"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
LA PAZ OS DEJO, MI PAZ
OS DOY
27 Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la
doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
28 Habéis oído que os he
dicho: "Me voy y volveré a vosotros." Si me amarais, os alegraríais
de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
29 Y os lo digo ahora,
antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
30 Ya no hablaré muchas cosas
con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún
poder;
31 pero ha de saber el
mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado.
(Jn. 14, 27-31ª)
Aquí habla Jesús de dos formas de “paz": una, la
que da el mundo y otra, la Paz que da Jesús. Deben de distar mucho las dos
cuando Jesús las compara y contrapone…
La paz del mundo es el bienestar material, “la
seguridad” que dan las riquezas de acá abajo en donde los hombres, muchas
veces, apoyan su vida y su futuro; “La firmeza” que da la salud con la libertad
de movimientos y actividades: “estando bien”. Es “la tranquilidad en el orden”
que definió Santo Tomás de Aquino, pero tan sólo en las cosas de la tierra, sin
trascendencia alguna a otro mundo sobre nuestra naturaleza... Esta paz es muy
gustosa y apetecible porque colma los anhelos del corazón humano: los gustos
del cuerpo produciendo deleite a bajo precio... ¡Pero ay, esta paz dura lo que
un soplo y desaparece dejando un vacío grande en el alma imposible de llenar!…
¡Pero no todo acaba aquí, porque Jesús nos trae con su
Encarnación “su Paz”...! Mejor, “Él es nuestra Paz”, ¡la que nos ha conseguido
la unión estable y gozosa de lo humano y lo divino! “Él ha hecho de los dos
pueblos una sola cosa, derribando el muro que los separaba, el odio”: ¡El
cuerpo y el espíritu ya siempre unidos en el Cuerpo de Jesús Resucitado!...
Por esto, nuestro corazón ya “no se turba más, ni sé
acobarda”, pues en Jesús, que está a la derecha del Padre, nos alegramos en
medio de nuestros gozos y nuestras penas, porque “Él es nuestra Paz”. Por la fe
en Jesús estamos en paz con Dios. Y “esta Paz sobrepasa todo entendimiento,
guardando nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús”... ¿Y qué
es lo que guarda esta Paz?: pues la seguridad de nuestra salvación, porque
Jesús ha pagado por nosotros un alto precio: la misma entrega de su Cuerpo por
Amor y en Él, por la fe, sabemos que estamos sentados junto a Jesús, a la
derecha del Padre... ¿Puede haber aquí turbación o apocamiento?: ¡No, porque el
Espíritu Santo nos asegura, en lo hondo del corazón, nuestra amistad y Amor de
Dios que nos rodean y que en el Hijo Jesús nos ha hecho hijos por adopción...
¿Puede haber mayor alegría para un cristiano que bebe y se alimenta de estas
verdades de fe?: ¡No, nosotros nos alegramos en Jesús y no en nosotros mismos,
porque Él es y quiere seguir siendo, en la eternidad, nuestra Paz, la Paz del
que ama a Jesús por encima de sus bienes y de sí mismo!...
¡Señor, danos más fe para entender estos misterios y deleitarnos, ya anticipadamente, en ellos!... ¡Hazlo tú, Jesús, porque nosotros, ni sabemos ni podemos!... ¡Gracias, Señor!...
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