"Ventana abierta"
Oración
Alma de Cristo: Es una oración
que todo el mundo debería rezar y meditar a menudo.
El papa Juan XXII
concedió numerosas indulgencias a todo aquel que la rezara
Por: Bruno M. Fuente: infocatolica - blog/espadadedoblefilo
Pocas oraciones hay tan bonitas como el Anima Christi o Alma
de Cristo. San Ignacio de Loyola la incluyó en los Ejercicios Espirituales
y por eso muchos piensan que es el autor de la misma, aunque en realidad su
origen es medieval.
El papa Juan XXII concedió numerosas indulgencias a todo
aquel que la rezara, lo cual ha hecho también que algunos le consideren el
autor. Lo cierto es que no importa quién la inventase, porque nos ha sido
entregada por la Tradición de la Iglesia, como un precioso tesoro.
Es
una oración que todo el mundo debería rezar y meditar a menudo. Por si acaso
puede ayudar a alguien a aprender sus versos, he compuesto una sencillísima melodía para ellos, que puede
repetirse una y otra vez hasta que uno se empape bien de su esencia.
Esta
oración resulta incomprensible y un
tanto escandalosa a los oídos modernos. Y no es extraño, porque es un
recuerdo inequívoco de que nuestra fe no consiste en ideas, valores,
principios, formas de actuar, buenas obras o filosofías, sino que es ante todo
fe en Alguien.
El Anima Christi nos ayuda a
detenernos en la contemplación del más hermoso de los hombres y así re-centrar nuestra existencia. Todo lo
que va mal en nuestra vida proviene de haber colocado en su centro a mil y un
ídolos, que nos esclavizan, porque estamos hechos para que nuestro centro sea
Jesucristo y no podemos ser felices si no lo es. El combate diario del
cristiano consiste, simplemente, en luchar por arrancar del corazón los mil y
un ídolos a los que nos apegamos y volver a colocarlo en Dios.
Otra razón por la que
la oración resulta escandalosa es porque constituye una muestra de fe en la Encarnación.
Desde que existe el
cristianismo, los hombres han intentado aguar la fe cristiana en la
Encarnación, haciéndola más fácil de aceptar, convirtiéndola en una metáfora,
en algo abstracto, en una forma de hablar… cualquier cosa menos el terrible y
maravilloso Misterio que es. La gran mayoría de las herejías que han existido,
desde el arrianismo hasta el mismo Islam, provienen del escándalo ante la idea
de que Dios pueda haberse hecho hombre de verdad.
El Anima Christi, en cambio, no se limita a
aceptar intelectualmente la naturaleza
verdaderamente humana y verdaderamente divina de Cristo, como tantas veces
hacemos nosotros, sino que se
detiene a contemplarla, se recrea en ella, disfruta de ella y
la convierte en alimento para la vida espiritual. La humanidad de Cristo, con
su cuerpo, su sangre y su alma, es nuestra Salvación. Su Pasión nos conforta,
porque si con Él sufrimos, reinaremos con Él. Innumerables místicos nos
recuerdan que nuestro refugio está en las llagas de Cristo, sus heridas
nos han curado.
Es una oración muy
apropiada para después de comulgar o para rezarla ante el Santísimo, ya que
tiene una fuerte dimensión eucarística. El Cuerpo y la Sangre de Cristo nos
salvaron y nos siguen salvando, recibidos auténticamente de forma sacramental.
Como decía San Juan Crisóstomo, igual que sucedió en la salida de Egipto, el
ángel exterminador ve la Sangre del Cordero en la boca de los cristianos y pasa
de largo sin tocarlos.
El final de la oración es especialmente conmovedor.
Quien la reza se muestra como un niño ante Cristo, consciente de que sin Él no
puede nada. Nuestra esperanza como cristianos es que Él, en la hora de nuestra
muerte, nos llame y nos mande acercarnos, para que podamos alabarlo y
bendecirlo por siempre.
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh, buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
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