. No
siguió a Diego en su entrada al Císter, aunque fuera simbólica.
¿Qué le llevó a tomar esta decisión? No lo
sabemos, pero está claro que Domingo ya intuía el camino que Cristo le
señalaba: el estudio, la predicación... y nada de eso encajaba en la vida
cisterciense. Esta orden, basada en la regla de san Benito (cuyo lema es “Ora y
trabaja”) daba gran importancia al trabajo manual, así como a la liturgia
cuidada y pausada, los monjes solían permanecer en el mismo monasterio toda su
vida...
Este detalle nos deja ver que Domingo no era
para nada un tipo impulsivo. Cuando tomaba una decisión era porque lo había
orado, meditado. Si iba de misionero a los cumanos, era asumiendo la muerte. Y
si no veía que el ideal del Císter encajase con lo que sentía que el Señor le
pedía... pues no entraba. Hiciese el obispo lo que hiciese.
No negaremos que Domingo hizo grandes amigos
entre aquellos monjes. No era una cuestión personal, simplemente, no era su
camino. Tal es así que, años más tarde, cuando escribió nuestras
Constituciones... no tomó ni un solo elemento de la espiritualidad
cisterciense. ¡Veía claro que lo suyo era otra cosa!
PARA ORAR
-¿Sabías que... cada cristiano tiene su
propio camino?
Sí, un camino único, original, diseñado por
Cristo para ti. Algo irrepetible.
La razón es muy sencilla. Eres único, y
Cristo te ama por ti mismo, tal y como eres. No somos iguales a nadie, pues
Dios no es una fotocopiadora, ¡sino que es creatividad!
O, en palabras del Papa Francisco:
«Cada uno por su camino», dice el Concilio.
Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que
tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y
diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada
creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello
tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste
intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. (Gaudete et exultate,
11)
Cristo ha diseñado un camino que solo tú
puedes recorrer... ¡y está deseando recorrerlo contigo! Eres parte de la eterna
novedad del Señor, ¡descúbrelo!
VIVE DE CRISTO
Pd: Aprovechando las grandes ventajas que
nos ofrece Internet, hemos señalado en el mapa actual la localización de la
abadía de Citeaux, así como de Roma y Osma, ¡para hacernos mejor a la idea del
“ligero desvío”!
También añadimos unas fotografías de la
Abadía que visitaron nuestros dos amigos, tal y como está en la actualidad.
Desde luego que, su belleza, ¡es capaz de impresionar a cualquiera!
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