"Ventana abierta"
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es María, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos.
SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA
UNA FIESTA MARIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
Nuestra Señora del Ave
En el Monasterio de Claraval. Bernardo pasea por su claustro. Hay una imagen de María.
Cada vez que pasaba ante ella, Bernardo la saludaba con una inclinación de cabeza y unas palabras: ¡Dios te salve, María! Y así siempre.
Un día la imagen se animó, y le respondió muy educada al saludo: ¡Salve, Bernardo! ¡Salve, Jesús!! ¡Salve, Eulalia! ¡Salve, Laly! ¡Salve, Pedro! ¡Salve Alejandra! ¡Salve Visitación!
Le agrada a la Virgen mucho este saludo, porque al oírlo revive el gozo del anuncio del Arcángel de que iba a ser la Madre de Dios.
Por eso Tomás de Kempis nos aconseja: “Saludadla a menudo con la salutación angélica, porque este saludo lo escucha muy complacida”.
Y María le confió a Santa Matilde, que no puede recibir saludo mejor que el Ave María.
El que saluda a María, será saludado por ella, como San Bernardo. Saludo de María que consistirá, según San Buenaventura, en otorgar alguna gracia cada vez que se la saluda.
Y pregunta Ricardo de San Lorenzo: Si uno le dice Ave María, ¿le podrá negar la gracia la que prometió a Santa Gertrudis tantos auxilios en la hora de la muerte cuantas fuesen las Ave Marías que le había rezado?
Y afirma el Beato Alano que cuando se reza el Ave María, goza todo el cielo y tiembla y huye el demonio, y lo mismo confirma Tomás de Kempis, quien al decir Ave María puso en fuga al demonio que se le había aparecido
Cada vez que pasaba por delante de una imagen de la Virgen María, le saludaba diciendo "Dios te salve, María". Cuando San Bernardo murió y el cuerpo pasó por delante de la citada imagen, fue la propia Virgen María quien exclamó: "Dios te salve, hijo mío Bernardo".
Bienaventurados aquellos labios y aquellos lugares en los que se saluda con el: “Ave María”.
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.
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