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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 12 de octubre de 2014

Los invitados a la boda- Parábola. Domingo, XXVIII del tiempo ordinario A. 12 - Octubre - 2014

"Ventana abierta"


Los invitados a la boda- Parábola.


Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

Un comentario del Evangelio muy interesante del
Pbro. Carlos Sandoval Rangel

Para participar del Reino de Dios
hay una condición indispensable:
La caridad

XXVIII domingo del tiempo ordinario  A


Siguiendo con el tema del Reino de los cielos, Jesús nos presenta la parábola del banquete de bodas que el rey preparó para su hijo, al cual invitó a las personas distinguidas del pueblo, pero estas se negaron a asistir una y otra vez, por lo cual pidió a sus criados que salieran e invitaran a cuantos pasaran por los cruces de los caminos. “Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados” (Mt. 22, 1-14).

Esta parábola parte de un hecho histórico e incluye un trasfondo doctrinal muy profundo: Resulta que en el pueblo, había muerto un publicano muy rico, que conmovió a todo el pueblo, recibió una sepultura con grandes honores y ese día la vida laboral del pueblo se detuvo. También murió un escriba tenido por muchos como justo, pero pobre, más su muerte paso desapercibida para el común del pueblo. En adelante este hecho fue motivo de grandes discusiones en las escuelas de los rabinos, quienes se preguntaban: ¿dónde está la justicia divina que no vela sobre los suyos y permite que los impíos sean honrados por todos?


La respuesta a los comentarios de los rabinos está en que aquel publicano realizó una obra buena, extraordinaria: cuando el publicano llegó al pueblo, buscando aceptación inmediata, preparó un banquete, al cual invitó a la gente distinguida, a los ricos, los fariseos, los escribas, sacerdotes, etc., pero como estos se creían santos y tenían por pecadores a los publicanos, consideraron que no era digno aceptar la invitación a esa fiesta. ¿Cómo contaminarse sentándose a la mesa con un pecador? Ante el desaire de la gente distinguida del pueblo, el publicano rico decidió invitar a todos los pobres del pueblo. Esa fue su obra, invitar a una fiesta de gala a todos los pobres; además, después de esto murió, por lo que ya no realizó ninguna obra mala que pudiera opacar su obra buena. El trasfondo doctrinal de la parábola es muy alto, ¿cómo puede ser que un ritualismo puritano de los principales del pueblo fuera tan alto, al grado de no aceptar a los demás, con el pretexto de que son pecadores y se pueden contaminar? ¿Dónde queda el amor, dónde está la caridad? Despreciando al publicano estaban despreciando a Dios, que ama a todos. En cambio el publicano, tuvo un acierto: abrir su casa a los pobres e insignificantes.


Pues Jesús se pone en el papel del publicano, ya que en su banquete, en su obra de amor, no han querido participar los distinguidos del pueblo; pero Él ofrece su banquete de amor para todos, para los pobres, los pecadores, los marginados, pues la caridad divina no tiene límites. Precisamente los fariseos y los escribas criticaban continuamente a Jesús que comía con publicanos y pecadores.


Pero viene la siguiente parte, al salir el rey a saludar a los invitados, encontró a uno que estaba sin el traje de gala propio de la fiesta, por lo cual el rey ordenó: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y  la desesperación”. Dice San Gregorio que ese traje es la caridad. No podemos participar de la fiesta de Dios, si no nos ponemos el traje de gala de la caridad. A la fiesta de la fe, estamos invitados todos, pero necesitamos portar el traje de la caridad, pues la fiesta de Dios es una fiesta de amor.

Y cierra el Evangelio: “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Dios nos invita a todos a participar de su fiesta, pero cuidado, ahí no pueden entrar los que se creen demasiado buenos y desprecian a los demás, tampoco pueden entrar los que no están dispuestos a vivir la caridad.

¡Señor, llénanos de tu amor misericordioso, sólo así podremos acoger a los demás con el amor con que tú nos abrazas a todos!

Pbro. Carlos Sandoval Rangel

Gracias al P. Carlos Sandoval Rangel por este comentario. 

Publicado por Blog Católico de javier  Olivares, jubilado.

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