"Ventana abierta"
domingo, 25 de noviembre de 2012
En la capilla de la Hermandad de la Estrella
(Sevilla), se puede contemplar desde la tarde del 6 de Noviembre, a Juan Pablo
II en una hornacina.
La imagen fue bendecida por el Arzobispo de Sevilla, Juan
José Asenjo Pelegrina. El autor es José Antonio Navarro Arteaga, hermano de la
corporación sevillana.
La imagen del Beato Juan Pablo II en posición sedente, revestido de pontífice con la
sotana blanca, la muceta roja y la estola, fue tallada por José Antonio Navarro
Arteaga en 2012.
Recordemos el pasaje del pregón de Sánchez Dalp:
"Vino, se fue y regresó,
como viene va y regresa
al balcón de la promesa
lo que el amor prometió.
Y cuando en Sevilla habló
fue el mensaje tan fecundo
que abrió para la fe un mundo
con la temprana semilla
que al cofrade de Sevilla
le dio Juan Pablo II.
PERFIL BIOGRÁFICO DE JUAN PABLO II
(1920-2005)
Karol Józef Wojtyla, elegido Papa el 16 de
octubre de 1978, nació en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920.
Fue el menor de los tres hijos de Karol Wojtyla
y Emilia Kaczorowska, que falleció en 1929. Su hermano mayor, Edmund, médico,
murió en 1932 y su padre, suboficial del ejército, en 1941.
A los nueve años recibió la Primera Comunión y
a los dieciocho el sacramento de la Confirmación. Terminados los estudios en la
escuela superior de Wadowice, en 1938 se inscribió en la Universidad
Jagellónica de Cracovia.
Cuando las fuerzas de ocupación nazis cerraron
la Universidad en 1939, el joven Karol trabajó (1940-1944) en una cantera y
luego en la fábrica química Solvay para poder subsistir y evitar la deportación
a Alemania.
A partir de 1942, sintiéndose llamado al
sacerdocio, asistió a los cursos de formación del seminario mayor clandestino
de Cracovia, dirigido por el Arzobispo Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo,
fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también
clandestino.
Después de la guerra, continuó sus estudios en
el seminario mayor de Cracovia, abierto de nuevo, y en la Facultad de Teología
de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal, en Cracovia, el
1 de noviembre de 1946. Después fue enviado por el Cardenal Sapieha a Roma,
donde obtuvo el doctorado en teología (1948), con una tesis sobre el tema de la
fe en las obras de San Juan de la Cruz. En esos años, durante sus vacaciones,
ejerció el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica
y Holanda.
En 1948 regresó a Polonia y primero fue
coadjutor en la parroquia de Niegowìć, a las afueras de Cracovia, y luego en la
de San Florián, dentro de la ciudad. Fue capellán de los universitarios hasta
1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó,
en la Universidad Jagellónìca de Cracovia, una tesis sobre la posibilidad de
fundar una ética cristiana a partir del sistema ético de Max Scheler. Después
fue profesor de Teología Moral y Ética en el seminario mayor de Cracovia y en
la Facultad de Teología de Lublín.
El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII lo
nombró Obispo Auxiliar de Cracovia y titular de Ombi. Recibió la ordenación
episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral de Wawel (Cracovia), de
manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo
de Cracovia por el Papa Pablo VI, que lo creó Cardenal el 26 de junio de 1967.
Participó en el Concilio Vaticano II
(1962-1965), contribuyendo especialmente en la elaboración de la constitución Gaudium et spes. El Cardenal Wojtyla participó en las 5 asambleas del
Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado.
Fue elegido Papa el 16 de octubre de 1978 y el
22 de octubre dio inicio a su ministerio como Pastor Universal de la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II realizó 146 visitas
pastorales en Italia y, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 332 parroquias
con que cuenta Roma en la actualidad. Realizó 104 viajes apostólicos por el
mundo, expresión de la constante solicitud pastoral del Sucesor de Pedro por
todas las Iglesias.
Entre sus principales documentos se
encuentran 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones
apostólicas y 45 Cartas apostólicas. Al Papa Juan Pablo II se deben también 5
libros: Cruzando el umbral de la esperanza (octubre de 1994); Don y misterio: en el quincuagésimo
aniversario de mi sacerdocio (noviembre de 1996); Tríptico
romano, meditaciones en forma de poesía (marzo de 2003); ¡Levantaos!
¡vamos! (mayo de 2004) y Memoria e identidad (febrero
de 2005).
El Papa Juan Pablo II celebró 147 ceremonias de
beatificación, en las cuales proclamo 1338 beatos, y 51 de canonización, con un
total de 482 santos. Tuvo 9 consistorios, en los que creó 231 Cardenales (+
1 in pectore). Presidió también 6 reuniones plenarias del
Colegio de Cardenales.
Desde 1978 convocó 15 asambleas del Sínodo de
los Obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990,1994 Y 2001), 1
asamblea general extraordinaria (1985) y 8 asambleas especiales (1980, 1991,
1994, 1995, 1997, 1998 [2] Y 1999).
El 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San
Pedro, sufrió un grave atentado. Salvado por la mano maternal de la Madre de
Dios.
Tras una larga convalecencia, perdonó a su agresor y, consciente de haber
recibido una nueva vida, intensificó sus compromisos pastorales con heroica
generosidad.
Su solicitud de pastor encontró, además,
expresión en la erección de numerosas diócesis y circunscripciones
eclesiásticas, en la promulgación de los Códigos de Derecho Canónico —el latino
y el de las Iglesias Orientales—, del Catecismo de la Iglesia Católica.
Proponiendo al Pueblo de Dios momentos de particular intensidad espiritual,
convocó el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, además
del Gran Jubileo del año 2000. Se acercó a las nuevas generaciones instituyendo
la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.
Ningún Papa se había encontrado con tantas
personas como Juan Pablo II. En las Audiencias Generales de los miércoles (no
menos de 1160) participaron más de 17.600.000 peregrinos, sin contar todas las
demás audiencias especiales y las ceremonias religiosas (más de 8 millones de
peregrinos solo durante el Gran Jubileo del año 2000). También se encontró con
millones de fieles en el curso de las visitas pastorales en Italia y en el
mundo. Igualmente fueron numerosos los mandatarios recibidos en audiencia:
baste recordar las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con
Jefes de Estado, así como las 246 audiencias y encuentros con Primeros
Ministros.
Murió en Roma, en el Palacio Apostólico
Vaticano, el sábado 2 de abril de 2005, a las 21h 37m, la víspera del
Domingo in Albis o de la Divina Misericordia, fiesta
instituida por él. Los funerales solemnes en la Plaza de San Pedro y la
sepultura en las Grutas Vaticanas fueron celebrados el 8 de abril.
La solemne ceremonia de
beatificación, en el atrio de la Basílica Papal de San Pedro, el 1 de mayo de
2011, fue presidida por el Sumo Pontífice Benedicto XVI, su inmediato sucesor y
valioso colaborador durante muchos años como Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe.
Tomado del Librito de la Celebración para la
canonización de los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014
Benedicto XVI llega a la Plaza de San Pedro para canonización de Juan
Pablo II y Juan XXIII
Redacción ACI Prensa
El Sumo Pontífice
Emérito, Benedicto XVI, llegó hace unos minutos a la Plaza de San Pedro en
donde participará de la histórica Misa de canonización en la que el Papa
Francisco declarará santos a los papas Juan Pablo II y Juan XXIII.
La participación del predecesor del Papa Francisco
fue confirmada ayer por parte del P. Federico Lombardi, quien en días anteriores había indicado que no era claro si el Sumo Pontífice Emérito iba a participar o no.
Con la presencia de Benedicto XVI el mundo está
ante un acontecimiento histórico y sin precedentes: el actual Papa Francisco, junto a su predecesor, participan de la canonización de dos Pontífices: cuatro
Papas juntos.
30 de abril de 2014 6:26 am
¿En qué
fechas se celebrará a San Juan Pablo II y San Juan XXIII?
Redacción ACI Prensa/EWTN
Noticias
San Juan Pablo II y San Juan
XXIII. Foto: ACI Prensa
La Iglesia Católica cuenta con dos nuevos
santos desde el domingo 27 de abril 2014: San Juan Pablo II, el Papa de la
familia; y San Juan XXIII, el Papa de la docilidad al espíritu, ambos testigos
de la misericordia.
La fecha de celebración universal de San Juan
XXIII será el 3 de junio, ya que fue en la misma fecha de 1963 falleció a los
81 años de edad. Sin embargo, en la diócesis de Bérgamo (Italia) se le recuerda
el 11 de octubre, porque fue el 11 de octubre de 1962 la fecha en la inauguró
el Concilio Vaticano II que él convocó.
San Juan XXIII no es el único santo con dos
fechas distintas de celebración. Por ejemplo, la fiesta de Santa Rosa de Lima -
primera Santa de América - se celebra en el Perú el 30 de agosto, mientras que
el resto del mundo la recuerda el 23 del mismo mes.
La fecha para la fiesta de San Juan Pablo II
será el 22 de octubre, en recuerdo del inicio de su pontificado en 1978.
27 de abril de 2014 4:37 am
Papa Francisco: San
Juan Pablo II y San Juan XXIII fueron testigos de la misericordia de Dios
Redacción ACI Prensa
En una ceremonia sin
precedentes en la historia de la Iglesia, el Papa Francisco declaró santos a
San Juan Pablo II y San Juan XXIII durante una Misa concelebrada por más de mil
pastores entre cardenales, obispos y sacerdotes, incluyendo al Pontífice
Emérito Benedicto XVI.
Este es el texto completo de la homilía que pronunció el Papa Francisco: “En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que,
mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería.
Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de
Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros,
y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, No se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia...
Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue
más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Esta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraban en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos
narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron
con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos.
No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.
En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le
habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.
Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años
de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral de la familia. adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, a la familia.
Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama”.
La página oficial creada por en el Vaticano
para la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII
(www.2papisanti.org) que se celebra este domingo 27 de abril ha
publicado una nueva oración oficial que pide la intercesión del Pontífice
polaco ya con el título de santo.
La oración recoge algunos elementos propios de
este santo: su condición de viajero, su amor a los jóvenes, su
defensa de las familias frente a los ataques del demonio que
quiere deshacer esta institución y su defensa de la paz, que
él proclamaba en plena Guerra Fría bajo la amenaza de la destrucción nuclear.
Oración a San Juan Pablo II
¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo
dónanos tu bendición!
Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola
a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a
todos a Jesús.
Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles
volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina
los caminos de la vida en la tierra.
Bendice las familias, ¡bendice cada familia!
Tú advertiste el asalto de Satanás
contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió
sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada
vida que brota en la familia.
Ruega por el mundo entero, todavía marcado por
tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando
el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables
sembradores de paz.
Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo,
donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición
de Dios. Amén.
Cardenal Angelo Comastri
Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano
Diez años
ya
Publicado el 9 - Abril – 2015 por
Jaime Septien
Falleció el 2 de
abril de 2005 a las 21:37 (la noche previa al Domingo de la Divina
Misericordia, festividad que él mismo había propuesto). El llanto universal
“creció en diluvio”. Dejaba en la orfandad espiritual a millones de seres
humanos. Católicos o no. Fue magno en su vida y en su muerte.
¿Sus últimas palabras? Algunos periódicos publicaron que su última palabra
fue “Amén”; sin embargo el Vaticano desmintió esta versión y afirmó que las
últimas palabras fueron en polaco: Pozwólcie
mi i?? do domu Ojca (Déjenme
ir a la casa de mi Padre).
Una septicemia y un colapso cardiopulmonar irreversible, agravado por su
enfermedad de Parkinson, lo llevaron a su Hogar verdadero. Tenía 84 años y 11
meses. En la agonía, le dictó a su secretario, Stanis?aw Dziwisz (hoy arzobispo
de Cracovia), una carta en la que decía: “Soy feliz, séanlo también ustedes. No
quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. En la Virgen confío todo
felizmente”.
Por su parte el portavoz del Papa, Joaquín Navarro-Valls dijo que poco más
de una hora antes de morir el pontífice dedicó unas palabras a la multitud
reunida en la Plaza de San Pedro –a la que escuchaba rezar contrita: “Yo los he
buscado y ahora ellos vienen a buscarme, les doy las gracias”. Y los
bendijo con mano exangüe, con las últimas fuerzas de un corazón de león.
Hace una década. Parecería ayer. La luz que se apagó en los departamentos
papales; la gente rezando; el funeral, las filas interminables para contemplar
su cuerpo; el ataúd con las escrituras mecidas por el viento primaveral; el
futuro Papa Benedicto XVI pidiendo su bendición… Qué regalo de Dios
haberlo tenido desde octubre de 1978. Ahora toca recoger su enseñanza: todo
tuyo, María, no tengo miedo.
EL LEGADO
DE SAN JUAN PABLO II
5/1/2016
por el Cardenal Stanislaw Dziwisz
A TRAVÉS DE SU VIDA Y SANTIDAD, EL FALLECIDO PAPA DEJÓ UN LEGADO
‘POLIFÓNICO’ DE FE, ESPERANZA Y AMOR
NOTA DEL EDITOR: Al
concluir la Misa y la dedicación del altar el 2 de octubre de 2015, en la
iglesia Redemptor Hominis del Santuario Nacional San Juan Pablo II, el Cardenal
Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, pronunció las siguientes palabras
ante los ahí reunidos.
¡Queridos Hermanos y Hermanas!
Antes que nada, me gustaría agradecer al Sr. Carl A. Anderson, Caballero
Supremo, por la invitación a visitar el Santuario Nacional San Juan Pablo II en
Washington. En un sentido, este santuario es un símbolo del profundo y mutuo vínculo
que unió y continúa uniendo a Juan Pablo II con el pueblo norteamericano. …
Aprovechando esta oportunidad,
me gustaría agradecer a los Caballeros de Colón su amor a la Iglesia. Estoy
particularmente agradecido con ellos por su emotiva conmemoración de Juan Pablo
II, expresada también en su fidelidad a su enseñanza doctrinal y moral. …
Juan Pablo II partió a la
eternidad hace 10 años. Su recuerdo está constantemente vivo en los corazones
de millones de cristianos alrededor del mundo. Hoy, después de su beatificación
y canonización, ellos le rezan y confían sus asuntos a su intercesión en el
Cielo. Para mucha gente él es todavía una guía en los caminos de la fe, la
esperanza y el amor. …
Ya que no dispongo de mucho
tiempo me gustaría decir sólo unas cuantas palabras sobre el legado de fe,
esperanza, amor y santidad que nos dejó Juan Pablo II.
La clave para entender la personalidad,
la actitud y los logros de Karol Wojtyla es su fe. En el centro de su vida
siempre estuvo Dios.
Una manera en la que se
expresaba la fe de Karol Wojtyla era su oración. Fui testigo de sus oraciones
diarias, no solamente en la capilla o durante celebraciones públicas, sino en
medio del trabajo, en las reuniones, los viajes y los asuntos del día a día.
Puesto que yo ya conocí a su viva fe en la providencia de Dios, su fe en que el
destino del mundo y del hombre está en las manos de Dios, no me sorprendieron
las palabras que dirigió el día en que empezó su papado a todo pueblo, toda
cultura y todo sistema político y económico para que abrieran de par en par sus
puertas a Cristo. Después de todo, Cristo no amenaza a nadie. Él no toma nada
del hombre, sino que se lo da todo. Juan Pablo II nos legó esta verdad.
Juan Pablo II comenzó su
pontificado en una época difícil para el mundo. Experimentó de manera personal
lo que eran dos sistemas totalitarios, sin Dios e inhumanos, el nazismo y el
comunismo, los cuales marcaron profundamente las vidas de los pueblos del siglo
XX y les trajeron indecible sufrimiento.
El Santo Padre no tenía ningún
ejército. Enfrentó retos que podían causar miedo y una sensación de impotencia.
Pero su arma era la Verdad y la creencia en que Dios reclamará para Sí a Sus
hijos, creados a Su imagen y semejanza. La elección de Juan Pablo II despertó
grandes esperanzas en su tierra natal. Las naciones de Europa Central y del
Este encontraron en él a un portavoz de sus aspiraciones, sus esperanzas de
vivir en libertad y con verdad. No hay duda de que el Papa, que vino a Roma “
desde un lejano país” , Polonia, contribuyó de manera importante a la caí da
del sistema comunista.
Él nos enseña que vale la pena
confiar todo a Dios, que vale la pena tener esperanza en Él, que vale la pena
construir nuestro mundo sobre valores eternos, inscritos en la ley natural y el
Evangelio.
Juan Pablo II siguió la lógica
del amor misericordioso. En respuesta a las grandes provocaciones y retos del
mundo moderno, con su cultura hedonista, su deseo materialista de posesiones y
su comprensión falsa de libertad, a la que separa de su vínculo con la verdad y
la norma moral, el Santo Padre invitó a construir una civilización de amor.
Él era un defensor del
auténtico amor conyugal, el cual está abierto a la vida y es la base de toda
familia. Mientras que era obispo de Cracovia, publicó un libro con el
significativo título de Amor y Responsabilidad. Su
exhortación apostólica Familiaris Consortio sigue
siendo un importante documento sobre la conciencia de la Iglesia moderna con
respecto al matrimonio y la familia. Así mismo, su encíclica Evangelium
Vitae es una gran carta magna de las
enseñanzas de la Iglesia acerca de la dignidad y la santidad de la vida humana.
Juan Pablo II defendió la vida: exigió el derecho a la vida de los no nacidos,
aquellos que son los más vulnerables y no tienen voz.
Es imposible presentar
brevemente la herencia de Juan Pablo II. Es “polifónica”, pues está marcada
por muchas voces, temas, aspectos, logros, testimonios, eventos, gestos,
textos, documentos, lugares e imágenes relacionadas con su pontificado.
Después de la muerte de Juan
Pablo II, nos sorprendió la llamada del pueblo de Dios para el reconocimiento
oficial de su santidad. Este deseo se ha cumplido ya en muy corto tiempo,
también gracias a la intervención personal del Papa Benedicto XVI y del Papa
Francisco. En cierto modo, la santidad es una síntesis de todo lo que Juan Pablo
II fue, la actitud que tenía, cómo amó y sirvió.
Se trataba de una santidad
cotidiana, vivida y alcanzada día tras día, en la oración diaria y el servicio.
Juan Pablo II fue además un místico.
Estaba inmerso en Dios. Se paraba cada dí a frente a Dios para contemplar el
rostro de Dios, y Dios lo condujo a servir a la Iglesia y al mundo. En el Santo
Papa, la oración y el servicio estaban entrelazados en uno. A través de su
santidad, nos llevó a todos al ideal de santidad y a nuestra vocación de la
santidad. Este es también su legado.
Entre sus muchos títulos, Juan
Pablo II se ganó el título de Papa de los Jóvenes. La gente joven era una
prioridad en su ministerio pastoral. Por lo tanto, tomó una decisión de largo
alcance al organizar la Jornada Mundial de la Juventud, que constituye una de
sus mayores iniciativas apostólicas.
Aprovecho esta oportunidad en
mi visita a Norteamérica para invitar a los jóvenes de Estados Unidos y Canadá
a la Jornada Mundial de la Juventud 2016 en Polonia, específicamente en
Cracovia la ciudad de Juan Pablo II y la capital espiritual de la Divina
Misericordia. Queridos amigos jóvenes, queremos compartir con ustedes nuestra
fe y nuestra cultura, pero también queremos que nos enriquezcan con el
entusiasmo de su fe. Estamos muy deseosos de este intercambio mutuo de dones.
CARDENAL STANISLAW DZIWISZ,
Arzobispo de Cracovia desde 2015, trabajó como secretario personal de Juan Pablo
II durante cerca de 40 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario