"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
LA
ORACIÓN DE TRES, EN NOMBRE DE JESÚS, ES ESCUCHADA
15 « Si tu hermano
llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás
ganado a tu hermano.
16 Si no te escucha,
toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la
palabra de dos o tres testigos.
17 Si les desoye a
ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti
como el gentil y el publicano.
18 « Yo os aseguro:
todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 « Os aseguro
también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir
algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mt. 18, 15-20)
¡Qué poderosa es la oración
a Dios! Porque, no pedimos a un monarca de la
tierra, ni siquiera a un amigo. Pedimos, nada menos
que, al que se quiere hacer llamar Padre por nosotros.
¡Pues, en verdad, lo es! Nos ve Dios como sus hijos
pequeños que, siempre les estamos suplicando con amor tantas cosas
que, nos faltan. En el orden natural, pero, sobre
todo, sobrenatural. “El pan nuestro”, es una continua súplica
que abarca todo lo que compone nuestra vida.
La oración que nos dictó Jesús, es la
mejor y no hay nada en esta oración que falte, hasta para llegar
al “ser santos como Dios es Santo”. Él lo quiere
y, nosotros también. Y, estas palabras, son infalibles ante
el Padre porque la hacemos en el Nombre de Jesús, su
Hijo. “Si nosotros que, somos malos, sabemos dar cosas buenas a
nuestros hijos, ¿cuánto más, Nuestro Padre del
cielo, dará cosas buenas a los que le piden”.
Si la concordia en la convivencia, es
querida por Dios, ¡cuánto más es ponerse de acuerdo a la hora
de rezar! Y, nos trae el Evangelio, el ejemplo de “un
hermano que me ofende”. Yo, lo puedo corregir a solas, pero muchas
veces, esto, no es acogido por el ofensor. Y, es
aquí, cuando pido la ayuda de los hermanos, para realizar esta obra
de misericordia. Mas, primero oraremos unánimes por la conversión de
este hermano y esto, hecho en Nombre de Jesús y por dos o tres.
Entonces, Dios
nos escucha y, es seguro que, obrará el cambio de corazón
del que ha pecado contra nosotros. Pero, esta oración, ha de ser
perseverante y muy confiada, sin tiempo, para que Dios haga cuando
quiere y como Él desee llevarlo a cabo. Y, sabemos que, no
es “un expediente” que, se guarde en un cajón y quizás se echa
en el olvido. ¡No, nuestra oración, en esto, le importa
más a Dios que a mí porque, Él, como Dios que es, no sabe dar largas, ¡ni
minimizar nuestras súplicas! Ellas, llevan por delante
el Nombre de su Hijo y, esto, le conmueve sus entrañas
amorosas de Padre.
Entonces, ¿qué
nos falta? Pues, ponernos con ahínco a la tarea de “orar
sin interrupción”, en el deseo y en el corazón, con el amor con que
lo haría un hijo a su padre que, todo lo puede y todo lo sabe y nos ama
con locura....
¡Señor Dios, atiéndenos por
Jesucristo tu Hijo! ¡Queremos parecernos a Él, sobre todo en ese
abandono infinito en tus brazos que, sabe, siempre le está
sosteniendo y mirando con amor! El secreto de su gran confianza
es que, en toda su vida, hizo siempre tu voluntad y, mirando en
todo el agradarte. Un hijo así, es feliz y sabe que, Él siempre es escuchado
y acariciado por su Padre -Dios. Y, ¿qué más nos
falta a nosotros para actuar así y ser la complacencia del
Padre?... ¡Pues sí, algo que hizo también Jesús sin resistirse:
cuando el Amor del Padre, le pide al Hijo que cargue con la
cruz, hasta el final, desde el rechazo y las
humillaciones; desde toda la Pasión Redentora, ¡hasta dejarse crucificar y
dar muerte por hombres malvados! ¡Todo, todo, lo aceptó porque
amaba más al Padre que a Sí mismo! ¡No
podemos huir de nuestra oración cuando el Padre, tiene a bien
ponernos junto a su Hijo, para que sigamos sus huellas! ¡Dios
que, lo pide, Él, lo puede hacer en nuestros espíritus cobardes,
porque lo puede todo, ¡hasta “hacernos santos, como Él es
Santo”! ¡Qué así se haga! ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario