"Ventana abierta"
Corazón de Jesús
Leonardo Molina
García S.J.
Estoy viendo a una mamá con su hijo en los
brazos. Lo mira. Los ojos de la joven madre “se “comen” a su bebé. Y, ahora vayamos al punto de donde surge la
actitud de esa madre con su hijo en brazos, vayamos a su corazón. ¿Qué nos dice
la palabra? ¡hijo de mi corazón!
El corazón es lo íntimo y lo evocador, el misterio que resiste a todo
análisis, la ley oculta que es más fuerte que toda organización y que toda
utilización del hombre técnicamente organizada. Esa palabra designa el lugar en
que el misterio del hombre pasa a ser el misterio de Dios. La infinitud vacía
que se interioriza aquí lanza una llamada hacia la infinita plenitud de Dios.
Esa palabra evoca el corazón traspasado, angustiado, desangrado, muerto.
Designa lo que significa amor inconcebible y desinteresado, el amor que vence
en el fracaso, que triunfa en la impotencia, que muerto vivifica, que es el
amor, que es Dios. (Karl Rahner SJ).
Así pues, ¿qué mejor modo que dar nuestra vida
por los demás que imitando lo más profundo de Jesús? Para terminar, un
consejo que dio Pedro Arrupe a la Compañía de Jesús en una ocasión en la que
fue preguntado por esta devoción:
«Si queréis un consejo, (…), os diría que
en esta devoción al Corazón de Cristo se esconde una fuerza inmensa; a cada uno
toca descubrirla -si no la ha descubierto ya- y profundizarla y aplicarla a su
vida personal en el modo en que el Señor se la muestre y se lo conceda. Si
queréis como personas y como Compañía entrar en los tesoros del Reino y
contribuir a edificarlo con extraordinaria eficacia, haceos como los pobres a
quienes deseáis servir. Tantas veces repetís que los pobres os han enseñado más
que muchos libros: aprended de ellos esta lección tan sencilla, reconoced mi
amor en mi Corazón».
¿Qué más nos hace falta?
¿A qué te invita el Señor al finalizar este
tiempo? ¿qué le dices al Señor hoy?
En el mes de junio
estamos celebrando la solemnidad del Corazón de Jesús, pero… ¿sabemos qué
quiere decir exactamente esto? Hoy en día, no todo el mundo entiende esta
devoción. En
décadas recientes la expresión misma de «Sagrado Corazón» no ha dejado de
suscitar en algunas partes reacciones emocionales y alérgicas, quizá, en parte,
como reacción a formas de presentación y terminología ligadas al gusto de
épocas pasadas, decía Pedro Arrupe. Más recientemente,
en cambio, lo que predomina es la indiferencia o el desconocimiento.
Abrirse, dar gracias, exaltar la gracia de
Cristo, pedir, renovar propósitos, esforzarse en ordenar el corazón, son cosas
que valen para el futuro. San Ignacio dice con gran sobriedad.
“Proponiendo enmienda para adelante.” Ante la misericordia y el juicio de
Dios soy el niño pobre y débil, que sólo puede poner su esperanza en Dios y su
misericordia, y así proponer ser bueno. Nuestra voluntad orientada hacia
Dios, los buenos propósitos, el enfoque de nuestra vida; en una palabra, todo
cuanto hay de bueno en nosotros tiene que humillarse de nuevo en esta
meditación. Todo cuanto somos, excepto el pecado, es don de Dios, nos
viene del Padre de la luz.
En esta situación encaja el
padrenuestro con que debemos concluir. En él se nos habla del Padre
que está en los cielos, que se compadece; de su voluntad de gracia, de las
creaturas que constituyen el reino; de la venida de este reino, del pan de
vida, del perdón, de la liberación de todas las asechanzas tentadoras y de las
cadenas del mal. Cúmplanse en nosotros todas estas súplicas. Se
cumplen, si nosotros, abandonados al amor de Dios, llegamos al termino
eternamente definitivo.
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