"Ventana abierta"
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es María, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos.
SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA
Es enternecedor el cuadro que nos muestra a María enseñando a Jesús a dar los primeros pasos.
Y pensar que la Virgen enseñó a Dios a caminar, a comer, a calzarse las sandalias…
Si Dios hecho niño se subordinó a María para aprender algunas cosas, ¿Cómo nosotros no vamos a aprender de ella muchas cosas?
Sobre todo aprenderemos a caminar hacia Dios; ella nos tomará de su mano maternal y llegaremos con certeza a nuestro Padre Dios.
No nos olvidemos, pues, de aferrarnos cada día a las manos de María.
Invoquémosla, recémosle, acudamos a ella con confianza y amor de verdaderos hijos.
MARÍA, MODELO DE LA FE, ENSÉÑANOS A VIVIR EL EVANGELIO DE TU HIJO.
Ave María...
Gloria...
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.
"Mientras el Rosario sea rezado…"
A menudo, medito estas palabras de Santa Teresita del Niño Jesús: «Mediante el Rosario todo lo podemos conseguir. Según una graciosa comparación, es una larga cadena la que une el Cielo y la Tierra: un extremo está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen.
Mientras se rece el Rosario, Dios no podrá abandonar al mundo, estoy convencido, porque esta oración es poderosa para Su Corazón. Ella es como la levadura que puede regenerar la Tierra. La dulce Reina del Cielo no puede olvidar a sus hijos que constantemente le cantan alabanzas. No hay oración más agradable a Dios que el Rosario. La Iglesia nos invita pues a rezarlo. La fiesta de Nuestra Señora del Rosario fue instituida por Su Santidad el papa San Pío V en la fiesta de "Nuestra Señora de la Victoria" (1572) en acción de gracias por la Victoria de Lepanto.
Lo que el Señor hizo en María por pura gracia, para que Ella fuera la Madre de su Hijo, lo hizo también con nosotros en el bautismo. Con Jesús nos hemos convertido en hijos e hijas amados del Padre, lo que significa que el pecado ya no tiene la última palabra, estamos hechos para amar. La fe es pues para nosotros un don de Dios, una gracia. Tenemos que dar una respuesta de fe cada día, vivir en nuestra peregrinación de fe con gran alegría, las tristezas y las dificultades cotidianas.
En Fátima (Portugal), la Virgen María declaró a los tres niños: “Yo soy Nuestra Señora del Rosario. “He venido para exhortar a los fieles a rezar el Rosario todos los días, a hacer penitencia por los propios pecados y a cambiar de vida”. ¡Que cada uno de nosotros escuche el llamado, la petición de la Virgen María!
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