"Ventana abierta"
La Buena Semilla
¿Busco ahora el favor de los hombres, o el de
Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los
hombres, no sería siervo de Cristo.
Gálatas 1: 10
¿Qué dirá Dios?
¡El qué dirán…! Esto es algo que nos preocupa
muy a menudo. Nos importa mucho la opinión que los demás tengan de nosotros.
Claro que debemos velar para no entristecer o escandalizar a los demás, pero
esa no es la prioridad número uno. Lo primordial es lo que Dios piensa de
nuestras acciones y de los motivos que nos hacen actuar. Todo ser humano es una
criatura de Dios y, como tal, somos responsables de nuestro comportamiento ante
él. De modo que en vez de pensar en el “qué dirán los demás”, sería mejor
preguntarnos qué dirá Dios.
Amigo lector que quizá nunca ha visto las cosas
bajo este ángulo, ¡ponga atención en ello! Llegará el día en que Dios examinará
todo lo que hayamos hecho, todo lo que no tenga valor para él, y todo lo que
quizás hayamos hecho contra él. Lo que hago, ¿agrada a Dios? ¡Esta es la
pregunta fundamental!
La Biblia es categórica: “Sin fe es imposible
agradar a Dios” (Hebreos 11: 6). En primer lugar, la fe consiste en
aceptar a Jesucristo como Salvador. Esto significa reconocerse pecador y creer
que el Hijo de Dios pagó el precio de nuestro perdón mediante su muerte en la
cruz. En segundo lugar, para el cristiano, la fe consiste en creer todo lo que
está escrito en la Biblia y vivir según ello.
Vayamos al grano, ante todo, tratemos de agradar a Dios aceptando la salvación que él nos ofrece. Y nosotros, los creyentes, andemos “como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra” (Colosenses 1: 10).
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