"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Rincón para orar
Sor Matilde
LA TRINIDAD SANTÍSIMA
6 Porque tanto amó Dios al mundo que dio
a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga
vida eterna.
17
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él.
18
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque
no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. (Jn. 3, 16-18)
¡Oh Misterio de la Trinidad!... ¡Oh excelso Misterio al
que no podemos acceder con nuestros pobres “instrumentos racionales”!... ¡Y sin
embargo, Dios ha querido que fuéramos introducidos en Él: “tanto amó Dios al
mundo, que entregó a su Hijo Único, para que a través de la fe en Él, tengamos
Vida eterna”!… Es decir, seamos llevados al Seno Trinitario, para gozar de Él,
eternamente…
“¡Eternamente!”… Otra categoría en la que no podemos
penetrar, si no es imaginándonos: ¿qué es lo contrario a lo eterno? : Es lo
caduco; Lo que acaba con esta vida; Lo que tiene principio, e inexorablemente
tiene fin; Nuestra fragilidad y contingencia… ¡Esto es lo que tenemos y somos
aquí!… Pero Jesús, nos dio con sus Palabras de Vida eterna, un instrumento, que
aún, siendo nosotros finitos, nos lanza a Dios, infinito… ¡Y este arma es LA
FE!… ¡¡Preciosos Don que nos trajo Jesús del cielo, en la plenitud de Dios
hecho Hombre!!: “El que cree en Mí, tiene Vida eterna"… “Él viene de
arriba” y sabe muy bien, como Camino que es, para ir al Padre”, lo que nos hace
capaces, ya en la tierra, de “tocar a Dios”… Y esta fe en Jesús, como Segunda
Persona de la Santísima Trinidad y Dios con el Padre, quiere salvarnos de “este
proceder inútil recibido de nuestros padres de la tierra”… Ellos, nos dieron la
vida humana y nos equiparon, según sus luces, para vivir aquí en este mundo,
como hombres; Pero la Vida de Dios: “la gracia y la fe”, nos han venido de
arriba, en el bautismo, como regalo de la Santísima Trinidad: “Yo te bautizo,
en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”… Y en este instante,
como deseo de nuestros padres, fuimos introducidos, por Dios, en las moradas
del cielo, al ser reconocidos allí, como hijos de Dios, como hijos adoptivos en
el Hijo…
Nicodemo, creía en el Dios del Antiguo Testamento y al
visitar a Jesús de noche (es decir, en la “noche” sin la Revelación de Dios, como
plenitud en su Hijo, su Palabra), éste, le abrió de par en par las puertas del
cielo: !Fue de alguna manera, bautizado en el Hijo y comenzó a gozar de Dios ya
en la tierra, por la fe que se le regaló y acogió con amor y deseo ardiente de
la Verdad!…
¡El Misterio de la Santísima Trinidad, es un Misterio
del Amor de Dios, en Sí mismo, circulando este Amor, entre las Personas
divinas, ininterrumpidamente!…
¡Me maravilla, al celebrar este día en la Liturgia de
las Horas y cantar las antífonas, siempre decimos lo mismo a nuestro Dios!:
“¡Gloria y alabanza a Ti!”… “¡Santo, Santo, Santo!”...
“¡A Ti el Honor y el Imperio y la Adoración!”… “¡Gracias a Ti, Dios
Todopoderoso, que era que es y que vendrá!”… “¡Bendita sea ahora y por siempre,
la Santa Trinidad!”…
¡Y así en verdad, quiere Dios que nos acerquemos a Él,
por su Hijo Jesús y en su Hijo Único, Mediador entre Dios y los hombres… ¡Amén,
Amén, Amén y que así sea en nosotros!...
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