"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Jesús dijo:) Cuando venga el Consolador, a
quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del
Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Juan 15: 26
Llegó bien, ¡esta es la prueba!
El tío Alberto iba a regresar a su casa, muy
lejos de su sobrina Noelia. Al decirle adiós a su pequeña, le prometió: “En
casa tengo un regalo para ti. Cuando llegue te lo envío”. Días más tarde el
regalo prometido llegó. Después, alguien de la familia preguntó: “¿Tienen
noticias de Alberto?”. Noelia respondió rápidamente: “Sí, llegó bien, ¡esta es
la prueba!”, y mostró su regalo.
Esta anécdota recuerda lo siguiente: Antes de
dejar a sus discípulos, Jesús también les hizo una promesa: enviarles al
Espíritu Santo desde el cielo, procedente del Padre. ¿Cumplió su promesa? ¡Sí!
El Espíritu Santo fue enviado sobre el conjunto de creyentes el día de
Pentecostés, y los efectos de su presencia fueron evidentes para todos (leer
Hechos 2).
El Espíritu Santo permanece aún en la tierra.
Nuestros ojos no pueden verlo, pero él vive en cada creyente (Efesios 1:
13; 1 Corintios 6: 19). Los efectos de su presencia son muy reales:
- El “Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8: 16).
- Su fruto es visible en los creyentes: “amor,
gozo, paz” (Gálatas 5: 22).
- Los cristianos son “carta de Cristo… escrita…
con el Espíritu del Dios vivo” (2 Corintios 3: 3).
Si el Espíritu Santo está en la tierra, esto
significa que Jesús está efectivamente en el cielo, resucitado, junto al Padre.
Esta es la prueba de que el tema de los pecados, que llevó en la cruz, fue
solucionado definitivamente.
Por lo tanto, la obra de Jesús es perfecta, y
el creyente puede vivir en paz.
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