"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA DÉCIMA NOVENA SEMANA DEL T.O. (1)
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces
le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete».
“Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”. Cuando repetimos esa frase al rezar el
Padrenuestro, la oración que el mismo Cristo nos enseñó, ¿tenemos conciencia de
lo que estamos diciendo? Con esta frase podríamos resumir el evangelio que nos
propone la liturgia para hoy (Mt 18,21-19,1).
Se trata del episodio en que Pedro, como
portavoz del grupo (ya para entonces Jesús lo había instituido “piedra” de la
Iglesia – Mt 16,18) le pregunta a Jesús que cuántas veces tenía que perdonar a
un hermano que le hubiese ofendido. Y creyendo expresar lo máximo posible le
pregunta que si hasta siete veces (recordemos que el siete es el número que
representa la perfección). Pero Jesús lo lleva al infinito, a decirle que debe
perdonar no hasta siete, sino hasta setenta veces siete.
Y para que comprendieran mejor, Jesús aprovecha
la oportunidad y les presenta la “parábola del siervo sin entrañas”, a quien el
rey le había perdonado una deuda cuantiosa, y al salir se encontró con un amigo
que le debía una suma insignificante de dinero. Haciendo ademán de ahorcarle,
le reclamó el pago de la deuda; y como el amigo no pudo pagarle, lo metió en la
cárcel. Cuando el rey se enteró de lo ocurrido, mandó llamar al siervo y le
dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste.
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión
de ti?” Y el señor, indignado, lo mandó a meter preso hasta que pagara la
deuda. A lo que Jesús añadió: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo,
si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
“Perdona nuestras ofensas como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”… Habiendo meditado este evangelio, tenemos
que preguntarnos: ¿cuántas veces ofendemos a Dios? ¿Cuántas veces Él nos
perdona? Al mismo tiempo pensemos cuán difícil se nos hace perdonar, a veces
una sola falta de un hermano hacia nosotros; falta que con toda seguridad
palidece ante las faltas que Dios, como una madre que se desborda en amor a
hacia el hijo de sus entrañas, nos perdona una y otra vez, “hasta setenta veces
siete”.
Y ahí está la clave. ¡En el amor! Amor y perdón
son como dos caras de una misma moneda. El que ama de verdad perdona de
corazón, porque el que ama no puede albergar rencor, ni odio, ni resentimiento
en su corazón. La luz no admite la oscuridad… En el Antiguo Testamento se nos
pedía que amáramos al prójimo como a nosotros mismos. Jesús los llevó más allá
al pedirnos que nos amemos los unos a los otros COMO ÉL NOS AMA. Un salto
cuantitativo y cualitativo. El reto es grande; solos no podemos, pero con Su
ayuda, ¡nada es imposible!
Hoy, pidamos al Señor que nos conceda la gracia
de aprender a perdonar totalmente y sin reservas como Él nos perdona una y otra
vez… Que pasen todos un hermoso día.
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