"Ventana abierta"
I Domingo de Cuaresma, Ciclo A
P. Raniero Cantalamesa
misionmas
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto
por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta
días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le
acercó y le dijo: « Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes». Pero él le contestó: «Está escrito: “No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios”». Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero
del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está
escrito: «Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus
manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». Jesús le
dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». De
nuevo el diablo lo llevó a una monte altísimo y le mostró los reinos del mundo
y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me
adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito:
“Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo dejó
el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían. (Mateo 4,1-11)
Cristo ha vencido al demonio
para liberarnos
El demonio, el satanismo y otros fenómenos relacionados son de gran
actualidad e inquietan no poco a nuestra sociedad. Nuestro mundo tecnológico e
industrializado pulula de magos, brujos urbanos, ocultismo, espiritismo,
escrutadores de horóscopos, vendedores de hechizos, de amuletos, así como de
auténticas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha entrado por
la ventana. O sea, expulsado por la fe, ha vuelto a entrar con la superstición.
El episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto, que se lee el
primer domingo de Cuaresma, nos ayuda a aportar un poco de claridad a este
tema. Ante todo, ¿existe el demonio? Esto es, ¿la palabra “demonio” indica de
verdad alguna realidad personal, dotada de inteligencia y voluntad, o es
simplemente un símbolo, un modo de hablar que indica la suma del mal moral del
mundo, el inconsciente colectivo, la alienación colectiva y cosas por el
estilo? Muchos, entre los intelectuales, no creen en el demonio según el primer
sentido. Pero se debe observar que grandes escritores y pensadores, como Goethe
o Dostoiewski, tomaron muy en serio la existencia de satanás. Baudelaire, que
no era ciertamente trigo limpio, dijo que «la mayor astucia del demonio es
hacer creer que no existe».
La principal prueba de la existencia del demonio en los evangelios no está
en los numerosos episodios de liberación de posesos, porque en la
interpretación de estos hechos pueden haber influido creencias antiguas sobre
el origen de ciertas enfermedades. Jesús tentado en el desierto por el demonio:
ésta es la prueba. Prueba son también los muchos santos que han luchado en vida
contra el príncipe de las tinieblas. No son quijotes que pelearon contra
molinos de viento. Al contrario: fueron hombres y mujeres concretos y de
psicología sanísima.
Si muchos encuentran absurdo creer en el demonio es porque se basan en
libros, pasan la vida en bibliotecas o en el escritorio, mientras que al
demonio no le interesa la literatura, sino las personas, especialmente los
santos. ¿Qué puede saber sobre satanás quien jamás ha tenido nada que ver son
su realidad, sino sólo con su idea, esto es, con las tradiciones culturales,
religiosas, etnológicas sobre satanás? Esos tratan habitualmente este tema con
gran seguridad y superioridad, liquidando todo como «oscurantismo medieval».
Pero se trata de una falsa seguridad. Como si alguien se jactara de no temer un
león aduciendo como prueba el hecho de que ha visto muchas veces su imagen y
jamás le ha dado miedo. Por otro lado, es del todo normal y coherente que no
crea en el diablo quien no cree en Dios.
¡Sería hasta trágico si alguien que no
cree en Dios creyera en el diablo!
Lo más importante que tiene que decirnos la fe cristiana no es, en cambio,
que el demonio existe, sino que Cristo ha vencido al demonio. Cristo y el
demonio no son para los cristianos dos principios iguales y contrarios, como en
ciertas religiones dualistas. Jesús es el único Señor; satanás no es sino una
criatura que «se perdió». Si se le concede poder sobre los hombres es para que
estos tengan la posibilidad de hacer libremente una elección y también para que
«no se ensoberbezcan» (2 Co 12,7) creyéndose autosuficientes y sin necesidad de
redentor alguno. «Qué locura la del viejo satanás -dice un canto espiritual
negro–. Ha disparado para destruir mi alma, pero ha errado el tiro y destruyó
en cambio mi pecado».
Con Cristo no tenemos nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos daño si
nosotros no lo queremos. Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia–, tras
la venida de Cristo, es como un perro atado en la era; puede ladrar y
abalanzarse cuanto le plazca; si no nos acercamos, no puede morder. ¡Jesús en
el desierto se liberó de satanás para liberarnos de satanás! Es la gozosa
noticia con la que iniciamos nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua.
Autor: P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
No hay comentarios:
Publicar un comentario