"Ventana abierta"
Santa Luisa de
Marillac:
La benéfica institución de las Hermanas de la Caridad
Monjitas de la
Caridad,
Santas que en la tierra viven,
que por curar se desviven
sin buscar loor ni tener vanidad.
Sus manos curando hacen
que de las llagas broten flores,
pues curan con mil amores
y los enfermos renacen.
De Job tienen la
paciencia.
De la Soledad el dolor,
y de madre es el amor
que les llena la conciencia.
Vestidas de albo y azul
sois sacrificio y bondad.
Hijas de la Caridad,
de Vicente de Paúl
y Luisa de Marillac.
Santa Luisa de
Marillac y San Vicente de Paúl siguen viviendo en sus hijas e hijos esparcidos
por el mundo, amando y obrando con el mismo espíritu. Pero si el mundo les
debe, Canarias muchísimo más. Las Hijas de la Caridad y los PP. Paúles han
volcado sobre el pueblo canario su caridad y su misión apostólica: en escuelas,
hospitales (psiquiátricos, antiguas leproserías, etc.), asilos, orfanatos,
obras sociales; y en cualquier caso, siempre dignificando la vida material y la
espiritual de los más necesitados. Un ejemplo de todo ello lo encontramos
en el siguiente texto, tan sensible como acertado, de Sebastián Padrón
Acosta: una loa al trabajo realizado en la Villa de La Orotava, pero que
también es extensible -por ser fiel reflejo- a Las Palmas de Gran
Canaria o cualquier otro punto de nuestras islas donde las Hermanas han llevado
a cabo una ingente labor.
Sebastián Padrón Acosta
Nos hemos congregado en este santo retiro,
llamados por la voz de la caridad, esa palabra magna y significativa,
mansa y sonora, que debiera ser escrita con letras de oro en el
frontispicio de vuestras casas solariegas como el blasón más
egregio de vuestra hidalguía y de vuestra religiosidad preclaras;
virtud sublime, cuya primera lección fuera dada por Cristo en la Cima
del Calvario, cuando murió por salvar a la humanidad prevaricadora, ofreciéndose al
Padre como hostia de expiación; sentimiento, dignificado por el
catolicismo, que le erigió trono y altar, incluyéndola entre las
virtudes teologales, como síntesis, resumen y compendio de le Fe y de
la Esperanza; ángel de alas blancas y tutelares que tiende su manso
vuelo sobre las casas donde reina la desgracia y el infortunio, la
indigencia y la desdicha, el desamparo y la orfandad; sentimiento
que debiera ser el móvil de todas nuestras acciones, porque así lo
preceptuó Jesús de Galilea, al dejarnos, como testamento
inolvidable antes de su partida al cielo, aquellas amorosas palabras:
«Amaos los unos a los otros»; azul paloma descendida de las
alturas. ¡La caridad!, hija de Dios, madre del Bien, hermana del
Amor, dispensadora del Consuelo, mensajera de la Alegría.
…Cuando la caridad, cubierta de
gasas, bajó entre fulguraciones de oro a esta tierra de amargura, un
nuevo sol esplendente y triunfal lució sobre la línea azul del
horizonte, Y al conjuro mágico de este ángel salvador y tutelar, las
instituciones benéficas del Cristianismo florecieron y surgieron
almas como la beata Luisa de Marillac, que fundó la hermosa
institución de Las Hermanas de la Caridad, que se difundieron por la
tierra prodigando bienes y alegrías y consuelos.
Aquí tenéis, orotavenses, a estas
santas mujeres, pasionarias de sacrificio, violetas de humildad,
lirios de sencillez. Ellas, ahogando en el fondo de su
espíritu delicado todos los impulsos de su primavera, se abrazan a la
cruz amorosamente. Se desposan con la caridad, con Jesús, después de
haber dirigido al mundo una mirada entristecida, desdeñosa. Y
recatan en unas bancas tocas el encanto espiritual de su pudor, como
un lirio que cierra sus pétalos ruboroso. Desde el momento en que se
desposan con la caridad, emprenden la senda luminosa del
Calvario, buscando con anhelo las huellas del Nazareno.
Como que la alondra del amor canta en sus
pechos, el lugar donde viven, cárcel para el mundo, es para ellas alcázar
de felicidad, porque está bañado por los esplendores con que el amor
lo ilumina. Cuando en prisión vive ¡o amado, prisión es
paraíso. Y por eso en este lugar de refugio tienen las hermanas su
vergel, porque a él acuden los ancianos, representaciones de Cristo
hambriento, de Cristo cansado, de Cristo sediento. Y es altamente
conmovedor el cariño inefable con que estas hijas de la Caridad
cuidan a los náufragos de la vida. Y en este hogar cristiano, reina
el verdadero amor a la humanidad, prueba inconcusa rotunda de que el
ángel que trajera el Cristianismo no ha alzado su vuelo. Palpable
demostración de que la mujer jamás abdicará su aroma de virgen y
madre, ¡sus gloriosas aureolas!
Ellas van cantando que Cristo es el amor,
que Cristo es la caridad. Merecen las Hermanas de la Caridad nuestra
adoración, nuestros donativos, nuestros esfuerzos, porque en aras de
la humanidad sacrifican su vida abnegada. ¡Quién sabe si los que hoy
damos limosna, tendremos que mendigarla mañana!, porque aún
peregrinamos por la senda! Y hoy en que el materialismo parece romper
con lo sobrenatural, ellas permanecen extasiadas contemplando el
misterio de las alturas.
Pasan por la vida, derramando sobre
el desamparo de la tierra los bálsamos de la caridad, deshojando las
rosas de su sacrificio y de su amor y de su abnegación. Sus cuerpos
permanecen en la tierra, pero sus almas viven perdidas en los senos de la
Divinidad. Mientras las Hermanas miran a los ancianos con la sonrisa
de la caridad en los labios, ellos, en el misterio de sus
almas cansadas, quizá piensen en el ocaso…
Las Hermanas de la Caridad son
contemplativas como María y laboriosas como Marta. Son ellas la
castidad que pasa por el lodo de la tierra sin manchar la albura
de sus tocas. Son los ángeles de la Caridad. Vosotros sabéis todas
las abnegaciones de las hijas de S. Vicente, de las hijas de la beata
Luisa de Marillac. No necesito insistir más sobre ello, pues
vuestra presencia en el acto que estamos celebrando lo corrobora.
La solemnidad que estamos celebrando honra
altamente al valle de Orotava y a sus damas preclaras. Desde 1884 se
ha venido sosteniendo este Asilo con el esfuerzo, con la entereza de
almas recias y fuertes, generosas y caritativas; es un ejemplo digno
de imitación. La piedad orotavense ha levantado y sostenido
este Asilo, que es puerto de refugio, lugar de consolación, rincón de
cariño.
Estos beneficios que vosotros dispensáis a
los desamparados se os premiarán en aquella hora en que toda obra
buena recibirá su galardón. Y vuestra labor es enaltecedora, porque
nos hallamos en una época en que la Humanidad ha menester de los
bálsamos de la caridad; porque atravesamos una edad angustiosa en
que la túnica blanca e inconsútil de la caridad se ha rasgado
ignominiosamente; porque estamos en una edad en que la
doctrina traída al mundo por Jesús, quiere ser bautizada por fariseos
con el nombre de filantropía; porque vivimos en tiempos
dolorosos; porque las palabras confortadoras de Jesús se pierden en
el vacío de los espíritus. Y vosotros habéis laborado
infatigablemente, silenciosamente por favorecer con vuestro propio peculio
a estos desamparados de la fortuna.
Dios premiará con creces la magnitud de
vuestra labor, la grandeza de vuestra obra, el esfuerzo de vuestra
voluntad, la bondad da vuestra intención, el valor de vuestro
sacrificio. Habéis enjugado lágrimas, habéis calmado la sed y el hambre
de los sedientos y necesitados, habéis vestido a los desnudos, habéis
dado posada al peregrino, habéis, en una palabra, cumplido con los
preceptos misericordiosos. Y por todo esto recibiréis galardón,
recompensa, aureola.
…No sucumbáis jamás en vuestra
caritativa empresa enaltecedora. La caridad, como un nimbo, orna
vuestras frentes. Debemos seguir serenos, imperturbables,
infatigables, los derroteros señalados por Jesús de Galilea. Seguid
vuestra labor; no os arredre la magnitud de vuestra obra.
Cuando sintáis en vuestros
corazones desfallecimientos en la jornada, id al pie de los altares,
y en el secreto de vuestro retiro contad a Jesús Sacramentado
vuestras cuitas, que Él es aurora esplendente, gloriosa y triunfal,
en medio de esta noche abrumadora que atravesamos, nosotros peregrinos
en este doloroso viaje de la vida hacia la Eternidad, donde se
rasgarán todas las sombras que nos envuelven dolorosamente.
Reciban, pues, las Hermanas el fervor más
entusiasta de nuestro agradecimiento.
Sebastián Padrón Acosta: La
benéfica institución de las Hermanas de la Caridad en la Villa de La Orotava.
Gaceta de Tenerife (julio de 1922). Extractos.
“Sed empeñosas en el
servicio de los pobres… amad a los pobres, honradlos, hijas mías, y honraréis
al mismo Cristo”.
Oración
¡Oh gloriosa Santa
Luisa de Marillac!
Esposa
fiel, madre modelo,
formadora
de catequistas, maestras y enfermeras.
Ven en nuestra ayuda y alcanza del Señor:
socorro a los pobres,
alivio a los enfermos,
protección a los desamparados,
caridad a los ricos,
conversión a los
pecadores,
vitalidad a nuestra Iglesia
y paz a nuestro pueblo.
Cuida nuestro hogar
y cuanto hay en él.
Que sea un camino
recto
que nos conduzca a nuestra casa del Cielo,
y que tu bendición descienda todos los días
sobre cada uno de los que lo transitamos.
Bendito seas, buen
Dios,
porque sembraste el amor en Santa Luisa
para ejemplo nuestro
e imitación de Jesús,
Camino, Verdad y Vida.
Amén.
Con fecha de 3 de febrero de este año de 2016, el Superior General de la
Congregación de la Misión (Misioneros Paúles) y de la Compañía de las Hijas de
la Caridad, P. Gregory G. Gay, C. M., ha escrito una carta a todos los
“Sacerdotes y Hermanos de la Congregación de la Misión” comunicándoles el
cambio oficial de fecha de la fiesta de Santa Luisa de Marillac. Como dice el
Superior General en su carta, “La celebración de la fiesta de Santa Luisa
permanece solemnidad y, con efectos inmediatos, se celebrará cada año el 9 de
mayo”.
Se ha
considerado cambiar la fiesta de Santa Luisa de Marillac, porque siempre
cae en Cuaresma y es preferible no celebrar solemnidades durante ese tiempo
litúrgico. Acordándose el 9 de mayo, aniversario de la beatificación de
Santa Luisa, porque el aniversario de su canonización también cae en Cuaresma.
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