"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
BENDITOS LOS POBRES, LOS MENOSPRECIADOS POR MÍ
17 Bajando con ellos
se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y
gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera
de Tiro y Sidón,
20 Y él, alzando los
ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro
es el Reino de Dios.
21 Bienaventurados los
que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que
lloráis ahora, porque reiréis.
22 Bienaventurados seréis
cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban
vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.
23 Alegraos ese día y
saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese
modo trataban sus padres a los profetas.
24 « Pero ¡ay de
vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
25 ¡Ay de vosotros, los que
ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!,
porque tendréis aflicción y llanto.
26 ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas. (Lc. 6,17.20-26)
Jesús, rodeado de sus discípulos y de
los doce, así como de una gran muchedumbre que acuden a escucharlo y a que
los cure de sus dolencias, con todos ellos se para en un llano y desde
allí los contempla a cada uno por dentro, porque
cuando Jesús mira percibe su interior. Y ve que todos
son unos “pobres” menesterosos que tienen sus manos extendidas para
recibir del cielo, de Jesús, ayuda y consuelo. Y he aquí
que el Espíritu de Jesús le lanza a pronunciar “la carta
magna del Evangelio”, todo el legado que nos trae de parte
del Padre, del cielo a la tierra.
Y, lo que dice da un giro grande a todos
los valores que el hombre, que vive de la tierra y en la tierra, sustentan
su vida. ¿Quién se ha atrevido en una cátedra humana decir a sus
oyentes que los que son de verdad felices son los pobres en el espíritu, los
que lloran, los que son perseguidos por seguir a Jesús, y cosas
por el estilo? Pero en verdad, aunque nos cueste
entenderlo, esto es Palabra
de Dios y no sólo eso, sino el compendio de
su Palabra, de su predicación. Y todo lo que dice, va con
autoridad: “se ha dicho, pero Yo os digo”.
No hemos de entrar
en las Bienaventuranzas con los razonamientos humanos sino
con “la locura de la Cruz”. Jesús en persona las ha vivido
antes y con toda la fuerza de su Ser porque es Dios
y Hombre verdadero. Sin la gracia divina, que es el cauce
de encuentro entre las dos naturalezas, estaríamos destinados a
no entender los caminos de Dios que ¡son siempre santos!
San Pablo, fiel discípulo
de Jesús, cuando asumió a Cristo en todo su ser, no
sabía sino gloriarse en la Cruz de Jesús, en las tribulaciones
vividas por Cristo... ¡Y es que el amor de Dios es el único que
puede vivir en esta continua locura del seguimiento de Jesús! Y a
este amor, Dios nos ha invitado a todos desde el día de nuestro bautismo: allí
adquirimos una segunda naturaleza, la de hijo de Dios por la fe.
“Benditos los pobres, los hambrientos, los
que lloran”... ¿De qué pobreza y llanto
habla Jesús? Pues de la carencia del Reino de Dios. Porque
aquí, este Reino, no se tiene en colmada posesión sino en
añoranza, en deseo incontenible que no son los deseos de “las cosas
de este mundo que, en su día, quedarán desvanecidas”.
Las cosas del Reino son Jesús mismo en un
eterno abrazo, donde ya nada añoraremos pues todo se tendrá en
posesión y gozo verdadero. ¡Entonces, gritaremos de alegría ante
las pobrezas y las lágrimas que nos ha traído tan gran Redentor!
¡Lo que sea este Cielo y Bienaventuranza no lo sabemos en plenitud, pero sí en tensión fuerte de todo nuestro ser hacia ella! ¡Qué Dios nos haga comprender y lanzarnos a esta Gloria que no se compra con los bienes de este mundo sino con la plegaria continua que nos da el Espíritu Santo! ¡Él sí que sabe lo que pedimos! ¡Qué así se haga en nosotros! ¡Amén! ¡Amén!
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