"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El Espíritu Santo actúa por todas partes, y deja estelas de luz en la vida de la gente. Él no hace acepción de personas. No le interesa si son negros o blancos, inteligentes o no, famosos o ignorados, fuertes o débiles. Sólo le interesa que son seres humanos, y en todos realiza su obra.
Por eso, no pensemos que el Espíritu Santo está solamente en algunos seres especiales, en los grandes sabios, en personas que saben expresarse o que hablan de una forma muy agradable, o en aquellos que han estudiado mucho y saben muchas cosas. El Espíritu Santo actúa en un ama de casa, en un catequista, en un trabajador. Actúa tanto en un misionero como en un monje, tanto en un niño como en un anciano. En todos logra dejar algo bueno y lo hace de miles de maneras diferentes. Por eso no podemos encasillarlo, y no podemos decir de qué forma actúa. Él actúa como quiere, cuando quiere y donde quiere, y produce actos de bondad, de generosidad y de entrega en todos los corazones.
Él puede derramar algo bello también en un gran pecador, más allá de sus miserias y de sus debilidades.
Es bueno abrir los ojos y ampliar nuestra mente, para que no seamos negativos, y podamos reconocer todas las pequeñas y grandes cosas que hace el Espíritu Santo por todas partes.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 17 de junio
"Espíritu Santo, gracias por estar presente en todos, sin distinciones, sin favoritismos, derramando tu luz en cada rincón del mundo. Gracias por hacer obras hermosas en los corazones más humildes, en los silenciosos, en los pequeños, en aquellos que el mundo no ve. Gracias porque no necesitas títulos ni reconocimientos para actuar, y porque haces maravillas en lo escondido.
Abre mis ojos para no limitarte con mis ideas pequeñas ni mis prejuicios. Ayúdame a reconocer tu presencia donde otros no la ven, a admirar tus huellas en los gestos simples de amor, de entrega y de generosidad. Enséñame a no juzgar, a no cerrarme, a tener un corazón grande que sepa mirar con ternura y con esperanza.
Espíritu Santo, hazme dócil a tu voluntad. Que también en mí puedas obrar algo
nuevo y bueno cada día. Lléname de tu luz, y úsame como instrumento para
sembrar bondad, unidad y consuelo en donde me toque estar.
Amén".
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