"Ventana abierta"
Isabel Orellana Vilches
Ante el sufrimiento son tabla de salvación la familia, los amigos,
aquellos cuyo calor llega puntualmente a nuestro lado. ¿Qué puede importar más
que todo eso que hemos tenido antes y que se había quedado en cierto modo
sepultado por los afanes de este mundo? Nada hay más hermoso que un amor que da
alas. Lo más importante en la vida es el amor: motor conductual de la persona.
De eso que realmente importa.
PESEBRE: PARÁBOLA DE AMOR
Con su Carta Apostólica Admirabile
signum el papa Francisco nos ha obsequiado con el más bello regalo de
Reyes recordándonos la sinfonía de amor que nos ofrece el belén, en el que cada
figura tiene su propio y religioso significado que él desgrana.
Muchos padres han introducido en el itinerario
de la fe de sus hijos esta hermosa tradición franciscana, por lo demás tan
pedagógica que jamás se olvida, eligiendo un lugar preferente en la mejor
estancia de la casa con el fin de destinarla al belén para disfrute de toda la
familia y de esos amigos a los que al menos en España siempre se ha acogido con
calurosa hospitalidad en estas fechas navideñas. Sin el nacimiento las fiestas
son frías, mecánicas, vacías, sin alma.
Villancicos y panderetas alegran la venida del
Niño de Dios asistiendo a una escenificación hermosísima del insondable amor de
María y José que hicieron de su fíat el alimento de vida dando
a luz al divino Redentor y custodiándole. Es una catequesis incomparable donde
se aprecia la adoración de los pastores, el gozo del ángel que contempla
embelesado la escena, la llegada de los Reyes Magos, y esa cohorte de camellos,
y de animales domésticos que junto a la mula y el buey se aglutinan en torno al
eje central del nacimiento: el santo Pesebre donde la luz inunda ese misterio
de inigualable ternura. Un Dios-Hombre que ha querido asemejarse a nosotros y
que sonríe tendiendo sus brazos para mostrar al mundo que la santidad es la
cúspide a la que todo ser humano ha de aspirar siguiendo ese sendero en el que
ya nunca se encontrará solo porque irá acompañado por Él. Hasta la sombra del
temerario Herodes que acecha en la escarpada montaña de corcho queda
neutralizada ante la imponente fe de esos Magos de Oriente que creyeron y
siguieron la estrella que marca la ruta que conduce al verdadero Camino, Verdad
y Vida que es Cristo.
Es la poesía del amor, una parábola que
encierra en sí misma belleza y pasión. Las figuras representativas del belén
nos hablan de donación, esperanza, humildad, sencillez, generosidad…, de todo
lo que es cercano a cada uno de nosotros. No hay lección que muestre de forma
más palpable de lo que es la auténtica entrega. Como dice el papa Francisco “el
belén contiene diversos misterios de la vida de Jesús y nos los hace sentir
cercanos a nuestra vida cotidiana”. De ahí que los niños lo entiendan tan
maravillosamente. Mientras juegan aprenden, desarrollan la creatividad, y,
sobre todo, se dan cuenta de que forman parte del misterio percibiendo la centralidad
de la Navidad que no es otra que el Nacimiento de Cristo.
Son tantas las bondades de esta tradición
belenística y tan hondo su contenido, como el Papa ha recordado, que debemos
sentirnos afortunados de haberla heredado y de seguir manteniéndola viva en
cualquiera de los lugares en los nos movemos. En España, y en Sevilla
particularmente, tenemos la fortuna de que eso se cumpla, y de contar con una
magnífica ruta de belenes, a cual más bello, ya que hay auténticas obras de
arte. Realizar estas visitas que además muestran costumbres populares insertas
en los nacimientos es un formidable complemento a los que se instalan en el
hogar.
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