CUARESMA
PERDONA NUESTRAS DEUDAS COMO NOSOTROS PERDONAMOS
22 Dícele Jesús: « No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. »
23 « Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24 Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos.
25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase.
26 Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré."
27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
28 Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes."
29 Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré."
30 Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido.
32 Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
33 ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?"
34 Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano. »
(Mt. 18, 21-35)
Pedro, creyendo que ha comprendido muy bien el mensaje del Evangelio que Jesús predica, le habla del perdón y le hace la “!oferta generosa!” de perdonar hasta siete veces al que le ha ofendido… ¡Iba más allá de la Ley!... Y Jesús le rectifica y le dice que: “¡No siete veces, sino hasta setenta veces siete!”. Lo cual es como decir: “¡Siempre y de todos los modos!”. Y para que quede todavía más claro le propuso una parábola de un rey que ajusta las cuentas a un empleado infiel… Este, contrajo con su amo una deuda desorbitada, de forma que no tenía con qué pagar, así que el rey decidió venderle a él, con su familia y sus bienes, y así pagar en algo la deuda. El criado le suplico con el corazón angustiado: “¡Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo!” ¡Lo que ofrecía era imposible, así que el rey, movido a compasión, le dejó marchar y le perdonó toda la deuda!..
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