"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL DOMINGO TERCERO DE LA SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO (“GAUDETE”)
Hoy la Iglesia nos dice: “regocíjate” y “da
testimonio” de ese gozo.
“‘¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que
esperar a otro?’ Jesús les respondió: ‘Id a anunciar a Juan lo que estáis
viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan
limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les
anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!’’. Este
fragmento de la lectura evangélica para este tercer domingo de Adviento (Mt
11,2-11) sienta la tónica para este día que se nos presenta como el domingo del
TESTIMONIO. Testimonio gozoso que le da el nombre de “domingo gaudete”. Gaudete quiere decir “regocijaos” en latín.
Desde la primera lectura (Is 35,1-6a.10) se
advierte la alegría y el gozo que acompañaría la venida del redentor que el
pueblo esperaba desde el mismo momento de la caída (Gn 3,15). Venida que
estaría acompañada de señales que darían testimonio de su llegada: “El desierto
y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como
flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la
belleza del Carmelo y del Sarión”.
Era esa espera gozosa, la expectación de la
llegada del Mesías liberador que mantenía vivas las esperanzas del pueblo. Por
eso el profeta les exhorta a no ser cobardes: “‘Sed fuertes, no temáis. Mirad a
vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará’.
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como
un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del
Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos,
gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán”. Es el “Adviento” que vivía el
pueblo de Israel durante el Antiguo Testamento, y que profetas como Isaías
mantenían vivo.
Esas expectativas, esas profecías, se hacen
realidad en la persona de Jesucristo. Esos son los signos de que la plenitud de
los tiempos ha llegado y Él es Dios “que viene en persona”, el Mesías esperado;
“los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los
sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el
Evangelio”. Por eso, ante la pregunta que Juan le formula desde la cárcel a
través de sus discípulos (“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?), Jesús se limita a pedirles que den TESTIMONIO de lo que han visto y
oído; testimonio que ha de estar obligadamente enmarcado, no solo en el gozo
natural que semejantes portentos provocan, sino en el convencimiento de que
ellos apuntan que los tiempos mesiánicos ha llegado.
Hoy la Iglesia nos dice: “regocíjate” y “da
testimonio” de ese gozo. Si hacemos inventario de las maravillas que Dios ha
obrado en cada una de nuestras vidas, desde el mismo momento de nuestra
concepción, tenemos que regocijarnos. Y ese regocijo es tal que, nos sentimos
compelidos a salir y dar TESTIMONIO.
Isaías nos pide que seamos valientes. En la
segunda lectura Santiago (5,7-10) nos exhorta a ser pacientes, especialmente en
el sufrimiento. Es decir, a mantener la expectación gozosa en medio de la
prueba y la tribulación, porque el Señor nos ama tanto que nos hará justicia.
Si hemos vivido el Adviento sabemos que el Señor está cerca. ¡Regocíjate!
Si aún no te has reconciliado con el Padre, todavía estás a tiempo. Él no se cansa de esperarte…
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